Notas para una estrategia estatal de políticas públicas en el estado de Puebla ante la crisis climática 

Como seguramente el lector o lectora de este suplemento habrá ya notado, el tema del cambio climático para Puebla es más un asunto de acciones urgentes encaminadas a prevenir y amortiguar lo más posible los impactos de la crisis climática en la que nos vemos envueltos. El deshielo de los glaciares de los volcanes de la Sierra Nevada, el abatimiento de los niveles freáticos de la cuenca del valle de Puebla, la reducción de las precipitaciones y el incremento de las temperaturas y en especial las de las llamadas “islas de calor” como la que se presenta en la ciudad de Puebla, son solo algunos de los indicadores de que nos encontramos en pleno tránsito de una crisis climática. Ante esta situación se recibe con beneplácito la publicación de la “Estrategia estatal de cambio climático 2021-2030” que emitió la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial del gobierno del estado de Puebla en abril de 2022. En este sentido, el presente escrito tiene por objetivo aportar algunas breves notas para resaltar la importancia de documentos de política pública desde la perspectiva de la crisis climática. Un primer punto a destacar es que la política pública debe responder a las necesidades y urgencias de la población local y territorial mediante consultas desde sus localidades; esto permitiría complementar la visión de los expertos científicos del estudio del clima y reforzaría los mecanismos hacia una estrategia de acciones desde lo local. Los conocimientos sobre estrategias de adaptación climática desde los grupos campesinos e indígenas de Puebla serían un insumo valioso para incorporarse en la estrategia estatal. Asímismo, la perspectiva de plantear una estrategia estatal ante la crisis climática, además de integrar la sabiduría de las poblaciones locales de Puebla, debe ser con un enfoque sistémico, que, si bien se menciona en el documento referido, no pasa de ser solo un deseo enunciativo ya que no se logra presentar un esquema de procesos de interacciones sistémicas si no un diagrama de flujo lineal “presión–respuesta” que responde al más clásico pensamiento positivista. De esta forma, difícilmente se podrán ofrecer respuestas específicas para las diversas regiones del estado de Puebla y menos aún bajo premisas de grandes oportunidades de invertir en la gestión del agua. Una estrategia de política pública (no privada) debería ofrecer a la luz de las premisas señaladas opciones claras y específicas para cada una de las 32 regiones del estado de Puebla. Un ejemplo de esto es la reciente regionalización de las demandas de la sociedad civil del estado de Puebla en relación a la nueva ley de Humanidades, Ciencia, Tecnología e Innovación elaborada por el Concytep en 2021. El agua es un derecho humano para todos los poblanos que debe ser garantizada en su acceso suficiente y digno antes que ser una fuente de negocios. Una estrategia estatal de políticas pública ante la crisis climática además de ser participativa (gobernanza), de enfoque sistémico (interdisciplinaria), atendiendo a una regionalización “desde abajo” (reconocimiento de los territorios), debe ser transversal a la agenda general de gobierno. Esto significa trabajar en modo matricial de complementariedad de funciones y atribuciones de todas las secretarias de gobierno a la luz de los principios de la sustentabilidad y la contingencia de riesgos antrópicos (no naturales).

Finalmente, termino estas breves notas señalando que los mecanismos de monitoreo de la calidad del agua y del aire en el estado de Puebla deben ser plenamente transparentes ante la ciudadanía. Esto obliga al gobierno a que los ciudadanos tomen un papel activo a fin de de cerciorarse y garantizar que los instrumentos de medición de gases de efecto invernadero, de calidad del agua y suelo estén correctamente calibrados y actualizados a las normas oficiales del gobierno mexicano. Además de que se requieren urgentemente mediciones de emisiones de gases de efecto invernadero en los sitios precisos de las fuentes fijas de emisiones (fábricas) a fin de poder contar con un inventario de gases de efecto invernadero con la mayor precisión posible de las cuantificaciones a lo largo del tiempo, evitando inferencias indirectas y de gran incertidumbre.

 

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