Disrupciones globales en construcción; acciones urgentes ante el cambio climático

Avance de la expansión metropolitana Puebla-Tlaxcala. Fuente: Editado de Azuara- G. et al. 2023

El Reporte de 2022 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático nos invita a reflexionar sobre las acciones necesarias para no traspasar el límite del calentamiento planetario que arrojaría una trayectoria destructiva para la vida; el principal problema son las actividades humanas. Con base en dicho reporte, se presenta una síntesis del estado actual y futuro sobre Cambio Climático (CC).

De 2011-2020 la temperatura de la superficie global aumentó 1.1°C por encima de la registrada en 1850-1900 y a partir de 1970 mostró la más alta velocidad de incremento de los últimos ¡2 mil años! Las actividades humanas que incrementan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) son el uso insostenible de energía, el tipo de uso de suelo y sus cambios; no obstante, existe una gran desigualdad actual e histórica en las contribuciones de emisiones de GEI, determinada por las diferencias de los estilos de vida y patrones de consumo en las diferentes regiones, entre y al interior de los países y entre individuos. Las comunidades vulnerables que han contribuido menos al CC actual, son las más afectadas.

¿Cuáles son y dónde se han dado los cambios? El reporte señala que hay evidencias de incremento en eventos extremos como olas de calor, precipitaciones extremas, sequías y ciclones tropicales en toda la biósfera, es decir, en todos los ecosistemas del globo.

En la atmósfera, de las emisiones registradas históricamente acumuladas de Dióxido de Carbono (CO2) desde 1850, casi la mitad (42 por ciento de 2 mil 400 GtCO2) ocurrieron de 1990 a 2019. Tan solo en 2019 las concentraciones atmosféricas de CO2 fueron las más altas de los últimos ¡dos millones de años!, mientras que las concentraciones de metano y óxido nitroso fueron las más altas en al menos 800 mil años. Los principales causantes fueron los combustibles fósiles y procesos industriales (FFI), y los gases fluorados (F-gases). 79 por ciento de todas las emisiones de GEI provino de los sectores energía, industria, transporte y construcción; el resto provino de la agricultura, forestería y otros usos de suelo. En las áreas terrestres y marinas donde existe nieve o hielo, se han presentado cambios hidrológicos originados por el derretimiento de los glaciares y el descongelamiento del permafrost. En el océano, se incrementa el nivel del mar a un ritmo anual de 3.7 mm desde 2006, triplicando el aumento anual ocurrido entre 1901 y 1971.

Los impactos del CC suman cientos de especies perdidas por aumento del calor extremo, con eventos de mortalidad masiva en tierra y océanos. Las pérdidas se tornan cada vez más irreversibles haciendo más vulnerables a ecosistemas y seres humanos. Los eventos de calor extremo resultan en mortalidad y morbilidad humana pues han aumentado las enfermedades transmitidas por agua y alimentos y la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores.

Además, en muchos territorios se reduce la seguridad hídrica por sequías, deforestación y cambios de uso de suelo, y se incrementa la inseguridad alimentaria, ya que la agricultura, pesca y acuacultura son actividades vulnerables al CC. Se calcula que alrededor de 3 mil 600 millones de personas viven en contextos vulnerables, expuestos a inundaciones, pérdida de sus hogares, de sus medios de vida, de infraestructura estratégica (de transporte, energía, etcétera) y a sequías más frecuentes, actualmente casi la mitad de la población mundial experimenta escases severa de agua una parte del año debido a la combinación eventos climáticos y no climáticos.

Ante este panorama se pueden, sin embargo, contar algunas estrategias de éxito: la adaptación al CC se ha registrado sobre todo en el mundo rural, a partir de acciones de las comunidades campesinas como la diversificación de la agricultura, manejo sostenible del suelo, uso de principios agroecológicos, manejo y almacenamiento del agua, conservación de la humedad del suelo, mejora del riego, agroforestería, entre otras. Estos “progresos” provienen principalmente de las formas de vida tradicionales de pueblos originarios y campesinos del planeta, opuestas a la irracionalidad capitalista de apropiación de la naturaleza.

Hay avances también en la adaptación basada en ecosistemas como la infraestructura verde, restauración de humedales y bosques altos para reducir los riesgos de inundación y calor urbano.

Por su parte, la mitigación sólo ha sido consistente en 18 países que han reducido su producción de GEI y de CO2 a través de la eficiencia y diversificación de fuentes de energía, así como las economías circulares y la reducción en los desperdicios de comida.

El futuro. Para 2081-2100 el incremento de temperatura proyectado va de 1.4°C a 4.4°C. El calentamiento global continuado propiciará la intensificación del ciclo global del agua, incluyendo su variabilidad. Los sumideros de carbono (océanos, bosques y suelos) capturarán una menor proporción de las emisiones, continuando la reducción de glaciares, el incremento del nivel del mar y una mayor acidificación de los océanos. Las olas de calor compuestas y las sequías serán más frecuentes. Sin embrago, si ocurriera una gran erupción volcánica, enmascararía temporal y parcialmente el cambio climático al reducir la temperatura global de la superficie durante uno a tres años.

No obstante, para cualquier nivel de calentamiento futuro, los riesgos climáticos y no climáticos interactuarán cada vez más, creando riesgos compuestos y en cascada que son más complejos y difíciles de gestionar. Por ejemplo, se prevé una mayor inseguridad alimentaria interactuando con factores de riesgo no climáticos, como la competencia por la tierra entre la expansión urbana y la producción de alimentos, las pandemias y los conflictos. Aumentará la extinción de especies en bosques, arrecifes de coral y en las regiones árticas. Con incrementos entre 2°C y 3°C las capas de hielo de la Antártica poniente se perderán por milenios, el aumento del nivel del mar se aproximará a 2 m en 2100 y sobrepasará los 15 m para 2300 en el escenario de emisiones muy alto.

Este escenario de maladaptación (donde se supera 1.5°C) se puede evitar por medio de acciones flexibles, multisectoriales, inclusivas, justas, equitativas, de planeación e implementación de largo plazo. Para ello es necesario alcanzar emisiones “netas cero” o lo más cercano a emisiones “nulas” a través de una completa transformación del modo de producir, consumir y trasladarnos, de tal manera que los excesos puedan ser absorbidos por los sumideros naturales.

Por todo lo anterior, hay una urgencia de acción climática a corto plazo. El desarrollo resiliente al clima integra la adaptación y la mitigación para promover un desarrollo sustentable para todos y puede ser posible con base en una mayor cooperación internacional y procesos de transición justa. Pero, ¿qué se hará en Puebla si una tendencia estatal ha sido la expansión desmedida de la zona metropolitana, arrasando entre otras, las áreas agrícolas y forestales que permitirían una mayor absorción de CO2, captación de agua y producción de alimentos? Tan solo en la ZM Puebla-Tlaxcala los crecimientos urbanos han devorado mil 400 hectáreas anualmente en dos décadas, y en el mismo lapso en todo el estado se han perdido casi 500 km2 de bosques primarios, que representan 15 por ciento de su superficie. Según el reporte, las opciones y acciones implementadas en esta década tendrán impacto ahora y durante miles de años.

 

Referencia

Azuara G., Palacios E. y Villegas M. (2023). Metabolismo urbano rural de las zonas metropolitanas de Puebla 2000–2021. Impactos a los ecosistemas. Ed. Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Puebla.

 

 

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