En los albores del neoliberalismo la economía mexicana experimentó un largo decenio de decrecimiento e hiperinflación que comprimió el poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos; al mismo tiempo, la economía norteamericana iniciaba un proceso de reestructuración productiva, de empoderamiento femenino y de disfrute del sueño americano que requería crecientes flujos migratorios para mantener competitividad a través de sobreexplotación de la fuerza de trabajo indocumentada e incrementar el poder adquisitivo de los nativos por abaratamiento del costo de reproducción social familiar. En los años ochenta los mexicanos residentes en Estados Unidos aumentaron 220 mil al año; en los noventa, en 500 mil al año; en el primer decenio del actual siglo, el promedio anual fue de 250 mil y en el quinquenio 2010-2015, los residentes mexicanos en aquel país aumentaron en 40 mil al año. En 35 años de neoliberalismo hemos perdido 10 millones de personas, 97 por ciento de los mexicanos residentes en Estados Unidos tiene 15 años o más y su reproducción social hasta la edad laboral no le ha costado nada a la sociedad norteamericana, esa ha sido una de nuestras tantas aportaciones a la grandeza estadounidense. El salario promedio de los connacionales ocupados en aquel país es de 22 mil 440 dólares al año, cuando el salario mínimo federal de los empleados de gobierno es de 25 mil dólares al año.
La intensidad del flujo migratorio indocumentado ha estado en función de la necesidad de fuerza laboral de la economía norteamericana y de la oferta de visas H2A (agricultura) y H2B (manufacturas y servicios) que otorga el gobierno de Estados Unidos a mexicanos: entre 1995 y 2007 la tasa de crecimiento medio anual de la población mexicana ocupada en Estados Unidos creció a 5.7 por ciento, y en los años 2007-2016 fue de 0.26 por ciento; el flujo anual de mexicanos hacia Estados Unidos fue de 400 mil en 1990, de 600 mil en 1995, 700 mil en 1999, de 280 mil en 2007 y en su punto más bajo fue de 155 mil en 2009 (Pasell, Jeffrey. 2011. Flujos migratorios de 1990 a 2010: un análisis preliminar basado en las fuentes de información estadounidenses); la oferta de visas para trabajos no calificados (H2A y H2B) otorgada a mexicanos ha sido menor a 100 mil al año, insuficiente para los requerimientos del mercado de trabajo. Los indocumentados son fabricación del gobierno de Estados Unidos, que permanentemente ofrece un número de visas menor a la fuerza laboral no calificada que requiere el mercado laboral de aquel país. La emigración de mexicanos hacia Estados Unidos es fundamentalmente laboral y es sensible a la demanda del mercado de trabajo; las políticas de seguridad ejecutadas en la frontera encarecen la entrada asistida y hacen más peligroso el cruce, no lo inhiben ni lo frenan, solamente preparan a los emigrantes para la vejación y violación sistemática de los derechos humanos.
Con la administración de Bill Clinton se ejecutan diversas acciones para persuadir el ingreso no documentado a Estados Unidos: se incrementa el presupuesto federal para control fronterizo, se construyen cercas y muros, se patrulla el cruce, se ilumina con luz tipo estadio las zonas cercadas, y se instalan sensores magnéticos, sísmicos e infrarrojo para detectar migrantes en la frontera norte de México. También los estados de California, Texas y Arizona desarrollan programas antiinmigrantes (Bloqueo —Hold the line—, Guardián, Salvaguarda, Río Grande) y los particulares se organizan para cazar migrantes (Ranche Rescue, Save our State, Minuteman Project). Los cruces de indocumentados no fueron frenados, hubo más aprehensiones de la patrulla fronteriza, ya sea porque aumentó el flujo de indocumentados y por mayor eficiencia de la policía migratoria: en el decenio de los ochenta hubo 1.1 millones de aprehensiones anuales, en los noventas fueron 1.4 millones anuales, en el primer decenio de este siglo se detuvieron a 1.2 millones al año y en el quinquenio 2010-2015 fueron 800 mil al año; las deportaciones (con/sin orden judicial) tuvieron un comportamiento similar al de las aprehensiones. Durante la gestión de Reagan, el promedio anual de aprehensiones fue de 1.2 millones; con Bush padre bajó a 1.1 millones al año; con Clinton hubo el máximo registro, 1.5 millones al año; con Bush hijo descendió a 1.2 millones anuales, y con Obama decreció a 692 mil al año. Las aprehensiones y deportaciones (con/sin orden judicial de expulsión) en cada año de la gestión de Barak Obama fue la más baja de los últimos cinco presidentes de Estados Unidos.
Las deportaciones desde Estados Unidos la integran las expulsiones con orden judicial de remoción (removidos) y las expulsiones sin orden judicial (retornados); los removidos anualmente durante la gestión de Obama fueron superior a las de Clinton y Bush, no así el total de deportados ni el subtotal de retornados. Los expulsados con orden judicial a su vez se dividen en criminales y no criminales, los migrantes acusados de haber cometido algún delito criminal fueron 90 mil 102 al año durante la gestión de Bush hijo y de 171 mil 255 al año con Obama, en tanto que los expulsados con orden judicial por delitos no criminales fueron 160 mil 113 y 221 mil 581 al año, respectivamente. Con Obama se privilegió la limpieza étnica y casi se duplicaron las deportaciones con orden judicial tipificadas como criminales.
Obama deportó anualmente a 474 mil mexicanos que residían en Estados Unidos (280 mil fueron expulsados con orden judicial y 194 mil fueron expulsados sin orden judicial), sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) registra que durante la gestión de Obama los mexicanos que volvieron anualmente a México procedentes de cualquier país fueron 247 mil, casi la mitad del total de deportados desde Estados Unidos. Una plausible explicación de esta diferencia de registros es que un poco más de la mitad del total de deportados desde Estados Unidos retorna hacia ese país, además de que las deportaciones se refieren a eventos y la repatriación de mexicanos se refiere a personas.
El registro del Inegi elaborado con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo ofrece un panorama menos dramático del retorno de mexicanos: 466 mil en 2008 y 166 mil en 2015, en cambio, la emigración hacia el extranjero es creciente a partir de 2011 y en 2015 la ubicó en 433 mil, como la que había a principios de los 90. El saldo migratorio neto con el exterior es negativo y, en promedio es de 178 mil al año para el periodo 2008-2015. Con base en los datos del Inegi, en los últimos nueve años han retornado 2.2 millones de mexicanos, cantidad similar a la que posiblemente deporte Trump durante su gestión, acción traumática para la cual no tenemos estrategia ni política.