Ciencia y vida universitaria en la FCFM: Fernando Velázquez y Raúl Cuéllar

Fundada en 1950, las condiciones bajo las que se gestó este proyecto no eran favorables, y sin embargo logró sobrevivir 16 años en condiciones precarias; el ambiente no era propio para la investigación; había muchos problemas de carácter político, y la derecha en Puebla desde entonces tenía gran poder político.

Nueva aula de la escuela de Física. Archivo Histórico BUAP. Colección Vida Universitaria

Nueva aula de la escuela de Física. Archivo Histórico BUAP. Colección Vida Universitaria

Las contrataciones que la UAP hizo con renombrados investigadores en las áreas de las ciencias físico matemáticas para posicionar a la escuela y a la universidad pública en la producción de conocimiento científico moderno sorprendieron a nivel nacional. El atentado que provocó la expulsión de estudiantes e investigadores mereció el repudio de la comunidad de científicos e intelectuales de la época. Puebla era un territorio peligroso para hacer ciencia.

Conocimos a los estudiantes poblanos expulsados aquel año 66 en la UNAM, estábamos ya en los grupos más avanzados de matemáticas; así conocimos al principal promotor de la escuela, el ingeniero Terrazas, quien a pesar de la destrucción de la escuela —que era un salón y un laboratorio— se mantuvo firme en sostener el proyecto a pesar de la hostilidad del clero, los caciques, comerciantes e industriales de derecha. A estudiantes egresados de la UNAM y el IPN nos invitaron a trabajar en la UAP; el movimiento estudiantil poblano era sólido; estuvo en las batallas; era 1968.

Con Emmanuel Ugalde nos incorporamos a la UAP, y al lado de Agustín Valerdi, Guillermo Martínez Peña, René Méndez Espíndola, Jesús Pérez Romero, Antonio Rivera y Raymundo Bautista echamos a andar la escuela; así empezó la segunda etapa, en 1968; a pesar de todos los problemas que había a nivel nacional, esto empezó a funcionar.

Cuando uno es joven se tienen muchas cualidades aunque de viejos ya no sepamos cuáles eran. En la escuela se respiraba entusiasmo y eso nos impulsó a trabajar, a quedarnos en Puebla. Las autoridades universitarias lograron —con dificultades— mantener cierta estabilidad en la escuela, lo que le permitió que se desarrollara poco a poco.

La creación de las licenciaturas de electrónica y computación provocó el crecimiento acelerado de la escuela, el ingreso empezó a ser masivo y en esa mima década se crea el Instituto de Ciencias de la UAP. Fuimos sede de la presidencia de la Sociedad Matemática Mexicana con Jesús Pérez Romero, y en 1981 se crea la maestría en matemáticas.

El proyecto de la universidad estaba hecho por los universitarios, había impulso; antes se podía discutir y en ese ambiente de discusión se tomaba en cuenta a los estudiantes, vivíamos la democracia participativa dentro de la vida universitaria.

El deterioro del país se observa en la crisis de la vida universitaria, con actitudes de carácter demagógico, como la evaluación docente y los festejos del día del estudiante. El afán de lucro permea en las universidades, se arrebata a los trabajadores las mejoras salariales y de prestaciones antes ganadas.