Telescopios y estrellas

Este libro puede ser de interés para los astrónomos aficionados que poseen o piensan pronto tener un telescopio y desean entender su funcionamiento. Se describen en este libro los fundamentos científicos en que se basa el funcionamiento del telescopio y se mencionan las fórmulas más importantes para su diseño y uso más eficiente.

Hasta antes de la invención del telescopio, el conocimiento humano estaba confinado a los límites terrestres, pero con las primeras observaciones astronómicas se amplió a todo el Sistema Solar, y más tarde a todo el Universo.

p-16Los primeros estudios experimentales sobre las lentes fueron realizados por Alhazen en Arabia, alrededor del año 1000 d.C. En el año 1200 d.C. el fraile franciscano Inglés Roger Bacon talló los primeros lentes con la forma de lenteja que ahora conocemos, Bacon describió claramente las propiedades de una lente para amplificar la letra escrita. El siguiente paso era montar las lentes en un armazón que permitió colocarlas en cada ojo con el fin de mejorar la vista de las personas con visión defectuosa. Esto se hizo en Italia entre los años 1285 y 1300 d.C.

El más probable descubridor del telescopio fue el holandés Hans Lippershey, quien construyó uno en 1608. Lippershey era fabricante de anteojos, y a base de ensayos descubrió que con dos lentes, una convergente lejos del ojo y una divergente cerca de él, se veían más grandes los objetos lejanos. Llegó a solicitar una patente, pero por considerarse que el invento ya era del dominio público, no le fue otorgada. Para abril de 1609 ya podían comprarse telescopios en las tiendas de los fabricantes de lentes de París.

Los trabajos de Galileo. Galileo Galilei se enteró en Venecia de la invención de Lippershey en mayo de 1609, cuando era profesor de matemáticas en Padua, Italia. Así que inmediatamente regresó a Padua, y antes de 24 horas construyó su primer telescopio (con una amplificación 3X), con lentes que encontró disponibles. Este instrumento consistía simplemente de dos lentes simples, una plana convexa y una bicóncava, colocadas en los extremos de un tubo de plomo. Para el 8 de agosto Galileo invitó al Senado veneciano a observar con su telescopio desde la torre de San Marcos. Sus amigos en Venecia se quedaron maravillados, pues con el telescopio podían ver naves situadas tan lejos que transcurrían dos horas antes de que pudieran verlas a simple vista. Era evidente su utilidad en tiempos de guerra, pues así era más fácil descubrir posibles invasiones por mar. El Senado de Venecia duplicó a Galileo el salario a mil escudos al año y lo nombró profesor vitalicio de Padua.

Galileo comprendió cómo funcionaba el telescopio, y logró construir uno con amplificación de 30X. Con él pudo descubrir en Padua los Satélites de Júpiter y los cráteres de la Luna. Para julio de 1610 observó Saturno, pero no pudo ver bien los anillos y tuvo la impresión de que el planeta estaba formado por tres grandes cuerpos en línea. Fue hasta 40 años después cuando Huygens, en Holanda, descubrió que en realidad se trataba de un anillo. Más tarde, en Florencia, Galileo descubrió las fases cambiantes de Venus.

En marzo de 1610, en Venecia, Galileo publica un pequeño libro de sólo 24 hojas, titulado “El mensajero de las estrellas”. En él usa un lenguaje muy claro y directo, por lo cual tiene una gran repercusión y popularidad por lo que aumenta mucho su fama. Es importante hacer notar que los descubrimientos que se anunciaban no eran todos originales ni todos exactos. Galileo no era el primero ni el único científico en haber dirigido su telescopio al cielo, pero sí el primero en publicar sus observaciones.

En marzo de 1611 fue a Roma a mostrar su telescopio a las autoridades eclesiásticas que le ofrecieron un gran banquete. Después de la cena observaron a Júpiter con sus satélites. En junio de ese año, Galileo descubrió las manchas en el Sol, y con ello su periodo de rotación. Los problemas de Galileo con la Iglesia Católica comenzaron cuando un monje aseguró que la existencia de los satélites de Júpiter era incompatible con la Biblia. Para empeorar la situación, en 1612, el astrónomo jesuita Christopher Scheiner había observado las manchas solares, pero pensó que el Sol no sería perfecto si éstas fueran manchas, como lo afirmaba Galileo, y que por tanto éstas eran sin dudad pequeños planetas que pasaban frente a él. Pero además Galileo defendía con vigor el sistema copernicano. Esta publicación despertó inmediatamente fuertes polémicas, pero aún no provocó el rechazo de la Iglesia. Las discusiones hubieran cesado pronto si Galileo se queda callado, pero esto no era posible por su carácter.

Los hechos que se desarrollaron después desembocaron en que se le exigió a Galileo, en 1616, que no sostuviera ni defendiera en adelante que el Sol era el centro del Universo. Lo amenazaron diciéndole que si no obedecía no le volverían a permitir enseñar. Galileo no tomó en cuenta esta amenaza y el castigo fue una casi total prisión en su villa de Archetri en Florencia, durante los últimos nueve años de su vida. Murió casi ciego en 1642, el mismo año que nació Isaac Newton.

Los telescopios reflectores. En 1663, James Gregory, famoso matemático escocés, describió un elegante sistema formado por dos espejos cóncavos. La luz se refleja primero en un espejo parabólico primario y en seguida se refleja en un espejo elíptico para llegar al ocular a través de una perforación en el espejo primario. Este sistema no tuvo ningún éxito debido a que no pudieron ser talladas estas superficies con la precisión requerida.

El siguiente intento de lograr un telescopio reflector fue de Sir Isaac Newton (1645-1727). El telescopio construido por Newton tenía una amplificación de 40X. El espejo era metálico (seis partes de cobre y dos de estaño), y esférico aunque Newton sabía que debía ser parabólico. Newton sólo construyó dos pequeños telescopios reflectores, que se asemejaban más a un juguete por su gran cantidad de imperfecciones ópticas. A pesar de que Newton no fue el inventor de este tipo de telescopio debe concedérsele a Newton el mérito de un logro técnico muy importante.

Después de Newton varios investigadores construyeron telescopios reflectores, pero el primero digno de tal nombre, por su alto grado de perfección, fue construido por John Harley en 1772. Con este telescopio fue posible medir el diámetro angular de Venus y se efectuaron observaciones que desembocaron en descubrimientos astronómicos tales como la división y sombra de los anillos de Saturno, la sombra proyectada sobre Júpiter por sus satélites y muchos otros. Este tipo de telescopio es muy popular ahora entre los aficionados a la astronomía.

 

Daniel Malacara es el primer doctor en óptica de México y cuyo interés teórico y práctico le impulsa a formar escuela y a trabajar para sentar las bases de una industria óptica mexicana. Pronto se adhieren a este grupo otros estudiosos que, con igual entusiasmo, inician la consolidación y comienzan a construir, por una parte, la óptica del primer sistema Cassegrain hecho en México, y por la otra, a fines de los 60, los primeros equipos láser de He-Ne. Con esos logros de carácter práctico y con su famoso libro Optical Shop Testing, utilizado como texto en los países de habla inglesa, el doctor Daniel Malacara ha dado a México internacionalidad y prestigio.

 

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