Una breve historia de la borrachera

Symposium

 

Forsyth, Mark. (2019). Una breve his- toria de la borra- chera: Cómo, por qué, dónde y cuán- do la humanidad se ha divertido desde la Edad de Piedra hasta el presente. Traducción de Constanza Gutiérrez. España:Ariel.

Forsyth, Mark. (2019). Una breve his- toria de la borrachera: Cómo, por qué, dónde y cuándo la humanidad se ha divertido desde la Edad de Piedra hasta el presente. Traducción de Constanza Gutiérrez.
España:Ariel.

Digamos que eras una señorita de la Atenas clásica y querías embriagarte. No podías. Las mujeres no eran aceptadas en los symposiums. O, para ser más precisos, las mujeres eran aceptadas, pero no las señoritas. Los symposiums se hacían en una sala privada en una casa llamada andron, que literalmente significa “sala de hombres”. Las únicas chicas que podían encontrar ahí eran esclavas: quizás una flautista, tal vez una bailarina o una prostituta, o una combinación de las tres. Pero ella no estaba bebiendo. Ella, como sea que lo  ires, era un divertimento.

Así que eran los hombres los que se reunían, y lo hacían en la casa de alguien. No era un bar. En un típico symposium podía llegar a haber treinta amigos, pero eso era poco común. Primero se comía, pero se hacía muy rápido y en silencio. Comer no era lo importante, la comida solo estaba ahí para acompañar al vino. Los atenienses tenían sus prioridades claras.

Cuando se acababa la cena, ibas al andron. Era una sala redonda, al centro de la casa, y su piso de piedra se inclinaba ligeramente hacia el centro para que fuese más fácil para los esclavos limpiarlo una vez que se hubiese acabado la reunión. Las paredes estaban decoradas con murales, generalmente con temas relacionados con la bebida. Quizás una ménade o dos, o un demonio abstemio siendo descuartizado.

Ordenados en círculos había sofás con cojines. Generalmente eran sofás de dos cuerpos, por lo que probablemente había entre seis u doce. Los hombres podían recostarse en los sofás con una almohada bajo el brazo. Sin embargo, los hombres jóvenes no tenían permitido recostarse. Tenía que beber con la espalda recta. El momento en que un chico era considerado lo suficientemente mayor como para recostarse es algo que variaba. En Macedonia solo podías echarte si ya habías matado a un jabalí.

Puede que haya sido necesario elegir a un anfitrión o symposiarch, un líder para esa tarde de bebida. Casi siempre era el anfitrión, pero si por alguna razón no lo fuera, se elegía por sorteo o tirando dados.

La primera tarea del anfitrión era elegir el vino y, por lo general, elegía el suyo propio, porque la mayoría de los caballeros atenienses eran propietarios de un viñedo. De hecho el sistema de clases de Atenas se construyó en torno a la magnitud de estos. El nivel más bajo era de quienes poseían uno de siete acres o menos, y el más alto el que tenía más de veinticinco. Si era verano, el vino habría sido enfriado en un pozo, o enterrándolo, y si eras muy, muy elegante, era importado. El vino más fino provenía de Lesbos.

El vino era trasladado en un gran tonel llamado kráter que estaba lleno de agua, y lo vertían ahí en una proporción de aproximadamente tres partes de agua por una parte de vino. El resultado se ponía en jarras que luego se utilizaban para llenar los recipientes de agua con dos asas, poco profundos, de los cuales la gente podía, por fin beber un trago. Pero no todavía. Primero que todo, había que hacer la libación. La libación es cuando se derrama vino perfectamente bueno en el piso, en honor a los dioses. En Atenas comenzaban los symposiums con tres libaciones. La primera era para los dioses, la segunda para los héroes caídos —especialmente si eran tus ancestros— y la tercera para Zeus, el rey de los dioses. Cada una era acompañada por una plegaria recitada por el anfitrión. También podían entregarse flores y perfume, para cuando todo esto terminara, probablemente ya hubieras estado ansioso por tener una copa.

La gran diferencia entre la manera en la que bebía los atenienses y la que lo hacemos nosotros es que para ellos era un acto deliberado. En una fiesta moderna en el mundo occidental uno podría emborracharse por error, pasarse de la cuenta. En un symposium, en cambio, nunca nadie se emborrachó por accidente. En un symposium te emborrachabas deliberada, metódica y públicamente. Todo el mundo recibía un recipiente con vino, y todos debían bebérselo todo antes de que se les rellenara. No hacerlo era visto como poco masculino y grosero. Cuando el anfitrión mandaba a beber, bebías. Esto no significaba que el anfitrión quisiera a todos borrachos. Él estaba a cargo y era su decisión si esa tarde la reunión sería lenta y leve o un jolgorio libertino. Lo importante es que él lo resolvía, no los invitados. Esta es, a propósito, la razón por la que el symposium más famoso de la historia era uno propiamente tal. El banquete, de Platón comienza con un invitado quejándose de la resaca que le dejó la noche anterior:

Se ofrecieron libaciones y, después de que el himno al dios fuese cantado, y de que hicieran las ceremonias habituales, estaban por comenzar a beber cuando Pausanias dijo: “y ahora, amigos míos, ¿cómo podemos beber dañándonos lo menos posible? Siento severamente los efectos de las bebidas de ayer y necesito tiempo para recuperarme”

Y esto llevó a una decisión extraordinaria:

Se acordó que beber no estaba a la orden del día, y que cada uno podría beber lo que quisiera.

Esto debe haber sido muy sorprendente para un ateniense, y esa es la razón por la que Platón debe deletrearlo, Beber sería “voluntario”. Qué incivilizados. Incluso deciden prescindir de la flautista.

Ahora la conversación podía comenzar, pero no de la manera que nosotros esperamos. Así como los invitados a un symposium no decidían cuánto iban a beber, tampoco elegían el tema del que iban a hablar, o si iban a conversar o no. El anfitrión anunciaba un tópico y luego cada uno de los invitados daba su opinión al respecto. En El banquete de Platón el tema es el amor. Jenofonte escribió una historia similar en la que el tema es “¿Qué es lo que más te enorgullece”?, y en ambas cada invitado debió presentar una larga y detallada respuesta.

 

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