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Vista multifrecuencia del cielo desde México

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La astronomía es un tanto diferente de otras ciencias debido a que no es una ciencia experimental; generalmente no se puede manipular el objeto de estudio, con sus excepciones, como los que estudian planetas o meteoritos y que a veces puede analizar y hasta tocar muestras. No se pueden repetir los fenómenos celestes en un laboratorio; por ejemplo, si hay una explosión de supernova y no la observamos por estar distraídos viendo la tele, pues se nos pasó, ya no podemos solicitar que se repita la explosión.

Sin embargo, tenemos la luz. Y no me refiero a que los astrónomos sean seres iluminados, aunque muchos de ellos son realmente muy inteligentes, sino a que la luz es la materia prima de la astronomía. La luz es el principal medio por el cual podemos conocer la naturaleza de los objetos celestes, y no solo la luz que llamamos visible, sino todas las “luces”, en las diferentes frecuencias del espectro electromagnético, la mayoría de las cuales no podemos observar con nuestros ojos, como los rayos X o el infrarrojo.

Si casi toda la información que obtenemos es a través de la luz, es entonces importante saber más acerca de cómo funciona, lo que es, y cómo podemos extraer la información de ella; de esta manera podremos utilizarla mejor para establecer las características de estrellas, nebulosas, galaxias y todos los objetos celestes que están fuera de nuestro alcance.

Infortunadamente no solo basta con observar; debemos colectarla y registrarla para posteriormente analizarla. Y como en todas las ciencias, donde mientras más información tenemos, es mejor, pues en Astronomía, mientras más luz podamos colectar, mejor será nuestro análisis. Es por esto es que se diseñan y construyen telescopios cada vez más grandes, se desarrollan detectores cada vez más sensibles y se utilizan computadoras cada vez más potentes.

Por otro lado, aunque no podemos tener experimentos controlados y además estamos limitados a observar todos los fenómenos desde casi la misma localización, la Tierra o sitios muy cercanos, tenemos un gran laboratorio, del tamaño del Universo, que nos da un vasto número de fenómenos a observar (si se nos pasó la explosión de la supernova, habrá otras más que podemos observar), muchos de los cuales no se pueden reproducir en laboratorios terrestres.

Debemos recordar que la luz es una onda electromagnética. El espectro total de las ondas electromagnéticas está dividido en regiones con diferentes frecuencias o longitudes de onda. Así tenemos la región de radio, microondas, infrarrojo, luz, ultravioleta, rayos X y rayos gamma. Las longitudes de onda mayores corresponden al radio (de hasta kilómetros), más cortas para la luz (milésimas de milímetro) y mucho más cortas para rayos gamma (millonésimas de milímetro).

En México contamos con telescopios que cubren observaciones en un amplio intervalo del espectro electromagnético. El GTM-Alfonso Serrano cubre la región de los milímetros, HAWC los rayos cósmicos y gamma, mientras que en Cananea y SPM se localizan telescopios dedicados a la parte visible y el IR. Además, se cuenta con participaciones en el Very Large Array (radio) y el Gran Telescopio Canarias (visible e IR). Existen proyectos en sus fases muy iniciales para observaciones en el UV.

En este número de Saberes y Ciencias tratamos de incluir un artículo, ya sea con contribuciones o revisiones astronómicas, de cada intervalo espectral de la luz, no solo para continuar la celebración del Año Internacional de la Luz, sino porque en realidad la mayor parte del trabajo astronómico actual se realiza de manera multifrecuencia, ya que de esta manera los astrónomos podemos tener una idea más completa de la naturaleza de los objetos celestes.

Estamos en una excelente época, en la cual podemos apreciar, y estudiar,  el cielo en todo su esplendor. Esperamos que “multidisfruten” los artículos de este número.

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