Puebla: hacia una educación de equidad y con calidad

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el sistema educativo mundial necesita homologarse de manera que se implementen las mejores prácticas de los países líderes en la educación. Para el caso mexicano se necesita atender una serie de recomendaciones que le permitan aumentar en sus estudiantes sus capacidades de lectura, matemáticas y ciencias, así como de su sistema educativo, a través de mejoramiento de su infraestructura, directores y profesores.

La OCDE evalúa a países en materia educativa a través de dos pruebas internacionales: la primera es el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) (por sus siglas en inglés, Programme for International Student Assessment), y la segunda es la Encuesta Internacional sobre Docencia y Aprendizaje (TALIS) para profesores (Teaching and Learning International Survey).

Ambos indicadores permiten medir el nivel de avance educativo de un país. El objetivo de PISA es evaluar la formación de los alumnos cuando llegan al final de la etapa de la enseñanza obligatoria. Para la OCDE, alumnos con edades fluctuantes entre los 15 años; población que se encuentra a punto de iniciar la educación postsecundaria o que está a punto de integrarse a la vida laboral. Este estudio resulta sumamente provechoso para brindar a los países miembros información detallada que sirva para adoptar decisiones y políticas públicas que mejoren los niveles educativos. PISA resulta importante porque mide las áreas de lectura, matemáticas y competencias científicas, poniendo énfasis al dominio de los procesos, entendimiento de conceptos y habilidades para actuar en situaciones dentro de cada dominio. La prueba PISA se realiza cada tres años. México ha participado desde su inicio en 2006 y posteriormente en 2009. Un punto importante es que PISA no evalúa el aprendizaje de contenidos específicos, ni el desempeño docente, ni de programas vigentes. PISA mide el nivel de preparación de los jóvenes para la vida adulta, así como los efectividad de los sistemas educativos. Por su parte, TALIS estudia a maestros de educación secundaria y a los directores de las escuelas en las que trabajan. El objeto es identificar lagunas educativas en la comparación internacional de los sistemas educativos. La propuesta es que un análisis de campo permita a los países identificar retos similares y aprender de otros enfoques de política.

De acuerdo con el último censo poblacional, México cuenta con un famoso “bono demográfico”. INEGI lo define como el periodo durante la transición demográfica en que la relación de dependencia disminuye, es decir, aumenta el peso de las personas en edades potencialmente productivas respecto de aquéllas que no lo son.

En la actualidad hay en nuestro país más jóvenes que adultos mayores. Nuestra pirámide poblacional indica que el 64 por ciento de la población oscila entre los 15 y 65 años. Lo anterior en contrario sensu a lo que sucede en países más desarrollados, en donde la pirámide está invertida. Es decir, hay más adultos mayores que jóvenes. Tal vez, en parte, porque las parejas en aquellos países suelen casarse en edades arriba de los 30 y tener sólo un hijo ya muy llegados a los 40 años. Esta incidencia, por insignificante que parezca, en realidad representa un factor de alerta para países desarrollados. En la medida que no haya una nueva generación de jóvenes que sea capaz de pagar, a través de sus impuestos, las pensiones de su sociedad adulta, derivará en múltiples problemas de orden económico, social, financiero, familiar. Como lo adelanta la CEPAL, los beneficios del bono demográfico dependen de la adopción de políticas públicas que promuevan un ambiente social y económico propicio para un desarrollo sostenido. Si el bono demográfico transita en condiciones económicas desfavorables, sin crecimiento ni ahorro previos, la carga de la población dependiente sobre el grupo productivo exigirá grandes transferencias de recursos de las personas activas a las personas mayores dependientes, lo que dará origen a una situación que puede provocar no sólo conflictos intergeneracionales, sino también problemas de solvencia que podrían poner en riesgo el financiamiento de sistemas clave, como los de salud y seguridad social. En otras palabras, se necesita más de un bono demográfico para lograr estabilidad y crecimiento. Es necesario garantizar buenos y mejores trabajos bien pagados para la próxima población económicamente activa.

En México el “bono demográfico” necesita cuidarse. No basta con saber que existe una base piramidal poblacional de jóvenes. En la medida en que no los educamos y no les brindamos las herramientas necesarias para que generen desarrollo económico, de poco o nada servirá ese bono demográfico.

De acuerdo con la OCDE, el 57 por ciento de jóvenes en México no ha alcanzado la educación superior. En contraste, en países como Corea del Sur, sólo el 3 por ciento está en esta situación. Debajo de México se encuentra Turquía, con 58 por ciento. Por otra parte, también es importante señalar que México ha crecido en los resultados PISA en 2009, respecto a 2006. Para la OCDE, la clave de una buena educación es combinar la equidad con la calidad, entendiéndose a la equidad como la obligación de todo país de asegurarse de que los estudiantes no deserten en su educación por falta de apoyos. En este sentido, la OCDE considera a Corea del Sur, Finlandia, Japón como países con mejores sistemas educativos. En un segundo lugar a Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Nueva Zelandia. En un tercer y último lugar a Italia, Rusia, seguido de México, Chile y Turquía, por mencionar algunos.

Puebla ha sido el primer estado en la República Mexicana que ha solicitado a la OCDE el estudio subregional en materia educativa. Hay que recordar que la administración del gobernador Rafael Moreno Valle ha puesto principal énfasis en la educación y en la adaptación de nuevas tecnologías, siendo incluso uno de los primeros estados en conectarse a la banda dorsal de banda ancha de la CFE, en incorporar dentro su objetivo de una política educativa de calidad y equidad, el estímulo de la ciencia, tecnología y la innovación dentro del Plan Estatal de Desarrollo. Puebla y la OCDE trabajarán para fortalecer su sistema educativo, sirviendo de modelo para la atención de las recomendaciones de la OCDE, de forma que sirva como ejemplo para otros estados. Igualmente se avanzará en un programa de Gran Visión que atienda los problemas de una población que actualmente está cambiando en su pirámide poblacional de forma que sirva para atender y no dilapidar nuestro “bono demográfico”. Se ve bien el mejoramiento de la política educativa en Puebla. La visión y liderazgo de las nuevas autoridades permitirán brindar una oportunidad a nuestros estudiantes que deberán estar mejor preparados para afrontar las nuevas realidades.