De las pocas fotografías que registraron la inauguración del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (Oanton), al menos de las pocas que yo conozco, hay una en particular que siempre ha llamado mi atención. En primer plano se notan muchas banderas que, en blanco y negro y en una foto tomada el 17 de febrero de 1942, hace 75 años, son difíciles de distinguir. Quizá se notan en ellas algunas franjas y soles, pero lo que destaca, son los habitantes locales que las sostienen, todos ellos vestidos con sus tradicionales vestimentas blancas, blanquísimas. Están distribuidos alrededor de la amplia escalinata que ha caracterizado al Oanton desde siempre, no en vano está justo en el centro de la fotografía. En la parte superior de esta escalinata, al “fondo” de la foto, apenas se distinguen los invitados, astrónomos estadounidenses principalmente y autoridades mexicanas de muy alto nivel. Lo que remata la foto en la parte superior, es el edificio, ahora llamado Enrique Chavira, en el que con grandes letras, letras griegas, se podría leer una frase que evoca al Prometeo encadenado, quien dio el fuego a los hombres.
Sabemos que en este mito el fuego es el conocimiento, por eso Prometeo pagó caro su atrevimiento. No sólo se trataba del fuego con el que se alumbrarían y se calentarían por las noches, ni con el que cocerían sus alimentos, se refiere, sin duda, al conocimiento, ese conocimiento que hará dudar de la existencia misma de los dioses, ese conocimiento que se transmite y emplea en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y que lo ha convertido en una de las instituciones científicas mexicanas de mayor tradición y reconocimiento a nivel nacional e internacional, líder en diversos campos de la investigación básica y aplicada y promotora de proyectos científicos de vanguardia como el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano y el observatorio de rayos gamma HAWC.
El INAOE es descendiente directo del Oanton que fue fundado por algunas de las figuras centrales de la ciencia moderna del país. La génesis del Oanton se remonta a la época del proceso de consolidación nacional y social en México durante las presidencias de Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, cuando se crearon algunas de las instituciones torales de la vida nacional: el Instituto Politécnico Nacional, el Instituto Nacional Indigenista, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto Nacional de Cardiología y el Instituto Nacional de Nutrición.
El Oanton fue fundado en 1942 por Luis Enrique Erro, un joven jurisprudente, político y astrónomo aficionado a la observación de las estrellas variables, sabía que, en materia científica, México debía meterse de lleno en la astrofísica moderna del siglo XX. Con ese espíritu emprendedor y visionario fundó el Oanton en Tonantzintla, Puebla, en lo que constituyó el primer esfuerzo de descentralización de la ciencia en México.
El Observatorio fue equipado con uno de los instrumentos astronómicos más grandes y potentes de su época, una Cámara Schmidt armada en los talleres de la Universidad de Harvard. El proyecto de Luis Enrique Erro atrajo hacia Tonantzintla a algunos de los jóvenes físicos, matemáticos, astrónomos y técnicos más talentosos y entusiastas de la época: Luis Rivera Terrazas, Carlos Graeff Fernández, Fernando Alba Andrade, Félix Recillas, Guillermo Haro Barraza y Enrique Chavira, entre otros. Cabe destacar la contratación de la astrónoma Paris Pishmish (ver el artículo de Elsa Recillas en este número de SyC), egresada de Harvard, quien fue la primera investigadora astronómica en México. Gracias a los extraordinarios contactos de Luis Enrique Erro en Estados Unidos, y en especial a su estrecha amistad con Harlow Shapley, muchos de estos jóvenes científicos realizaron estudios de posgrado en ese país y luego regresaron a México y contribuyeron al desarrollo científico del país.
