Las plantas terapéuticas y Dioscórides

Indudablemente el tratado de terapéutica más importante de la antigüedad se llamó De Materia Medica, escrito por Pedanio o Pedacio Dioscórides Anazarbeo (c.40-c.90). Vale la pena apuntar que las fechas onomásticas suelen tener como referencia a. C. o d. C. (antes o después de Cristo, respectivamente). Si el tiempo en el que nace un personaje importante no se conoce con precisión, se coloca la letra “c” (del latín circa, que quiere decir literalmente cerca de). Hago esta aclaración, pues, en efecto, no se conoce con exactitud el día en que nació este importante médico de principios de nuestra era, lo que no impidió que llegase a nuestro conocimiento su valioso trabajo, que surgiera durante su permanencia en Roma, en los tiempos de Nerón (37-68). Considerado griego de nacimiento, su formación profesional se llevó a cabo en la famosa Alejandría, cuna de grandes sabios que hasta ahora nos provocan una gran admiración.

Rhodon Rosa lutea: Rose, tomada de http://exhibits.hsl.virginia.edu/herbs/vienna-disocorides/

Rhodon Rosa lutea: Rose, tomada de http://exhibits.hsl.virginia.edu/herbs/vienna-disocorides/

La condición de médico militar de Dioscórides en el ejército romano le permitió hacer multitud de viajes, que aprovechó sustancialmente para recolectar conocimientos sobre plantas, minerales y sustancias animales que se consideraban medicinales, prácticamente por lo que hasta ese entonces constituía, todo el mundo conocido.

Su tratado ubica esencialmente a plantas, con descripciones detalladas de sus características; cómo deben prepararse para ejercer efectos curativos y hasta la correcta dosificación. Tomó como base la teoría de los humores definiendo cuatro estados: frío, caliente, seco y húmedo.

Sobre la manzanilla (Chamaemelum nobile) escribió: “Las raíces, las flores y las hojas ayudan a entrar en calor y son adelgazantes. Si se beben o se toman en baños de asiento favorecen la menstruación y expulsan el embrión, al igual que las piedras y la orina. También se beben para combatir el vólvulo y la ictericia y curan las enfermedades hepáticas. Se toman hervidas para combatir la cistitis”.

Con respecto a la pimpinela (Desmodium adscendens), documentó: “Si se bebe en una cantidad de dos dracmas (más o menos 0,6 gramos) con poleo aromático, es decir, menta o hierba pulguera, se favorece la menstruación y se expulsa el feto y las secundinas. Mezclada con vinagre, combate el flato, los calambres, el hipo y los venenos mortales. Usada interna y externamente es un remedio contra temblores, calambres y estados nerviosos y ayuda a entrar en calor”. Todavía el día de hoy en ambas plantas se reconocen propiedades curativas que incluyen remedios caseros, ampliamente utilizados en el mundo y bajo una innumerable cantidad de indicaciones que no siempre son de carácter irracional.

Dioscórides va más allá planteando el almacenamiento de sus remedios en recipientes de plata, de cristal o incluso en cornamentas de animales. Describió cómo obtener jugos mediante prensas y hacerlos más espesos al exponerlos con los rayos de sol. Es obvio que su obra representó un trabajo arduo, concienzudo, escrupuloso y estricto; tanto que llegó a ser un libro clásico de la farmacéutica durante 16 siglos.

Su difusión no solamente se dio en el griego original, sino también en latín y árabe. La versión más antigua es una traducción al latín que data desde los inicios del siglo VI, con un manuscrito de 491 folios (hoja de papel de 215 por 315 milímetros) y casi 400 hermosas ilustraciones, que se conoce como Codex Vin-dobonensis (Códice de Viena) o simplemente como el “Dioscórides de Viena”.

Numerosas traducciones hicieron del texto original algo distinto pero en 1499, pocos años después de que Johannes Gutenberg (c. 1398-1468) inventara la imprenta de tipos móviles, De Materia Medica hizo una especie de entrada triunfal al mundo de los textos impresos, ya con depuraciones a las alteraciones añadidas a lo largo de la edad media, por el impresor veneciano Aldus Pius Manutius o Aldo Manuzio (c.1449-1515).

En internet es fascinante ver algunas láminas polícromas y textos de este trascendente libro, con recomendaciones que en su aparente primitivismo tienen más lógica que la de algunos médicos actuales, quienes sin una sólida preparación caen en el empirismo más pueril o infundado, indicando sugerencias tan absurdas como el curar crisis de “hipo” (singulto en su término técnico médico) con masajes rectales, por supuesto, sin previo aviso del sujeto a tratar.

Habrá ocasiones en las que esbocemos una sonrisa cuando en pleno siglo XXI leamos recetas antiguas para resolver problemas de salud. Lo cierto es que la herbolaria, ante nuestra incapacidad de ofrecer alternativas adecuadas para curar (como médico me declaro culpable), la herbolaria —decía— cada día tiene más adeptos en el mundo, con resultados que incluso nos pueden sorprender.

La crisis actual en la industria farmacéutica ha llevado a establecer investigaciones para valorar el poder curativo de las plantas en un intento por revertir la profunda influencia que los remedios que se encuentran al alcance de la mano de cualquiera, pueden resolver patologías comunes y corrientes. Lo cierto es que la incapacidad de patentar productos naturales (pues no son susceptibles de ser comercializados y así, obtener una ganancia) provoca verdaderos fenómenos perversos que llegan incluso al bloqueo o desacreditación de estudios científicos.

No debe resultar a la larga un motivo de sorpresa cuando un médico recomiende “tizanas” de manzanilla para atender irritaciones oculares o algunas otras opciones como el cotidiano consumo de ajo para prevenir los infartos. Pero eso sí, ante cualquier recomendación de tacto rectal para resolver un problema de respiración, seguramente quitará el “hipo”; más por el susto… que por la maniobra en sí misma.

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