Usos alternos del maíz

Nativas y domesticadas por nuestros ancestros hay 59 razas de maíz que actualmente se cultivan en el territorio nacional, éstas más cinco razas de otros países forman el portafolio de semillas que actualmente disponen los productores de ese grano, básico en nuestra alimentación. El maíz no es el único alimento consumido, pero sí el más importante por su valor nutricional; en 2019, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el maíz aportaba a los mexicanos: 29 por ciento de las proteínas, 32 por ciento del suministro energético, 11 por ciento de la grasa y representó 17 por ciento del total de alimentos consumidos. Hace medio siglo era más significativa su contribución nutricional, otros productos (leche y derivados, huevos y aves de corral) lo están desplazando.

Del total de cultivos de ciclo corto, la mitad la destinamos al maíz y del total de cultivos sembrados (cíclicos y perennes), 34 por ciento. Todo el territorio nacional es milpa, o casi todo, también hay monocultivos de alto rendimiento, intensivos en el uso de agua y agroquímicos, mecanizados y que no emplean semillas nativas. La variedad cromática de maíces es amplia: los hay blancos, amarillos, azules, rojos, negros y morados; nuestro consumo alimentario se sustenta en el maíz blanco, al que destinamos 90 por ciento de la superficie sembrada, del amarillo cultivamos 7 por ciento y de maíces de otros colores (incluido el pozolero) sembramos 3 por ciento de la superficie de maíz en 2021 (SIAP). En los cuatro años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) la producción promedio anual de maíz fue de 27.5 millones de toneladas, cifra mayor a la de los gobiernos anteriores en el mismo periodo de sus gestiones; prorrateada por la población, la producción de maíz en los cuatro primeros años de AMLO fue de 217 kg por persona, de 208 kg con Enrique Peña, 209 kg con Felipe Calderón, 204 kg con Vicente Fox, 195 con Ernesto Zedillo, 172 Kg con Carlos Salinas y 178 kg con Miguel de la Madrid.

El consumo alimentario del maíz es de 120 kg por persona al año y producimos 191 kg por persona al año de maíz blanco, hay saldo positivo, sin embargo, tenemos que importar ya que hay otros usos no alimentarios del maíz (212 kg al año por persona) que no alcanzamos a cubrir. En 1961, según la FAO, del total del maíz consumido, 76 por ciento fue alimentación, 10 por ciento pienso (alimento para ganado) y 14 por ciento para otros usos; en 2019, esos porcentajes fueron 36 por ciento, 46 por ciento y 18 por ciento, respectivamente. El principal uso del maíz es para alimentar al ganado, después la alimentación de los humanos: entre 1961 y 2019, los alimentos crecieron 2.2 veces, el pienso 30 veces y otros usos, ocho veces. El crecimiento de la producción nativa de maíz es insuficiente para cubrir la demanda creciente de productores de carne e industriales e importamos 38 por ciento del consumo total de maíz cuando con Enrique Peña y Felipe Calderón fue de 32 y 26 por ciento, respectivamente. Los precios del maíz han estado al alza, el precio del maíz blanco puesto en el Golfo de Estados Unidos aumentó 69 por ciento entre febrero de 2022 y febrero de 2020; los precios del maíz blanco comercializado en la Central de Abasto de Iztapala subió 62 por ciento entre octubre de 2022 y diciembre de 2020 (Sistema Nacional de Información Integrada de Mercados) y los precios medios rurales del maíz subieron 55 por ciento entre el año agrícola 2020 y 2022 (Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera).

El maíz se cotiza en las Bolsas de Mercados de Futuro y hay una permanente especulación con su precio, ya por tendencias a la baja de la producción mundial (-0.5 por ciento en 2020, 0.5 por ciento en 2021 y -3.9 por ciento proyectado para 2023), disminución en las exportaciones (Ucrania, Rusia, Rumania y Turquía), alza en los precios de combustibles y de los fertilizantes (asociados a la guerra de Rusia y Ucrania), potenciales incrementos de importaciones de China. En los mercados de futuro se estima un aumento del precio del maíz hasta mayo de 2023, lo que aumenta los precios internos del maíz y de un producto muy sensible de nuestro consumo, la tortilla. Los cereales se utilizan con mayor frecuencia como pienso, lo que aumenta su demanda mundial y genera especulación en los mercados de futuro: en 1961 el 55.9 de la demanda mundial de cereales fue para alimento y 17.5 por ciento para pienso; en 2019, 48.6 por ciento de la demanda mundial de cereales fue para alimentación y 32 por ciento para pienso.

La capacidad de producción de alimentos de la mayoría de los países fue mermada por la apertura comercial, la desregulación de la actividad económica y la ausencia de políticas que privilegiaran la soberanía alimentaria y la autosuficiente de granos básicos. La demanda creciente de pienso a nivel mundial, al rebasar la capacidad nativa para satisfacerla, se ha satisfecho con importación que han acentuado la dependencia alimentaria a nivel mundial: las importaciones de maíz respecto al suministro interno (producción + importaciones – exportaciones + variación de inventarios) fue 7 por ciento en 1961 y 16.5 por ciento en 2019 y para el arroz, maíz y trigo en su conjunto, pasó de 11.6 por ciento en 1961 a 18 por ciento en 2019, la referencia de dependencia alimentaria es a volumen físico del producto, si consideramos valor, dicha relación es mayor, ya que los precios internaciones de los cereales es creciente.

 

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