Con la Cámara Schmidt se realizaron importantes descubrimientos de objetos celestes, entre los cuales destacan estrellas ráfaga, galaxias azules, un cometa denominado Haro-Chavira, y los objetos Haro-Herbig, entre muchos otros (ver artículo de Omar López en este númeo de SyC). Luego de la publicación de estos catálogos, el nombre de Tonantzintla apareció con frecuencia en las revistas internacionales y se convirtió en referencia obligada para los especialistas. Algunos de los descubrimientos que se hicieron en el Observatorio obtuvieron el reconocimiento internacional y colocaron a México en un lugar destacado de la astronomía mundial.
En 1952 Guillermo Haro sustituyó a Luis Enrique Erro como director del Oanton. Durante las décadas de los cincuenta y sesenta, se continuó con la intensa labor de investigación científica, se publicó el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, se instaló un telescopio de un metro de diámetro tipo Cassegrain en Tonantzintla, se plantó la simiente para la creación de los grandes observatorios de México y se comenzó con el desarrollo de la óptica y la electrónica. Ya en los años sesenta la contaminación lumínica producida por las luces de la ciudad de Puebla imposibilitaba el desarrollo de programas observacionales en Tonantzintla.
Guillermo Haro, con el mismo espíritu visionario de Luis Enrique Erro y dueño de una energía ilimitada y voluntad férrea, se enfoca en la transformación del Oanton en un centro de investigación para el desarrollo de la astrofísica, la óptica y la electrónica. Así surgió el INAOE, creado por decreto presidencial el 11 de noviembre de 1971 con los siguientes objetivos: preparar investigadores, profesores especializados, expertos y técnicos en astrofísica, óptica y electrónica; procurar la solución de problemas científicos y tecnológicos relacionados con las citadas disciplinas, y orientar sus actividades de investigación y docencia hacia la superación de los problemas del país.
En 1973 Guillermo Haro empuja a su nuevo grupo hacia un gran proyecto con la finalidad de mantener el nivel de la Astronomía Mexicana. Se inicia el diseño y la manufactura de un espejo primario de 2.12 metros para el telescopio que se instalaría en Cananea, en Sonora, en el observatorio que ahora lleva su nombre. Uno de los proyectos más importantes que hasta esas fechas había llevado a cabo el Instituto fue inaugurado el 8 de septiembre de 1987. El telescopio tuvo un periodo de arranque difícil, como muchos grandes proyectos, pero a través de una colaboración con Alemania, para observar contrapartes de fuentes de rayos X detectadas por un satélite, ROSAT, entró en funcionamiento, y hasta la fecha sigue siendo una gran herramienta de los astrónomos, principalmente del INAOE.
En 1992, al ser nombrado director del INAOE, Alfonso Serrano Pérez-Grovas involucra al Instituto en uno de los proyectos científico-tecnológicos de mayor envergadura que existe hasta la fecha en nuestro país: el Gran Telescopio Milimétrico (GTM), que también ahora lleva su nombre y que actualmente cuenta con una superficie bien calibrada de 32 metros, con la que ya se han obtenido grandes resultados que han mostrado su gran capacidad colectora, así como la calidad del sitio. Debemos destacar el proyecto denominado Event Horizon Telescope que, en colaboración con otros telescopios milimétricos, estudia el agujero negro en el centro de nuestra galaxia.
En 2017 el Oanton cumple 75 años, los directores posteriores a Alfonso Serrano han mantenido el nivel y nos hemos involucrado en grandes proyectos, tanto astronómicos (HAWC, GTC), como de las otras cuatro áreas: Óptica, Electrónica, Ciencias Computacionales y Ciencia y Tecnología del Espacio. Muchos de ellos han sido reseñados en SyC. Los directivos del INAOE, y del GTM, tienen como reto terminar este año la superficie del GTM y operar exitosamente el GTM.
El nuevo director del INAOE tiene, además, el compromiso de continuar con la realización de innovadores proyectos de ciencia básica y de desarrollo tecnológico, los cuales permitirán a la ciencia mexicana mantener el espíritu con el que, hace 75 años Luis Enrique Erro fundó el Oanton, hace 45 Guillermo Haro creó el INAOE y que posteriormente sus sucesores han mantenido.