La apropiación degradante de los recursos naturales y la deshumanización del ser caracterizan a los Estados neoliberales. Los bienes públicos y comunales se mercantilizan, la biodiversidad se privatiza, las culturas nativas se occidentalizan, los sectores estratégicos se vuelven activos propiedad del capital transnacional, y el Estado es más autoritario y represor. Se sataniza y criminaliza el disenso, la libre expresión de las ideas, así como la asociación y manifestación. La propagación del miedo antecede a la denostación, la represión y el exterminio de los que refrendan la vigencia del Estado de Derecho, la defensa de su patrimonio, de su integridad física y de sus cosmovisiones.