Un dinosaurio en el exilio y la lucha contra el colonialismo científico

Dibujo publicado en Twitter durante la campaña #UbirajaraBelongstoBR. Autor: Saulo Daniel (SD-Arts) @saulodfp

Dibujo publicado en Twitter durante la campaña #UbirajaraBelongstoBR. Autor: Saulo Daniel (SD-Arts) @saulodfp

Pocos dirían que un dinosaurio del tamaño de un ganso desencadenaría una de las más grandes polémicas de la paleontología de los últimos años. Para bien o para mal, el Ubirajara jubatus de Brasil ha llamado la atención como pocos fósiles. Cuando se reveló al mundo, el 13 de diciembre de 20201, debería haber sido visto como un descubrimiento interesante desde el punto de vista científico, puesto que se trataba del primer dinosaurio no-aviano con plumas de Sudamérica. Sin embargo, su importancia se vio rápidamente opacada por un enmarañado de problemas éticos y legales. El estudio de Ubirajara es un típico caso de colonialismo científico: un fósil brasileño que fue a parar de manera sospechosa a un museo alemán (Museo Estatal de Historia Natural de Karlsruhe) y una investigación hecha exclusivamente por científicos extranjeros.

El concepto de colonialismo científico fue definido en 1967 por Johann Galtung como “el proceso a través del cual el centro de la adquisición del conocimiento sobre una nación está fuera de la propia nación”. Esto se aplica aun a la paleontología de varios países, cuyas investigaciones, en pleno siglo XXI, son predominantemente hechas por extranjeros. Además de Brasil, países como China, Mongolia, Marruecos, República Dominicana y Myanmar, han estado en la mira tanto de traficantes de fósiles como de investigadores sin escrúpulos. Los fósiles atraen la curiosidad del público y son un recurso valioso en muchos aspectos: científico, educativo, cultural y hasta económico, generando turismo y beneficiando al comercio local. Pero todos estos beneficios se quedan en un país extranjero cuando los fósiles son llevados legal —o ilegalmente— al exterior y terminan estudiados por equipos de otros países, creando dependencia científica y perpetuando desigualdades sociales.

En Brasil, como en toda Latinoamérica y la mayor parte del mundo, los fósiles le pertenecen al Estado. Durante décadas, sin embargo, miles de fósiles han salido ilegalmente de la región brasileña de Araripe, paleontológicamente muy rica pero con un bajo índice de desarrollo humano. Estos fósiles son adquiridos a precios irrisorios por extranjeros, llegan ilegalmente a ferias o subastas en Europa y terminan en colecciones privadas o en museos extranjeros.

Centenas de estos fósiles en el exilio han sido estudiados por científicos extranjeros de manera impune en las últimas décadas. Este problema es más que conocido por la comunidad científica de Brasil, pero estamos acostumbrados a que nuestras voces no sean escuchadas en el extranjero. Problema que no han tenido los autores del estudio de Ubirajara, y de varios otros fósiles extraídos irregularmente de Brasil. Por ejemplo, Eberhard Frey (excurador de vertebrados del museo donde está Ubirajara) era hasta 2021 nada menos que el presidente de la Asociación Europea de Paleontología de Vertebrados (EAVP, por sus siglas en inglés), mientras que David Martill, también autor del estudio sobre Ubirajara, publicó un artículo defendiendo abiertamente que los paleontólogos no respeten las leyes locales2.

Es una lucha que siempre ha sido desigual. Pero esta vez sería diferente. Estamos en la edad de las redes sociales, la comunicación científica en línea y las hashtags. El uso de hashtags como #BlackLivesMatter y #MeToo ha mostrado que las redes sociales pueden unir esfuerzos en pro de una causa. #UbirajaraBelongstoBR (Ubirajara pertenece a Brasil), creada en twitter por la paleontóloga y divulgadora científica Aline Ghilardi, se regó como fuego en internet a pocas horas de la noticia del nuevo dinosaurio. En Youtube se hicieron varias transmisiones denunciando el caso, una de ellas3 llamó al público a dibujar al Ubirajara y protestar en las redes usando #UbirajaraBelongstoBR. En pocos días era el dinosaurio más dibujado del mundo, artistas, niños y público en general participaban en la campaña. El ruido producido fue tan alto que en dos semanas la revista Cretaceous Research sacó del aire el estudio y colocó un aviso de que investigaba el caso.

