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Tortillas infladas

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Las tortillas es un nutriente cotidiano de casi todos los mexicanos, entre los que la degustamos exageradamente y los ayunantes, cada semana consumimos un kilo por persona. Del total del gasto en alimentos y bebidas, en tortillas gastamos 8 por ciento; no es poca cosa, los incrementos de este producto en los dos últimos años afectan nuestras finanzas, en particular de los que menos ingresos reciben, que son los que tienen un mayor nivel de consumo de tortillas. En 2021 el precio de las tortillas aumentó, en promedio 12 por ciento y en 10 meses del año actual, 16 por ciento, de seguir esa tendencia, la inflación de 2023 sería superior a la del año en curso, era necesario regular el incremento del precio de la tortilla en particular y de los alimentos de la canasta básica en general.

La tortilla que consumimos la compramos en su mayor parte en las tortillerías (80 por ciento), donde el precio es más alto que en las tiendas de autoservicios, claro que el producto no es de la misma calidad: las de tortillerías, además de calientes (ya no es necesario calentarlas y hay ahorro de tiempo y de energía), son flexibles, tienen otra textura y sabor (maíz blanco nixtamalizadas), las de autoservicios se quiebran al calentarlas y son más rígidas (harina de maíz). Entre 2012 y 2020, el precio de la tortilla era 30 por ciento más alto en tortillerías que en tiendas de autoservicios, en 2021 fue 40 por ciento y en lo que va del año, 50 por ciento: los productores de maíz blanco han incrementado sus precios por elevación de costos, los distribuidores venden el maíz 60 por ciento por arriba del precio del productor y la maquila de la tortilla registra incremento en el costo del gas.

Para incentivar la producción de maíz hay que garantizar un excedente a los productores, los precios de garantía aplicados a partir de 2020 tienen ese propósito, se calculan con base al precio de futuro del maíz al cierre de la Bolsa de Comercio de Chicago y se le agrega un beneficio, dichos precios son similares al precio medio rural pagado al productor. A diferencia de los gobiernos neoliberales del PRI (y de Vicente Fox), en los cuatro años de gestión de Andrés Manuel López Obrador, el precio medio rural a pesos constantes del maíz ha aumentado 36 por ciento (en los cuatro primeros años de Felipe Calderón aumentó 17 por ciento). A precios nominales, el precio medio rural del maíz aumentó 68 por ciento entre 2018 y 2022, el precio del maíz blanco distribuido al mayoreo tuvo un registro similar y el precio ponderado de la tortilla varió en 41 por ciento para esos años. Los márgenes de ganancia bruta entre el precio del distribuidor y el precio medio rural es del 60 por ciento (incluye gastos de carga y descarga, transporte, empaque y merma), habría que eficientar esos gastos y disminuir el margen de beneficio para que el precio de la tortilla no se eleve tanto; también habría que revisar los gastos de manufactura y márgenes de beneficio de las tortillerías, el precio de venta de la tortilla se ubica dos veces por arriba del precio del maíz y un kilo de maíz genera 1.3 kg de tortilla o más, por lo que el margen de beneficio aumenta más, para ello habría que discutir la pertinencia de establecer precios oficiales de la tortilla, que no existe o por lo menos, crear las tortillerías del bienestar.

Las tiendas de autoservicios, según la Profeco, distribuyen solo 10 por ciento de la tortilla consumida y la variación de precios de ese producto ha sido de 27 por ciento en casi cuatro años de gestión de AMLO (en las tortillerías fue de 43 por ciento); si honraran su palabra y ya no aumentaran los precios de los productos básicos e incluso lo disminuyeran en el porcentaje acordado, la incidencia del alza del precio de la tortilla perduraría, ya que las tortillerías comercializan la mayor parte de la tortilla y ahí es precisamente donde los precios más han aumentado.

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