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Ciencia y arte, dos grandes aliados

· Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo” *

Para la ciencia, el arte ha sido a lo largo de la historia un gran aliado, y es que desde el comienzo de la humanidad el plasmar a través de pinturas lo que había y cómo era la vida de esos primeros pobladores fue fundamental. Viajemos en el tiempo y vayamos a la cueva de Altamira, en España, es uno de los registros de pintura rupestre que datan del Paleolítico de hace aproximadamente 36 mil años, dichas pinturas resaltan por el realismo de los bisontes, caballos y ciervos, además del uso de relieves naturales de la roca crean un efecto tridimensional, gracias a estos registros se pudo conocer un poco de la fauna y la relación con el hombre de aquella época.

Otro de los ejemplos clásicos del arte y la ciencia es el grabado xilográfico del pintor Alberto Durero en 1551, mundialmente conocido como “El Rinoceronte de Durero”; dicha imagen creó fama debido a que fue hecha basándose en una descripción escrita de un rinoceronte indio que había llegado a Lisboa; lo interesante es que la imagen fue copiada en varias ocasiones, debido a que era una representación confiable de un rinoceronte y que para muchos era la única imagen que tenían acerca de estos organismos.

Siguiendo en el tiempo y viajando hacia América, la ilustración científica jugó un papel muy importante en la relación de la ciencia con el arte, y es que, hablando de manera particular de nuestro país, existen ilustraciones hechas por diversos naturalistas, en donde plasmaron principalmente las plantas que había y sus usos en términos médicos durante el México prehispánico. Uno de los trabajos más importantes fue el de Francisco Hernández, mejor conocido como el “Protomédico general de las Indias”; Hernández pasó aproximadamente seis años en la expedición a la Nueva España, en donde estudió los efectos curativos de las plantas, las describió y anotó los usos que les daban los indígenas. En total fueron alrededor de 3 mil especies de plantas y 400 especies de animales que plasmó en sus escritos.

El trabajo realizado por Hernández tuvo continuidad a través del naturalista José Mariano Mociño y Martín de Sesse, quienes encabezaron La Real Expedición Botánica a la Nueva España. Mociño, de origen mexicano, se dio a conocer debido a su conocimiento tan preciso y extenso en botánica, durante la expedición junto con Sesse escribieron Plantae Novae Hispaniae y Flora Mexicana, documentos que dieron pie a la clasificación de más de 3 mil especies.

Y si hablamos de la relación arte y ciencia, uno de nuestros favoritos es el paisajista mexicano José María Velasco. Velasco nació el 6 de julio de 1840 en Temascalcingo, estado de México. Siendo muy pequeño se mudó a la ciudad de México para continuar con sus estudios; lamentablemente al poco tiempo de haber llegado a la capital su padre enfermó de cólera, provocándole la muerte; esto generó que Velasco empezara a trabajar desde muy pequeño. Cuando cumplió 15 años ingresó a la Academia de San Carlos, en donde tuvo de maestro al pintor italiano Eugenio Landesio, quien lo metió al mundo del paisajismo; sin embargo, con el paso del tiempo se dio cuenta de que debía de tener conocimientos más amplios en todo lo que dibujaba, por lo que decidió ingresar a la Academia de Medicina para estudiar botánica, zoología, anatomía, geografía, física, entre otras. Esto le permitió tener un acercamiento más profundo a las ciencias, tanto que llegó a pertenecer a la Sociedad Mexicana de Historia Natural. Dentro de los aportes más sobresalientes de Velasco fue la “Descripción, metamorfosis y costumbres de una nueva especie del género Siredon”, en donde daba a conocer datos precisos sobre el ajolote mexicano.

Sin embargo, al revisar esta descripción Alfredo Dugé, el padre de la herpetología mexicana, se percató de que existía un pequeño error en el nombre propuesto por Velasco, ya que era otra especie; no obstante, Dugé decidió conservar esa descripción hecha por Velasco y en honor al paisajista le puso el nombre científico de Ambystoma Velasci, mejor conocido en la actualidad como el ajolote del Altiplano.

Actualmente Velasco sigue siendo un referente en la relación arte y ciencia; es por esto que los invitamos a que asistan al Museo Nacional de Arte (Munal) en la CDMX, a la exposición “Los apuntes del pintor”, en donde podrán apreciar de cerca el ojo científico de José María Velasco.

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