Foto Jaime Díaz |
Como cada año, el 2 de febrero, en Xochimilco1se celebra el Día de la Candelaria, una de las tradiciones más significativas y arraigadas dentro del exuberante multiverso ceremonial xochimilca. Esta festividad que constituye parte del calendario litúrgico católico y que conmemora el fin de la cuarentena de la virgen María, su purificación post parto y la presentación del niño Jesús en el templo para cumplir con la ley del Antiguo Testamento, adquiere matices particulares en los pueblos y barrios de la “Sementera de Flores”, ya que durante dicha jornada se lleva a cabo el “cambio de mayordomía” de los niño dios.
En Xochimilco existe gran devoción por la divina infancia, muchas personas tienen en sus hogares, barrios y pueblos, una o varias “imágenes” del niño dios a las que rinden culto de diversas maneras. Como señalan algunos estudiosos del tema, el origen de la tradición es antiguo, sus antecedentes se remontan al siglo XVI, momento en que los misioneros franciscanos encargados de la evangelización de la población local utilizaron la figura del niño Jesús para adoctrinar a los indígenas en la religión católica. Más tarde algunos caciques xochimilcas conversos se dieron la tarea de reforzar este sentimiento en la población local mediante el legado de varios niños dios (Cordero, 1996:31).
Aunque en la región existe infinidad de “imágenes” de estos pequeños infantes, se da mayor importancia a unos que a otros. Tal es el caso del niñopa(n), la “figura” religiosa más venerada de la delegación, un niño sagrado de 51 centímetros de altura, que tiene actividades rituales la mayor parte del año y que peregrina a diario, visitando hogares y enfermos. Una “imagen” milagrosa a la que se le rinde culto desde hace siglos en Xochimilco y que, como mencionan sus devotos, pertenece al “pueblo”, es decir, a los habitantes de esta demarcación y no a la Iglesia Católica como muchas otras imágenes de santos.
De los 17 barrios antiguos de Xochimilco, porque ahora hay otro barrio más, el de San José, que nosotros le llamamos “barrio 18”, […] y 14 pueblos, todos ellos son los que veneramos al niñopa (Arturo Eslava Orozco, devoto del niñopa(n))
Otros niños dios que gozan de una amplia adhesión, pero en menor medida que el niñopa(n), pues su culto se circunscribe a los pueblos y barrios a los que adscriben son: el niño de Belén, el niño Dormidito de Xaltocan, el niño de San Juan, el niño del Consuelo, el niño Emmanuel y el niño de San Luis Tlaxialtemalco.
La delegación Xochimilco está dividida en 18 barrios. Cada barrio tiene su niño dios de Belén, perdón, su niño dios. Los niños más sobresalientes son el niñopa, porque ha tenido mucha difusión y es un niño que en cualquiera de los 18 barrios puede haber quien lo solicite, quien sea mayordomo. Sin embargo nuestro niño dios de Belén no sale del barrio. Los mayordomos únicamente somos del barrio de Belem. El barrio es muy pequeño, nosotros tenemos mayordomías hasta 2017. (Rosa Escobar, mayordoma del niño de Belén en 2012)
¿Pero qué es lo que hace tan especiales a los niños dios a nuestros ojos? El hecho que, desde la perspectiva local no son percibidos ni tratados como objetos inertes, cosas con un valor estético, cultural e histórico, sino como personas. En el contexto devocional xochimilca los niños dios son comprendidos como seres vivos, entidades sensibles que poseen conciencia, personalidad, sentimientos, volición y subjetividad. En otras palabras, son “imágenes” con capacidad de ser y hacer, que pueden comunicarse para manifestar su voluntad y emprender acciones afectando a las personas, movilizando respuestas emocionales, generando ideas y provocando una variedad de procesos sociales (Martínez, 2012:173).
