Noche, día, luz, oscuridad, son palabras que usamos con frecuencia sin saber qué influencia tienen sobre los organismos. Todos los seres vivos, plantas o animales, con el transcurso del tiempo presentan funciones oscilatorias, configuradas por ritmos de cambio lumínico o estacional de la tierra. La rotación y traslación de la tierra dotan al medio que nos rodea de una ritmicidad en las condiciones de luz y temperatura, estos cambios conllevan una serie de comportamientos como las migraciones, la reproducción estacional o el ajuste del periodo de actividad al periodo óptimo del día. Pero ¿qué es lo que regula estas actividades en los organismos?. La glándula pineal, nombre como se le conoce, es una pequeña glándula endócrina que se ubica en el cerebro de los vertebrados, la cual produce una sustancia llamada melatonina. Hoy en día se sabe que esta glándula modula los patrones de sueño, así como los ritmos circadianos y estacionales de los organismos, el papel de la glándula pineal obtuvo su importancia dentro del estudio de la fisiología de los vertebrados cuando René Descartes, quien después de observar la anatomía del cerebro concluyó que en ella residía la sede del alma, desde entonces ha sido de interés para biólogos y médicos encargados de su estudio.
Si nos remontamos al origen de la vida en la Tierra, podemos decir que evolutivamente hablando, los ritmos biológicos se encuentran a lo largo de la filogenia de las especies animales; en el Devónico, hace aproximadamente 394 millones de años, se tienen registradas evidencias fósiles en donde los ritmos diarios influenciaban el crecimiento de corales y nautiloides.
Hoy en día se ven reflejadas esas evidencias en muchas de las actividades de los animales, por ejemplo: la tasa de crecimiento en las bacterias, la contracción pulsátil de los paramecios, la bioluminiscencia de algunos dinoflagelandos, la migración en algunas aves o la metamorfosis en insectos. Esta dependencia temporal de la conducta tiene detrás una compleja regulación fisiológica que lleva a una mejor adaptación de los organismos al medio en el que viven. En la mayoría de los animales silvestres está directamente relacionada con la época reproductiva, la cual está influenciada por la duración del día y la noche. Otro factor importante en la regulación de las actividades de los animales es el fotoperiodo, el cual está íntimamente ligado con los factores ambientales, es decir, permite ajustar los ritmos de acuerdo con la duración y cantidad de luz ambiental, es en el hipotálamo en donde el fotoperiodo influye directamente en las funciones de los seres vivos.
Fisiológicamente hablando, como pudimos leer en líneas anteriores, la glándula pineal y sus funciones son de suma importancia para los organismos; sin embargo, en los últimos años, con el crecimiento de las ciudades y con ello, el uso excesivo de la luz artificial está trayendo consigo efectos negativos en la conducta de los animales, incluyendo al ser humano.
El exceso de luz artificial está causando desequilibrios en la migración, reproducción e incluso alimentación de muchos animales, afectando su capacidad de distinguir en dónde termina el día y comienza la noche. Dichos desequilibrios en diversas especies se tienen documentados; por ejemplo, en aves marinas, éstas son atraídas por la luz emitida por las llamas de las plataformas de petróleo, haciendo que giren en círculos alrededor de ellas. La migración de aves se ve alterada debido a que muchas especies llegan a chocar con edificios o entre ellas, desorientándolas ya que ahora perciben los días son más largos, esto también hace que las aves crean que tienen más tiempo para alimentarse, haciendo que engorden y adelanten el tiempo de migrar hacia otros sitios. En las ciudades, las aves pueden seguir cantando aún cuando el sol ya se ha metido, esto debido a que se confunden con tanta iluminación.
En el caso de ranas y sapos se ven alterados sus ritmos de actividad, principalmente la reproducción, ya que los machos esperan a que llegue la noche para empezar a cantar y atraer a las hembras. Todos estos desequilibrios causan la muerte de los organismos en la mayoría de los casos.
En los humanos, es común que miremos hacia el cielo y ya no veamos estrellas, esto debido al exceso de luz que emiten las ciudades, aunado a esto, el uso excesivo de tecnología (celulares, tabletas y demás) ha logrado cambios en el ritmo de nuestras actividades, teniendo como principal consecuencia cambios en nuestro ritmo de sueño, seguramente conocerás a más de uno que hoy en día sufre del tan famoso insomnio. Lamentablemente de no ser corregido, a largo plazo puede traer consecuencias a la salud.
Ante esto, y para evitar que la contaminación lumínica siga trayendo efectos tanto en la salud humana como en la biodiversidad, diversos investigadores han propuesto que se nivele el uso de luz, es decir, en zonas en donde debido a las actividades económicas y sociales lo requieran se les puede permitir una mayor iluminación, pero en zonas en donde sea totalmente de uso habitacional que sea menor la cantidad de iluminación, así como también proponer una ley en donde después de media noche se apaguen los monumentos y espectaculares, ya que es menor el número de personas que lo puede ver a esa hora, contando que la mayor cantidad personas está activa durante el día.
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