Los eclipses, ayer y hoy

Los eclipses han sido objeto de fascinación y misterio durante miles de años. Desde la antigüedad, la humanidad ha observado estos eventos celestes con asombro y curiosidad. Con el avance de la ciencia moderna hemos llegado a entender mejor los mecanismos detrás de los eclipses y hemos sido capaces de predecirlos con precisión.

En primer lugar es importante entender qué es un eclipse. Un eclipse se produce cuando un objeto celeste se interpone entre otro objeto celeste y una fuente de luz. En el caso de los eclipses solares, la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, proyectando una sombra sobre la Tierra y bloqueando parcial o completamente la luz solar. En los eclipses lunares, es la Tierra la que se interpone entre el Sol y la Luna, proyectando una sombra sobre la Luna y dándole un color rojizo.

La observación y el registro de los eclipses se remontan a la antigüedad, con algunas de las primeras referencias escritas que datan de hace más de 4 mil años. En el pasado, se creía que los eclipses eran un mal presagio y que podían ser un signo de la ira de los dioses. En la Edad Media, algunos creían que los eclipses eran el resultado de la influencia de los demonios y que podían provocar pestes y hambrunas. En la cultura china, se cree que los eclipses solares eran causados por un dragón celestial que se comía al Sol. En la mitología griega se creía que los eclipses eran provocados por el dios Apolo, que se enfurecía y ocultaba al Sol cuando se le ofendía.

Sin embargo, con el desarrollo de la ciencia hemos podido entender mejor los mecanismos detrás de los eclipses y hemos sido capaces de predecirlos con precisión. En particular, la teoría de la gravitación de Newton permitió a los astrónomos predecir con precisión cuándo y dónde se producirían los eclipses.

La predicción de los eclipses es una tarea compleja que implica una serie de cálculos y mediciones precisas. Por ejemplo, para predecir un eclipse solar, se debe conocer la posición precisa de la Luna y del Sol en el cielo, así como la posición de la Tierra en su órbita alrededor del Sol. Además, se debe tener en cuenta la inclinación de la órbita de la Luna con respecto a la Tierra, lo que puede hacer que la sombra de la Luna caiga por encima o por debajo de la Tierra.

A parte de ser objetos de fascinación y misterio, los eclipses también tienen importantes implicaciones científicas. En la ciencia moderna, por ejemplo, durante un eclipse solar total, los científicos pueden estudiar la atmósfera del Sol, incluyendo su corona, que normalmente no es visible debido al brillo del Sol. La corona solar es una región de gas caliente que se extiende desde la superficie del Sol y está compuesta principalmente de hidrógeno y helio ionizado. Durante un eclipse solar, la corona se vuelve visible como una capa brillante alrededor del disco oscuro de la Luna. Los científicos pueden estudiar la corona para entender mejor los procesos físicos que ocurren en la atmósfera del Sol.

Además de la corona solar, los eclipses también pueden ser utilizados para estudiar otros fenómenos astronómicos. Por ejemplo, durante un eclipse lunar, los científicos pueden estudiar la composición de la atmósfera terrestre midiendo la cantidad de luz que se filtra a través de la atmósfera de la Tierra y llega a la Luna. Esta técnica ha sido utilizada para estudiar la composición de la atmósfera terrestre y para detectar la presencia de gases como el dióxido de carbono y el metano.

Otro ejemplo importante para considerar fue la expedición de Eddington. Eddington hizo sus históricas observaciones durante un eclipse que ocurrió el 29 de mayo de 1919 y que fue visible en la Isla Príncipe, frente al África occidental, y en partes de Brasil. Estas observaciones lo ayudaron a rectificar que se puede usar el sol como una lente gravitacional y que Einstein en su teoría de la relatividad tenía razón. Para probarlo consideró que la desviación calculada con la teoría general de la relatividad era de 1.745 segundos de arco, el doble de lo esperado con la teoría de Newton.

Eddington y sus colaboradores lograron tomar 16 fotografías del eclipse y las estrellas circundantes. Al comparar la posición de estas durante el eclipse con la posición conocida, sin el Sol en medio, encontraron que la desviación de los rayos luminosos era precisamente la predicha por la teoría de Einstein.

Para terminar, también debemos mencionar que fue debido a los eclipses que se descubrió la corona solar, y como estos descubrimientos hay otros más que resaltan la importancia de los eclipses. No solo son fenómenos maravillosos para el ser humano, sino que contribuyen al conocimiento científico cada vez que ocurren; de ahí su valor para la ciencia moderna.

* Este artículo fue desarrollado durante las sesiones de trabajo de un grupo de estudiantes de licenciatura de la FCFM-BUAP que llevan a cabo prácticas profesionales, servicio social o tesis de licenciatura bajo la dirección de Raúl Mújica del INAOE. En este espacio estarán apareciendo otros más, no se los pierdan.

 

 

* [email protected]