En septiembre de 2021 el museo de Karlsruhe contraatacó, publicando en Instagram un comunicado en el cual afirmaban que el dinosaurio Ubirajara era “propiedad del estado de Baden-Württemberg” y que no lo devolverían al Brasil. En pocos días acumularon más de 10 mil comentarios poco amables de brasileños usando #UbirajaraBelongstoBR, y tuvieron que desactivar su cuenta en Instagram. Pocos días después, la revista Science4 reveló que Ubirajara fue importado a Alemania en 2006 por una empresa privada y comprado por el Museo Estatal de Historia Natural de Karlsruhe en 2009, contradiciendo las alegaciones de Eberhard Frey, quien afirmaba que lo había transportado él mismo a Alemania en 1995 portando un permiso del gobierno brasileño.

El 15 de noviembre de 2021 publicamos una carta5 en la cual explicamos los problemas legales y éticos, no solo de Ubirajara sino de otros fósiles que se encontraban en el museo de Karlsruhe y en otros del país. Enviamos la carta a la ministra de ciencia y cultura del estado alemán de Baden-Württemberg —los administradores del referido museo. Un mes después ella nos respondió prometiendo investigar del caso y tomar acciones contra los responsables. En marzo de 2022 publicamos un amplio estudio donde denunciamos el colonialismo científico en centenas de estudios sobre fósiles de Brasil y México6.

En julio de 2022, el Ministerio de Ciencia y Cultura de Baden-Württemberg anunció que el Museo Estatal de Historia Natural de Karlsruhe había actuado de manera deshonesta y ordenó la devolución del fósil a Brasil. También solicitó al museo que informara sobre todos los fósiles que se encuentran irregularmente en su colección. Eberhard Frey se jubiló prematuramente en 2022 y Norbert Lenz, también autor del estudio del Ubirajara y director del museo, fue removido de su cargo. Debido a la repercusión generada por el caso, algunas revistas académicas han adoptado políticas más rígidas sobre el origen legal de los fósiles en sus publicaciones. Además, algunos países comenzaron a entregar voluntariamente fósiles de Brasil: En octubre de 2021, Estados Unidos e América entregó 36 arañas fósiles, y en febrero de 2022, Bélgica devolvió un pterosaurio.

Al escribir estas líneas seguimos esperado por la repatriación no sólo de Ubirajara, sino de centenas de fósiles que se encuentran irregularmente en Karlsruhe y en otros museos de Alemania. Pase lo que pase, la ciencia no será la misma después de este caso. Ubirajara está ya en el salón de la fama de los malos ejemplos en la paleontología, junto a Archaeoraptor y al Hombre de Piltdown.

 

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Referencias

 

  1. Smyth, R.S.H. et al. 2020. WITHDRAWN: A maned theropod dinosaur from Gondwana with elaborate integumentary structures. Cretaceous Research.

 

  1. Martill, D. 2018. Why palaeontologists must break the law: a polemic from an apologist. The Geological Curator 10: 641-649.

 

  1. Padilha, P. K. 2020. ROUBARAM mais um DINOSSAURO DO BRASIL #UbirajarabelongstoBR. https://youtu.be/Uf_QjXwbEDU

 

  1. Pérez Ortega, R. 2021. Retraction is ‘second extinction’ for rare dinosaur. Science 374: 14-15.

 

  1. Cisneros, J.C. 2021. The moral and legal imperative to return illegally exported fossils. Nature Ecology & Evolution, 6:2-3.

 

  1. Cisneros, J.C. 2022. Digging deeper into colonial palaeontological practices in modern day Mexico and Brazil. Royal Society Open Science 9:210898.