Cielos oscuros

Introducción

Apreciar una noche estrellada ha sido parte de la cultura a través de los tiempos. En la antigüedad el observar los cielos nocturnos tenía las aplicaciones prácticas de determinar el tiempo y la ubicación del observador especialmente para la navegación en altamar. Además, el espectáculo nocturno fue la fuente principal de inspiración de leyendas, mitologías y para la creación de algunas religiones. Desgraciadamente, los cielos oscuros con su belleza de noches estrelladas, se han ido perdiendo debido a la contaminación lumínica que opaca la presencia nocturna de los astros. Esta contaminación es producida principalmente en las grandes ciudades industrializadas por el uso incorrecto de la iluminación, especialmente en el alumbrado público. Objetos celestes como la Vía Láctea ya no son visibles para muchas personas que viven en grandes ciudades, perdiendo así la visión de nuestro lugar en el Universo.

 Fotografía de Ilse Plauchau, tomada desde San Pedro Mártir para ver los domos de luz que producen las ciudades cercanas

Fotografía de Ilse Plauchau, tomada desde San Pedro Mártir para ver los domos de luz que producen las ciudades cercanas

El brillo en el cielo nocturno que oculta la vista de los astros en las grandes ciudades también se extiende hasta las áreas rurales: esta contaminación lumínica generada por el alumbrado en las ciudades afecta el desarrollo de la observación astronómica en instalaciones que algunas veces se encuentran ubicadas a grandes distancias de las áreas urbanas.

 

Legislación para proteger los cielos oscuros

Proteger el cielo nocturno de la contaminación lumínica es una responsabilidad de la sociedad actual, no sólo para el desarrollo de la astronomía sino también como patrimonio cultural de la humanidad. En febrero de 2016 se realizó en la Ciudad de México una reunión organizada por la Unesco, la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones nacionales e internacionales, con la intención de promover la conservación de los cielos oscuros y seguir impulsando la “Declaración en defensa del cielo nocturno y el derecho a observar las estrellas” para incluir los cielos nocturnos dentro de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

El estado de Baja California, donde se encuentra el Observatorio Astronómico Nacional, desde 2010 considera la prevención de la contaminación lumínica explícitamente en la Ley de Protección al Ambiente para el Estado de Baja California.  Además de esta ley los cinco municipios del estado deben tener y aplicar un Reglamento para Prevenir la Contaminación Lumínica  como el que fue promulgado por el municipio de Ensenada en 2006. El Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (IAUNAM), en su sede académica en Ensenada,  Baja California,  trabaja con las autoridades municipales en el estado para prevenir y combatir la contaminación lumínica1. Asimismo, el IAUNAM está buscando extender al resto de los estados una ley o reglamento que permita combatir la contaminación lumínica.

Existen diversas organizaciones internacionales que  promueven la conservación de los cielos nocturnos. La  Asociación Internacional de Cielos Oscuros  (IDA por sus siglas en inglés) es una asociación no lucrativa de los Estados Unidos con representaciones en varias partes del mundo incluyendo México que se dedica a educar y promover  la preservación de los cielos oscuros a nivel mundial. Asimismo, la Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) contiene un capítulo encargado de proteger los cielos nocturnos para el desarrollo de la astronomía observacional.

Chile, España y Estados Unidos, donde existente grandes e importantes observatorios astronómicos, cuentan con organismos y regulaciones para preservar los cielos oscuros de estos sitios.

 

Alumbrado público y contaminación lumínica

La fuente principal de contaminación lumínica es el alumbrado público: la contribución por el alumbrado doméstico y comercial no es relevante. De esta manera, la asesoría técnica a las autoridades municipales respecto al uso de la iluminación adecuada en el alumbrado público puede lograr una disminución en la contaminación lumínica además de un ahorro en sus recursos económicos. Se estima que los municipios gastan la mayoría de su presupuesto anual de energía eléctrica en el alumbrado público (~70%) en el bombeo del agua (~20%)  y el resto en iluminación y aire acondicionado en oficinas (~10%).

El alumbrado correcto no sólo implica una disminución en la contaminación lumínica sino también en la contaminación atmosférica debida a la disminución en la  emisión de gases  producidos por la generación de energía eléctrica para la operación del alumbrado público.

La protección de los cielos nocturnos no implica tener ciudades oscuras, más bien es aplicar la iluminación de la manera apropiada. Dos características importantes que tienen que tomarse en cuenta en el alumbrado público son la direccionalidad y la cantidad de la luz utilizada. La direccionalidad implica que sólo se debe iluminar el objeto que se quiere ver evitando que la luz vaya hacia el cielo: es decir, el alumbrado público debe enviar su luz directamente hacia abajo. Asimismo, la cantidad de luz no debe ser en exceso de manera que la luz no se refleje en el piso y luego proyectada hacia el cielo.

 

Las tecnologías de la iluminación

Anteriormente, las lámparas de vapor de sodio de baja presión eran las fuentes más eficientes en el uso de la energía eléctrica para la iluminación en el alumbrado público. Este tipo de lámparas tiende a distorsionar los colores por su luz monocromática color naranja. Para evitar lo anterior, se utilizan las lámparas de sodio de alta presión a las que se le ha añadido mercurio para hacer el color menos anaranjado (lo que se puede notar cuando empieza a encender la lámpara se nota de un color blanquecino).

La tecnología de diodos emisores de luz (LED por sus siglas en inglés) tiene una eficiencia superior a las lámparas de vapor de sodio de baja presión. Los LED pueden utilizarse en una gran gama de colores pero en el alumbrado público se utilizan principalmente con un alto contenido de luz azul que la hace fácil de ser dispersada por la atmósfera y contribuir de una mayor manera a la contaminación lumínica. El uso de lámparas con LED de colores más cálidos es menos probable de contribuir a la contaminación lumínica.

 

Contaminación lumínica y la salud

El problema de la contaminación lumínica afecta no sólo la observación astronómica, sino también la salud de las personas y el medio ambiente. A lo largo de generaciones, el cuerpo humano ha determinado sus ciclos circadianos a través de la secuencia alternativa y predecible de día y noche. Estos ciclos circadianos se forman de patrones de sueño y vigilia que influyen en diversos aspectos fisiológicos como por ejemplo la generación de hormonas. El efecto de la contaminación lumínica sobre los ciclos circadianos y su efecto en la salud de las personas es el objeto de investigaciones actuales y aún no se ha estimado conclusivamente su efecto, pero existen evidencias que apuntan en esa dirección. Los cambios en estos ciclos pueden ser responsables de problemas que van desde el insomnio y aumento de peso hasta algunos tipos de cáncer y trastornos psicológicos.

Referencia

 

1 http://leydelcielo.astrosen.unam.mx/index.php/en/

 

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