Ciencia y políticos: el caso Mancera

El día viernes 31 de octubre de 2014 el político Miguel Ángel Mancera Espinosa (16 de enero de 1966), actual jefe de gobierno del Distrito Federal, fue sometido a una intervención quirúrgica denominada ablación cardiaca, para resolver una arritmia. Durante el procedimiento sufrió una perforación en el aparato cardiovascular y fue necesario someterlo a una operación con el tórax abierto, que fue exitosa y de la que se recuperó en una forma rápida.

p-14La divulgación de esta complicación no fue precisa y se generaron muchas inquietudes que planteaban desde una negligencia médica, hasta un atentado. Lo cierto es que ahora es posible que nosotros, individuos comunes y corrientes que somos mal informados de las cosas que realmente suceden en el país, podamos hacer deducciones interesantes que nos conducen a conclusiones sorprendentes. Vale la pena revisar en qué consiste precisamente la ablación cardiaca.

El corazón funciona como una bomba múltiple. De hecho son cuatro elementos de bombeo en uno solo. La expulsión de sangre debe ser particularmente enérgica para poder distribuirla por todo el organismo y recibirla, para filtrarse en los pulmones y cargarse de oxígeno liberando bióxido de carbono (independientemente de otros órganos de depuración como los riñones y el hígado). Para que este complicado proceso se lleve a cabo en una forma precisa es necesario que se dé una contracción gradual de todo el órgano cardiaco, que es un músculo sensible a cargas eléctricas que se distribuyen uniformemente y se regulan por unos elementos de disparo automatizados y coordinados por el mismo corazón. Cuando se rompe con la armonía de la descargas, no hay una distribución de la electricidad adecuada y el corazón deja de latir con la simetría apropiada. Hablamos entonces de una arritmia.

Para corregir este problema se lleva a cabo un extraordinario método que consiste en la introducción de catéteres o tubos que llegando al corazón, en una forma controlada, destruyen los tejidos internos que condicionan las arritmias por medio de la emisión de un tipo de energía llamada de radiofrecuencia, generando calor y el deterioro de los puntos que provocan los disparos anormales en el músculo cardiaco.

Los médicos que llevan a cabo este procedimiento tienen que hacer la especialidad en cardiología y luego la subespecialidad en electrofisiología, que puede ser pediátrica o de adultos. Hablamos de ocho años de estudios intensos (solamente contemplando las especialidades), con requisitos abrumadores en las áreas psicológicas, sociales y de salud. Es justo decir que son pocos los médicos preparados en esta área de alta especialidad y la inversión económica en ellos es muy alta, tomando en cuenta la necesidad de recibir una instrucción técnica y tecnológica, en una forma satisfactoria.

Los especialistas en electrofisiología manejan en cada intervención un alto grado de tensión emocional. Deben introducir los catéteres guiados por aparatos de radiografía (fluoroscopios) con un conocimiento muy preciso de la anatomía y casi a ciegas, pues es imposible visualizar los tejidos blandos en un fluoroscopio. Posteriormente, cuando los catéteres se encuentran en el sitio adecuado, generan las descargas de radiofrecuencia para alcanzar temperaturas de 50º a 70º. Una temperatura ligeramente mayor, puede provocar que los tejidos se quemen y la producción de humo, que provoca un sonido denominado “pop”. Este es el principal factor que puede generar perforaciones cardiacas y la consecuente urgencia para resolver esto, que sin cirugía es necesariamente mortal. Muy probablemente esto fue lo que le sucedió al señor Mancera.

La imagen de los políticos está más devaluada que nunca y parece ser que ellos, no se dan cuenta. Los ciudadanos los vemos como entes nocivos y el desprecio que generan es particularmente desagradable. Por citar un caso (de miles), recientemente personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) aseguró 101 animales de un zoológico personal del diputado del Partido Acción Nacional, Sergio Gómez Oliver. De acuerdo a un comunicado emitido por Profepa, en el lugar se encontraron 240 ejemplares entre felinos, herbívoros, primates y aves, de los cuales 92 se encontraron en condiciones con faltas graves al trato digno y nueve no contaban con documentación legal de procedencia. Los animales asegurados fueron 15 tigres de bengala, nueve jaguares, cinco pumas, siete leopardos, cinco leones africanos, dos osos grizzli, tres antílopes, tres bisontes y un tigrillo. Además, dos venados temazate, dos ejemplares de papión sagrado, seis seretes, tres tepezcuintles, tres wapiti, un cotorro cabeza negra, un perico frente escarlata, un tucán, un búho virginiano y una guacamaya roja. Los gastos que debieron generar diariamente ofenden y las condiciones de hacinamiento que sufrieron los animales son escalofriantes. La pregunta siguiente gira en torno a la incomprensible postura legal de no encarcelar a este individuo. Pero un poco de matemáticas sencillas, como las enseñadas a mis hijos en la escuela primaria puede paralizar. Durante 2014, el gasto neto presupuestario del sector público ascendió a 4 billones 530 mil 629 millones de pesos; lo que expresado numéricamente sería 4,530,629,000,000. Si dividimos este número entre el número de mexicanos que somos alrededor de 119 426 000, obtenemos un número que gira alrededor de los 38 mil pesos (exactamente: 37936.705575). Es decir que en mi caso, por cuatro miembros de mi familia se destinan al gasto público 152 mil pesos. Son 416 mil 44 pesos por día. A todos aquellos a quienes he preguntado qué es lo que prefieren… que el gobierno ejerza el gasto, o que se permita tener ese dinero, e invariablemente todo mundo me responde que prefiere el dinero, sin gobierno, independientemente de las obras de “relumbrón”, de las pasarelas lujosas que ostentan políticos ineptos, casas de súper lujo o zoológicos donde impera la bestialidad del hombre y no la de los pobres animales. Pero eso sí, la visión hacia las necesidades de investigación que tiene el país, solamente se dan cuando esas élites requieren altas tecnologías para su subsistencia, como en el que he denominado “caso Mancera”.

En el mes de octubre del año 2013, en el suplemento Saberes y Ciencias número 20 se publicó un artículo titulado “La importancia del Observatorio HAWC en el estado de Puebla”. Aunque el fin de este aparato se orienta a la observación de rayos cósmicos y gamma, una gran cantidad de tecnologías alternativas para la instalación, operación y mantenimiento, tienen un impacto social y ambiental verdaderamente inconmensurable. Esto solamente es posible con esfuerzos verdaderamente heroicos de científicos mexicanos y del extranjero que indudablemente ganan mucho menos que los nefastos políticos que nos gobiernan y con un reflejo antropológico incomparable.

Evidentemente es necesario orientar las políticas públicas pues el descontento social es tremendo y se aspira en el ambiente una ingobernabilidad creciente. Para percibir lo anterior, solamente hay que preguntar a cualquier persona que esté al rededor por lo que prefieran: el gobierno con ese gasto público o bien, el dinero sin gobierno y la respuesta será, la que indudablemente ya se estarán imaginando.

 

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