El niño (niñopa(n)) sabe muchas cosas, incluso llora. Había una persona que le gustaba ir a hacer el aseo y que sentaba a la hora del rezo en frente. De momento vieron que ya no se sentaba ahí. Entonces se acercó la señora ¿te hicieron algo mis hijos, mi esposo? No, dice. Pero si tu lugar es allá, diario ¿porqué estás acá? Dice, te voy a decir la verdad. El niño me dijo ¡quítate de acá, ya no te quiero ver, diario estás aquí, vete para atrás! (Juana Acosta, mayordoma del niñopa(n) en el año 1994).
Estos seres milagrosos, que tienen necesidades afectivas y orgánicas, comparten el hogar, el territorio y los valores de los xochimilcas. Son entidades que cumplen la función de proteger y cohesionar a sus comunidades, asegurando el bienestar de las mismas y fortaleciendo el tejido social, por esta y otras razones, se les venera y procura mucho. Se organizan mayordomías que se encargan de su cuidado y festividades por el transcurso de un año. Todos los días se les levanta de su cuna en las mañanas, se les asea, cambia de ropa y se les da de comer, entre muchas otras cosas. En las noches, después de una intensa jornada ritual, se les arrulla y lleva a sus habitaciones donde duermen acompañados de sus pertenencias y juguetes favoritos. Los lugares por donde transitan son decorados de manera especial, de igual forma que las casas de sus mayordomos, quienes dejan sus labores habituales para dedicarse de tiempo completo al cuidado de los infantes. Las actividades de los niños se encuentran ritualizadas y normadas, “se establecen tiempos, espacios, tipos de acciones, personas e instituciones que se encargan de desarrollarlas” (Salles y Valenzuela, 1997:189).
Al igual que los seres humanos, estas divinidades se ven afectadas por el clima; por eso si hace frío se les arropa y si hace calor se les pone ropa ligera. Ellos se encargan de supervisar las labores agrícolas; algunos devotos aseguran que en las mañanas amanecen con los zapatos llenos de lodo o gastados producto de sus visitas nocturnas. Los niños son vistos como entidades trabajadoras, algunos incluso tienen oficios, como el niño tamalerito. En el campo de la efectividad de sus milagros destaca ayudar en el trabajo, en competencias deportivas, en calificaciones, en asuntos del corazón, infertilidad, en la cura de enfermedades terminales y en caso de que un enfermo se encuentre demasiado grave, darle descanso encontrando la muerte.
Parafraseando a Gómez (2012), en Xochimilco, al igual que en otras localidades de ascendencia indígena en México, los santos, cruces y vírgenes cumplen un papel importante en el entramado de relaciones sociales que se tejen al interior de las comunidades de devotos. Estos personajes que proceden de la tradición católica —pero que al mismo tiempo escapan a su control— y que son percibidos, como seres vivos, participan como agentes activos en las redes de intercambio y reciprocidad que se establecen entre humanos, medio ambiente y no-humanos (Gómez, 2012:5).
Más información
Cordero López, Rodolfo, 1996, El Niñopa. Creación costumbrista de Xochimilco, México, EDAMEX.
Gómez Arzapalo, Ramiro Alfonso, 2012, Los Santos indígenas: entes divinos populares bajo sospecha oficial, Alemania, Editorial Académica Española.
Martínez Luna, Sergio 2012, La antropología, el arte y la vida de las cosas. Una aproximación desde Art and Agency de Alfred Gell, Madrid, AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, núm. 2., vol. 7, pp.172-195.
Salles, Vania y José Manuel Valenzuela, 1997, En muchos lugares y todos los días. Vírgenes, santos y niños Dios. Mística y religiosidad popular en Xochimilco, México, Colmex.
Nota
1 Xochimilco es una de las 16 delegaciones que conforman el Distrito Federal; se localiza al Sur del Valle de México y limita con las delegaciones de Tlalpan, Coyoacán, Iztapalapa, Tláhuac y Milpa Alta.