Siempre me he preguntado por qué existe una carrera universitaria denominada “Ciencias Políticas” cuando se afirma, en una forma contundente, que es literalmente imposible aplicar el método científico en la forma de actuar de quienes se dedican a gobernar.
Efectivamente existen muchas conexiones entre el método científico y la política, pero su relación no es tan directa como en las ciencias naturales. Desde la época formativa más elemental se nos enseña que el método científico se basa en un enfoque sistemático y ordenado que se resume en la formulación de preguntas, observar fenómenos, obtener conocimientos y probar hipótesis, lo que nos lleva a formular nuevas preguntas que generan en forma continua el incremento en el conocimiento.
La observación de un fenómeno puede surgir de la experiencia directa, la revisión de literatura en investigación o la detección de ciertos patrones en datos que son recopilados.
A partir de esto, se formula una pregunta (uno de los pasos más importantes en el proceso de llevar a cabo una investigación), que además de ser clara, específica, obvia y lo suficientemente precisa como para ser investigada, da lugar a la formulación de una hipótesis, que es una explicación tentativa o una predicción sobre el fenómeno observado. Debe ser una afirmación que se pueda poner a prueba mediante experimentos o la recopilación de datos, de donde surgen una variedad que se clasifican de diferentes maneras, resaltando la hipótesis principal, la hipótesis nula, la alternativa, la causal, la direccional y la específica, entre otras.
Una vez teniendo estos elementos, se diseña una investigación, con un abordaje que depende del área de estudio y cuya información se recopila para analizarse de manera objetiva e interpretativa. Es en este momento cuando se aplican métodos estadísticos para poder determinar si los datos dan lugar a resultados que sean consistentes con las hipótesis, de modo que reflejen la realidad, para formular conclusiones y comunicar los resultados.
Uno de los aspectos más interesantes de la ciencia es el hecho de que se autocorrige y un error o un hecho contrario a lo que se investiga, motiva definitivamente la generación de otros conocimientos.
Uno de los conceptos que de alguna manera me intriga es el hecho de que el método científico no es perfecto y si bien representa una poderosa herramienta para acercarnos al conocimiento de la verdad, adolece de algunos defectos como el hecho de que nos puede conducir a conclusiones erróneas que parten de observaciones parciales. Además, es imposible tener un control de todas las variables, lo que nos limita a hacer generalizaciones definitivas. Por esta razón existen investigaciones que no pueden ser reproducidas con exactitud. También debemos de considerar que existen limitaciones tecnológicas que hacen imposible repetir ciertos experimentos, lo mismo que sucede hablando de dilemas éticos como el discutible uso de animales o la exposición de participantes humanos que sean sometidos a riesgos potenciales.
De todos modos, considero que la ciencia ha contribuido en una forma importante a conocer nuestro entorno y ayudarnos a entender lo que sucede alrededor; sin embargo, bajo esta óptica, no puedo comprender cómo los políticos abandonan la visión de recurrir a la ciencia para tener un abordaje más realista a la toma de decisiones, metodológicamente y con una visión apoyada en datos y resultados de investigaciones científicas que fundamenten las resoluciones que se tomen ante los problemas que cotidianamente se van presentando. En este sentido considero que los gobernantes pueden tomar en cuenta modelos predictivos que surgen de investigaciones previas para que existan menores probabilidades de errores ante la necesidad de implementar medidas de gobierno.
Desgraciadamente la imagen de muchos políticos está devaluada con una acentuación de esta percepción precisamente en épocas de elecciones, sin considerar la amplia gama de experiencias, conocimientos, habilidades y destrezas que van desenvolviendo a medida que van desarrollándose. Es indudable que algunos políticos son expertos en áreas específicas, como economía, derecho, ciencias sociales o política internacional y pueden tener un profundo entendimiento de los temas que enfrentan. Otros poseen cualidades de oratoria que resultan sorprendentes y también los hay con personalidades particularmente atrayentes, más allá de su aspecto físico.
Por supuesto, como en cualquier profesión, hay individuos que pueden carecer de conocimientos en ciertos temas o que pueden no estar bien informados sobre innegables cuestiones. Esto puede deberse a una variedad de factores, como limitaciones de tiempo, falta de acceso a información actualizada o enfoque en áreas de interés personal en lugar de visualizar los fenómenos en cuestiones más amplias.
La política es un proceso complejo que requiere habilidades de negociación, liderazgo, comunicación y toma de conclusiones. Los políticos enfrentan constantemente desafíos difíciles y deben equilibrar una variedad de intereses y opiniones en la toma de decisiones. Si bien algunos pueden no estar completamente informados sobre todos los temas, eso no necesariamente los hace ignorantes en general. En última instancia, es importante evaluar a los políticos individualmente en función de sus acciones, decisiones y capacidades, en lugar de generalizar sobre todo el campo político.
Cuestiones que deben de ser analizadas con un escrutinio particular se dan en primer lugar por los casos de corrupción que pueden socavar la confianza del público en las instituciones gubernamentales. Cuando los políticos son percibidos como actores que priorizan sus propios intereses sobre el bienestar público, se genera desconfianza entre los ciudadanos. Por otro lado, el hecho de que a menudo se hagan promesas durante las campañas electorales que luego no se cumplan una vez que se está en el cargo, socialmente es muy doloroso. Esto puede llevar a la percepción de que los políticos son poco confiables y poco sinceros, lo que contribuye a la devaluación de su imagen.
La polarización política ha aumentado en las últimas décadas, lo que ha llevado a una mayor división y confrontación entre diferentes grupos. Esta polarización puede generar una visión negativa de los políticos por parte de aquellos que no comparten sus puntos de vista. Se genera insatisfacción, malestar, preocupación y por supuesto, decepción.
Creo sinceramente que la incorporación de personas que en un momento de su vida hayan participado activamente en proyectos de investigación de carácter más cuantitativo que cualitativo puede ser un medio para mejorar la percepción universal de la política, restaurando la confianza social en procesos de divulgación de resultados más comprobables metodológicamente que los que se limiten simplemente a la percepción. En pocas palabras, afirmo que es fundamental actualmente aplicar más ciencia en la política que política en la ciencia.