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Animales mexicanos fantásticos y dónde encontrarlos

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· Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo
· Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo

Los seguros se levantan, se abre la maleta y de manera un tanto extraña nos invade un olor a tierra mojada acompañado de ruidos raros, ruidos a los que no estamos acostumbrados; el viento que mueve las ramas de los árboles, figuras en el viento que invitan a imaginar. La lluvia no nos deja ver y los mosquitos alrededor de nuestro rostro limitan nuestra visión, en un momento, se siente una suave brizna y el calor agobiante de la selva nos hace pensar, será prudente entrar; una vez ahí,  el sonido de insectos que vuelan y brincan de un lado a otro visitan nuestra ropa, inspeccionan y se van. De repente, a lo lejos, se escucha el rugir de un jaguar, una parvada despavorida vuela  anunciando que en la selva húmeda está por completarse exitosamente la que quizá, para algunos, sea la actividad ecológica más sangrienta, no por eso menos interesante, la depredación. Un águila arpía abre sus alas y vuela con maestría entre los árboles, a lo lejos, muy a lo lejos, se escucha su canto, el canto de una hija de Electra lista para saquear algún nido o capturar en el aire a una cría de mono saraguato; ese canto que en la selva mexicana es cada vez más raro. El águila arpía, una de las aves de presa más grandes del mundo presentes en gran parte del continente, desde México hasta Argentina. Esta águila ha sido nombrada científicamente como Harpía arpyja, llega a medir hasta 105 cm de largo y llega a pesar hasta nueve kilogramos, su envergadura llega a ser hasta de dos metros, las hembras son un tercio más grandes  que los machos. Los ornitólogos (personas que dedican su vida al estudio de las aves), expertos en estas excelentes aves han llegado a registrar su longevidad, reportando organismos de hasta 50 años de edad y parejas que han ocupado nidos por 45 años. Colocan dos huevos que serán incubados por 56 días. Aunque la mayor parte del tiempo permanece oculta, acechante entre la vegetación, un problema al que se enfrenta es la cacería ilegal, sumada a la acelerada pérdida de su hábitat.

Llegamos a la orilla de un río, miramos por encima de las aguas que corren río abajo y advertimos nuestro reflejo; tomamos un respiro y nos sumergimos en él. En las profundidades de algunos ríos del sur de México, allí debajo encontraremos dos ojos perfectamente redondos con suaves destellos dorados y un centro negrísimo, una boca dotada de un gran pico, el cuerpo cubierto de fango, es posible que sea confundida con una roca, grandes garras y moviendo parsimoniosamente un duro caparazón con tres quillas, vemos a una tortuga que ha sido perseguida y cazada por su carne ya que hay quienes piensan que su carne es afrodisiaca; los ríos que habita esta tortuga se encuentran contaminados, consecuencia de ello las poblaciones de esta especie han disminuido de manera alarmante y ha sido catalogada como en  peligro de extinción. Esta tortuga fantástica ha sido nombrada por los herpetólogos (personas que estudian a anfibios y reptiles), como Claudius angustatus, y por las personas que viven cerca de los ríos que habita como Chopontil. En la vida silvestre es un gran depredador.

Salimos de aquellas aguas cálidas para sumergirnos en aguas un poco más frías. Es momento de evaluar si continuaremos con este recorrido, decidido, tomemos un respiro; poco a poco nos sumergimos, nos aclimatamos y despacio, pero con dificultad, abrimos los ojos, la visibilidad es poca, estamos a punto de mirar a los ojos a un monstruo, gran depredador, temido por algunos habitantes; con dedos tan singulares que da miedo su gran parecido con los humanos, sirena de ojos aperlados, salamandra, piel lisa y branquias externas, 30 centímetros de longitud del hocico a la cola y cuerpo robusto, con una capacidad única de regeneración y una sonrisa que esconde esa monstruosidad, es el ajolote, un anfibio único en el planeta que con 17 y una por describir, especies habita en ríos, lagos y lagunas de México. Al fin, una bocanada de aire advierte su presencia, la superficie del agua calma y la baja taza poblacional nos indica que cada vez son más raros estos curiosos organismos. Ahora sabemos que los monstruos también pueden desaparecer.

En los mares mexicanos habitan animales fantásticos y muy raros, de dientes largos o cortos, ojos pequeños dispuestos encima de la cabeza. Las hembras pueden reproducirse de una manera verdaderamente particular; los expertos lo han llamado: Partenogénesis, la cual es un tipo de clonación; en esta, las hembras engendrarán hembras. En aguas nacionales habitan dos especies de tiburones sierra, de las cinco que habitan el planeta, que en realidad son más unas rayas que tiburones pero por su forma les han llamado así; las especies mexicanas pertenecen al género Pristis, se encuentran en gran peligro de desaparecer; de estos peces poco se sabe, ya que su población ha sido diezmada desde hace unos 30 años; estudios recientes mencionan P. pectinata es una de las especies más amenazadas y de preocupación a nivel mundial. Ahora trasladémonos a las calmas aguas del mar de Cortés, saca la cabeza, respira profundamente y sumérgete nuevamente; hemos llegado al delta del río Colorado, lugar en que habitan las últimas 30 vaquitas marinas, son uno de los cetáceos más pequeños del mundo, llegan a pesar hasta 50 kilogramos y miden hasta 1.4 metros, son de color grisáceo en la parte superior y blanco en la parte ventral.

Un ruido interrumpe nuestro viaje; abre lentamente los ojos, fija la mirada un momento en el horizonte, los animales fantásticos que visitamos son reales; viven en México y hay muchos más por conocer. ¿Estás listo para una aventura más? Cierra la maleta, respira y da vuelta a la página de este suplemento.

 

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