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Buen vivir

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Otras formas de pensar, de ser y actuar cobran vigencia ante las reiteradas degradaciones de las condiciones de vida de la población y de la naturaleza. Se revaloran principios axiológicos de los pueblos originarios, en particular los vinculados a la armonía entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza. Se cuestiona la universalidad del conocimiento sustentado en un saber eurocéntrico construido a través de la negación y exclusión de otros saberes: islámicos, amerindios, orientales o africanos. Algunas críticas se centran en las insuficiencias, carencias, deficiencias o externalidades del desarrollo y enfatizan el adjetivo: sustentable, endógeno, local, participativo, equitativo, humanista, social, democrático e incluyente. Otras proponen la revaloración crítica de nuestras culturas y la construcción de un discurso y una práctica en diálogo con otras culturas. Desde la matria se construye un conocimiento que corresponda a nuestras necesidades y posibilidades, vindicativo de la dignidad humana y del respeto a la naturaleza, un discurso para el presente y para la acción: el buen vivir.

El buen vivir presupone que la vida plena no es acumulación de valores; destrucción de la naturaleza o mercantilización de relaciones humanas; enfatiza la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la sociedad en armonía con la naturaleza y en permanente diálogo inter e intracultural. El bien vivir o vivir bien propone que todos y todas satisfagan las necesidades básicas de comer, beber, bailar, dormir, trabajar, pensar, meditar, amar, escuchar, hablar, soñar, caminar, dar y recibir. En su versión zapatista, es construir un mundo donde quepan muchos mundos, un todo que sea a su vez parte de otro todo más amplio, con el que está relacionado pero que no depende de él para existir; un todo que no lo domine, subordine o excluya sino que lo respete y a su vez sea respetado. Otras modos de ser, de pensar, de existir son posibles y necesarios ante la permanente cosificación de la humanidad y mercantilización de la naturaleza.

Bolivia, Ecuador y México son algunos ejemplos de la emergencia de discursos que revaloran la cultura vernácula en aras del buen vivir; experiencias narradas en este número por Gian Carlo Delgado, Violeta Núñez y Luciano Concheiro, Jana Meza, Pablo Uc, Mayolo Abdías y Ricardo Pérez Avilés, Luis Jorge Álvarez Lozano y Hortensia Demian. Complentan la edición las columnas habitalues de Raúl Mújica, José Ramón Valdés, Juan Jesús Juárez, Tania Saldaña y Constantino Villar,  Alberto Cordero, Gabriel Ávila y Denise Lucero.

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