Talavera: tendencias y desafíos

· Foto: archivo de José Villalobos

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La Talavera se distingue por su historicidad, simbolismo y permanencia en la modernidad. Las cualidades históricas de la cerámica denominada Talavera datan de finales del siglo XVI. Probablemente fue el resultado de la fusión de las técnicas nativas cholultecas con los procedimientos de barro vidriado provenientes de la ciudad Talavera de la Reina, de la provincia de Toledo, España. La necesidad por “elevar” los utensilios indígenas, durante el periodo novohispano, hizo de Puebla de los Ángeles el centro manufacturero de la loza de lujo, la cual era destinada a familias españolas y criollas (Connors, 2000; Díaz y Álvarez, 2009). De ahí que, la cerámica suntuosa se convirtió en un signo, expresando identidad de clase, esto es, con expresiones sociales asociadas a la sofisticación de su posesión. La permanencia de la Talavera en la modernidad podría explicarse mayormente por su simbolismo e inclusión al sistema dominante de objetos, signos y representaciones en la construcción de significados diferenciados de los estilos de vida, es decir, como signo de sistemas culturales anteriores (Baudrillard, 1968, 1974).

El mestizaje cerámico originó el proceso productivo artesanal caracterizado en su doble cocción en altas temperaturas, vidriado de las piezas, uso de pigmentos minerales como antimonio, hematita, cobre, óxido de hierro y cobalto. Las técnicas coloniales permanecen en gran parte en talleres tradicionales y empresas talaveranas hasta nuestros días, en los municipios de Puebla, Cholula, Atlixco, Tecali, correspondientes al estado de Puebla y San Pablo del Monte del estado de Tlaxcala; donde, la actividad es un símbolo de identidad territorial, por su herencia, reconocimiento histórico y rasgos culturales. Además, los elementos abstractos del mercado han contribuido a su consumo en la industria cultural y turística, por medio de la denominación de origen emitido por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial de México en el año 1995. Asimismo, con la incorporación del proceso artesanal a la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, compartido con España por su trayecto migratorio, nombrado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el 2019. De ahí que la industria cultural tomara posesión simbólica y material del saber y hacer artesanal.

La cerámica en su forma artesanía tiene vigencia de consumo popular por su utilidad o función de souvenir en virtud de que la motivación de compra es el contenido simbólico, y reconocimiento histórico; caracterizada por sistema de imágenes e iconografía, estilo, acabado, labrado de las piezas en azul sobre el blanco, pero con influencia del arte español, chinesco y mudéjar, usada normalmente como elemento arquitectónico, de ornato y utilitario. En contraparte, la subordinación cultural ha originado estrategias empresariales que dictan las tendencias del mercado del diseño y modas, como la venta de neo artesanías con elementos modernos, algunas veces llamadas “diseños de autor”, que son diferenciadas por su estética minimalista, se puede encontrar, por ejemplo: joyería, vajillas, tibores, recubrimientos, juegos de té, lámparas, floreros, entre otros. A la vez, recorridos en el proceso productivo bajo esquemas experienciales y a la venta de consumidores que busquen vínculos con la organización, técnica y conocimientos de origen colonial, por ende, la tendencia es de comercialización de la representación artesanal encaminada a la sociedad del espectáculo.

Desde finales de los noventa la producción de Talavera contemporánea es pieza de arte, su sistema de imágenes simbólicas se reinterpretó con propuestas conceptuales, algunas de ellas críticas y otras transculturales que fusionan la Talavera con distintas expresiones, tales como el arte pop de Alejandro Osorio. La firma del artista, sello de denominación de origen, certificados de autenticidad y prestigio del taller talaverano aumentan la percepción del valor de las obras en el mercado, creando distinción y reconocimiento cultural. Así, se encuentran en el circuito del arte objetos como cuadros, tibores, platos, vajillas, lebrillos, esculturas y piezas zoomorfas, expuestas en galerías, muestras itinerantes y en los museos Amparo e Internacional Barroco de Puebla y Museo de las Américas de Denver. Entre los artistas que han participado se encuentran Manuel Felguérez, Jan Hendrix, José Raúl Anguiano, Francisco Toledo, Germán Montalvo, Francisco Castro Leñero, Magali Lara, Luis Nishizawa, Pedro Friedeberg, José Luis Cuevas, Juan Soriano, Leonardo Nierman, Raymundo Sesma, Vicente Rojo, Javier Marín, Heriberto Juárez, Gustavo Pérez, Luca Bray, Carlos Arias, entre otros.

Las nuevas configuraciones sociales de trabajo entre los artesanos y artistas se han ampliado a la participación de diseñadores y arquitectos, quienes contribuyen en la producción inmaterial por medio de conceptos, bocetos y producción de símbolos objetivados, de orden estético. La construcción simbólica se manifiesta por la valorización de las obras y del propio proceso artesanal, gestando un trabajo ampliado entre los sujetos involucrados. Al mismo tiempo, los clientes participan en las piezas talaveranas, inclusive los coleccionistas interactúan con los artesanos sobre su cosmovisión, gusto, sentimientos, emociones, desde su subjetividad, de ahí que se gestan nuevas implicaciones sociales (De la Garza, 2012; 2020). De manera que la situación desafía el trabajo del artesano porque modifica su composición de oficio en la transformación parcial de contenidos, división y órdenes de trabajo, por actores sociales de otros sectores, provenientes de los circuitos del arte, diseño y moda. Más aún, los pequeños talleres de Talavera tienen tensiones por las desventajas en términos de calidad y diseño desde las pautas de la estética moderna, poniendo en peligro su reproducción social, herencia generacional e inclusión en los procesos culturales contemporáneos.

 

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Referencias

 

Baudrillard, Jean. (1974). La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. España: Siglo XXI de España Editores.

  1. El sistema de los objetos. México: Siglo XXI.

 

Connors, Margaret. (2000). “Talavera poblana: cuatro siglos de producción y coleccionismo” en Mesoamérica, N.º 40.

 

Díaz, Alberto y Álvarez, Francisco Javier. (2009). La cerámica colonial y contemporánea México: Fondo Nacional para el fomento de las artesanías (Fonart).

 

De la Garza, Enrique.

(2020, enero). “El enfoque del trabajo no clásico” en Apuntes sobre el futuro del trabajo México: El Colegio de México. N.º 1.

(2012). “El trabajo no clásico y la ampliación de los conceptos de la sociología del trabajo” en Revista de trabajo. México. Vol., VIII, N.º 10.