¿Movilidad ciclista, en una ciudad neoliberal?

La hermosa ciudad de Puebla; ciudad que tanto le ha invertido al desarrollo de políticas públicas en materia de movilidad ciclista, como parte de la  “preocupación” por el medio ambiente y, sumándose a las estrategias nacionales e internacionales para mitigar el aceleramiento del cambio climático, pero, ¿realmente han funcionado?

Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo

Ilustración: Diego Tomasini / Dibrujo

La ciudad de Puebla cuenta con un sector automotriz muy importante para el estado y para el país en general, acaso ¿estarían dispuestos a sacrificarlo para poder tener una verdadera ciudad ciclista que se pueda comparar con Ámsterdam o Copenhague?

Podemos escuchar a la administración en turno que sus proyectos ciclistas han sido “todo un éxito”, pero sorprenden los resultados de la evaluación que ha obtenido la ciudad de Puebla en este mismo campo.

Las ciudades mexicanas ciclistas se rigen bajo un manual de seis tomos que desarrolló el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP por sus siglas en inglés), en conjunto con la Interface for Cycling Expertise (I-CE), y gracias al respaldo de la Embajada de los Países Bajos y el auspicio de las empresas privadas holandesas establecidas en México como Philips, seguros ING, Shell, Randstad y Unilever. Estos mismos organismos son los encargados de evaluar a estas ciudades a través de 10 indicadores: presupuesto, capacidad institucional, monitoreo y evaluación, educación y promoción, regulación, planeación, intermodalidad, infraestructura, uso de la bicicleta y seguridad vial.

En la última evaluación realizada en 2015 la ciudad de Puebla se ubicó en el tercer lugar de 30 ciudades, cualquiera podría decir que es cierto que ha sido todo un éxito la implementación de políticas públicas en materia de movilidad ciclista, pero antes de creerlo vamos a los datos duros. De los 100 posibles puntos Puebla capital obtuvo unos penosos 31 puntos. Vamos más a fondo. Los resultados de todos los indicadores fueron desastrosos e irónicamente Puebla obtuvo cero en infraestructura, a lo que más se le ha invertido, a este rubro, se le han destinado millones de pesos, ¿Qué salió mal? Es simple: estamos bajo un sistema neoliberal de apertura de mercado, privatización de empresas estatales, y consumismo desenfrenado, solo basta con preguntarnos: ¿las empresas automotrices estarán dispuestas a dejar de vender autos?, la respuesta es obvia, con esto podemos explicar por qué está fracasando el proyecto de movilidad ciclista propuesto por el gobierno, el por qué nadie utiliza las ciclovías; estas, no proponen una movilidad que permita que el usuario conecte su lugar de residencia con el laboral y viceversa, así como lugares de recreación, y es que todavía quedan desiertos los puntos clave del éxito de estos proyectos, como son la cultura, la promoción, la inclusión y la educación.

Lo anterior ha sido un montaje que ha servido y, ¡vaya que ha servido muy bien!; políticamente hablando a las administraciones de los tres niveles de gobierno, que supuestamente se han preocupado por la sustentabilidad (término que de tanto uso ha perdiendo integridad), y el medio ambiente.

Simplemente este sistema social, político y económico no es compatible con la conservación del medio ambiente y la mejora de la calidad ambiental, esta última que tanto “resalta” dentro de la mayoría de los discursos políticos.

Hoy en día organizaciones de la sociedad civil realizan lo que representa el esfuerzo más loable, buscando una sociedad consiente e informada y que se torne incluyente ante la necesidad de utilizar medios alternativos de transporte para subsanar sus requerimientos de movilidad, el deficiente sistema de transporte público, el caduco y fracturado sistema de vías que conectan los distintos puntos de la ciudad, aunado al incremento del parque vehicular, generan niveles de estrés a las miles de personas que día a día se desplazan por esta ciudad, lo que también abona, a los crecientes niveles de violencia que día a día aquejan a la población, y el inminente deterioro ambiental, lo que sin duda, en un futuro muy cercano seguirá dando de qué hablar si no se generan políticas que verdaderamente deriven en acciones que mitiguen dicha problemática ambiental.

La forma actual de actuar de los gobiernos obedece a una visión global, fundamentalmente económica (se recomienda al lector, prestar atención a las propuestas dentro de la COP 13), y no local, esperamos que la necesidad de la población, que no ha sido hasta el momento tomada en cuenta, obligue a mejorar las propuestas en materia de movilidad y medio ambiente, y no quede sólo en un bonito escaparate que causa mayor impacto ambiental, que lo que soluciona.

 

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Joshua Villar Salazar: [email protected]