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Nearshoring y la revisión del T-MEC 2026; desafíos y oportunidades para México

En un mundo de incertidumbre fundamental en el cual la economía global enfrenta desafíos profundos y multifacéticos, como la aceleración de la supremacía económica de China, el neoproteccionismo de Estados Unidos, la guerra comercial y la imposición de aranceles tanto de la administración Trump 2.0 (incluyendo a los socios comerciales tradicionales) están en pleno apogeo, se vuelve indispensable un cambio de dirección de la política económica de México.

Bajo esa perspectiva, el próximo año los tres países del Tratado entre Mexico, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) revisarán el estado actual del acuerdo, con la posibilidad de hacer modificaciones en caso necesario.

 En general, el T-MEC es beneficioso para sus tres integrantes, respectivamente. En el caso de México, a partir de 1995, siempre tuvo superávit en el comercio de bienes con Estados Unidos. Incluso, en la era de Trump 2.0 caracterizado por el proteccionismo, entre enero y abril de este año, México está experimentando un superávit comercial de 61,276.8 millones de dólares con nuestro vecino del norte. Sin embargo, es importante analizar el comportamiento de la Pymes mexicanas en el comercio internacional. Según los datos de INEGI, considerando que 99.8 por ciento de los establecimientos del país entraba en la categoría «micro, pequeño o mediano» de los 4.8 millones de pymes solo 4.6 por ciento de las MiPymes mexicanas participan en el sector exportador.

En el caso de Canadá, incluso antes de la firma del tratado, Canadá registraba superávit comercial en su balanza con Estados Unidos, según el Desarrollo de las Exportaciones de Canadá (EDC por sus siglas en inglés), en 2023, el comercio entre Canadá y Estados Unidos superó los 1.3 trillones de dólares canadienses, con 3.500 billones de dólares canadienses en bienes y servicios que cruzan diariamente la frontera entre ambos países. Desde 2015, el comercio bilateral ha aumentado en más de 400.000 millones de dólares canadienses.

Para Estados Unidos, según los datos del Census Bureau, las exportaciones de bienes estadounidenses a México en 2024 ascendieron a $334 mil millones, un aumento de 3.5 por ciento ($11.3 mil millones) con respecto a 2023. Además, de acuerdo con la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés), la IED del T-MEC en Estados Unidos (acumulado) fue de 623.1000 millones de dólares en 2022, un aumento del 0.8 por ciento con respecto a 2021. La Inversión directa del T-MEC en Estados Unidos está liderada por las instituciones financieras y de seguros, la manufactura y las instituciones de depósito.

En este contexto, hay una pregunta que sigue provocando serias dudas a lo largo de los últimos años y ha cobrado fuerza en el debate de política económica: ¿Cómo México puede utilizar el nearshoring como argumento estratégico en la revisión del T-MEC el primero de julio de 2026?

Antes de abordar esa pregunta, resulta pertinente comprender la filosofía básica detrás del concepto de nearshoring o relocalización. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó una visión geográfica del nearshoring, en la cual México se ha convertido en la fábrica de América del Norte. En este contexto, tanto la economía mexicana como la estadounidense se encuentran integradas en un entorno real de evolución continúa caracterizado por un intercambio comercial mutuamente beneficioso. Además, la vecindad geográfica con Estados Unidos funcionó como una ventaja estratégica que favoreció la llegada de inversión extranjera a México.

Sin embargo, tanto académicos como tomadores de decisiones mantienen posturas divergentes acerca de la contribución de nearshoring en el crecimiento económico de México. De acuerdo con la Cámara de Comercio México-Estados Unidos, Capítulo Noreste (USMCOCNE, por sus siglas en inglés), considera que el fortalecimiento del peso mexicano durante el primer semestre del 2024 puede atribuirse en parte al fenómeno del nearshoring. Sin embargo, esta misma institución advierte que, de continuar la apreciación del peso mexicano, podrían surgir desafíos para las transacciones comerciales transfronterizas, afectando así el sector exportador del país.

 Por el contrario, en una análisis crítico realizado en 2024, Samuel Ortiz Velázquez proporciona una visión menos optimista sobre la contribución de nearshoring en el crecimiento económico de México, según su evaluación, la estrategia de nearshoring enfrenta limitaciones estructurales, debido a que las exportaciones mexicanas tienen un alto porcentaje de insumos importados y presentan vínculos débiles con el resto de la economía nacional, lo que reduce su capacidad para generar un crecimiento sostenido e inclusivo.

Considerando este punto de vista, coincidimos con la conclusión de Samuel Ortiz de que el nearshoring aún no se ha consolidado como el principal impulsor del crecimiento de la economía mexicana. Por ejemplo, desde el año 2000 se observa una tendencia decreciente significativa en los flujos anuales de Inversión Extranjera Directa (IED) provenientes desde Estados Unidos hacia México. Por ejemplo, según los datos de la Secretaría de Economía, durante los últimos 24 años, la IED proveniente de Estados Unidos pasó de 22,074 millones de dólares en 2001 a 16,513 millones de dólares en 2024.

Al analizar el Plan México, que representa un marco integral propuesto por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, revela una apuesta por la transformación del país mediante la implementación de la Estrategia de Desarrollo Económico Equitativo y Sustentable para la Prosperidad Compartida. En ese contexto, tanto la meta 11 y la misión 14 del Plan México abordan de manera explícita el papel de las pymes mexicanas como el vehículo en la dinamización del neashoring, particularmente desde el enfoque financiero.

Desde esa óptica, se reconoce que las pequeñas y medianas empresas mexicanas enfrentan una persistente fragilidad financiera, la cual se traduce en una crisis de liquidez que limita su capacidad para potenciar las oportunidades derivadas no solo del nearshoring en el marco del T-MEC, sino también aumentar su participación en el comercio exterior.

Proveer los recursos necesarios financieros a las pymes y con ello evitar su fragilidad financiera, la cual podría derivar en incertidumbre financiera, constituye una condición importante pero no suficiente. Para facilitar el desarrollo de una transformación productiva y crecimiento con igualdad, se requieren políticas industriales a largo plazo que trasciendan un sexenio, así como políticas de competitividad, la generación de un ecosistema para el crecimiento sostenido de las pymes, el fomento a su transformación digital, formación y desarrollo de competencias para las pymes, entre otros.

Tal como se ha mencionado, sin MiPymes, no hay nearshoring. Bajo esta perspectiva, la próxima revisión del T-MEC, prevista para el próximo año, debe enfocarse precisamente en hacer que el nearshoring sea una realidad tangible y en consolidarlo como un catalizador de la IED en México.

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