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Expansión del gasto público

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El crecimiento de la producción de bienes y servicios (PIB) de México del año en curso estará más cerca del 1 que del 3.5 por ciento pronosticado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) hace un año. Hoy esa dependencia estima que el PIB del año entrante será de 3.9 por ciento; los hechos indican un comportamiento de la economía similar al de este año. La economía estadounidense registra tasas de crecimiento decrecientes y, al tercer trimestre del año en curso, el consumo en Estados Unidos había crecido en 1.5 por ciento y la importación de manufacturas lo hizo en 1.8 por ciento. Es de sobra conocido que la mayor parte de nuestras exportaciones tienen como destino ese país y que una reducción del consumo y de la importación manufacturera nos afecta más que proporcionalmente, además, los republicanos cabildean un presupuesto público recesivo, lo cual deprimirá el consumo y la importación.

En el tercer trimestre de este año la producción industrial cayó 0.6 por ciento con relación al mismo trimestre del año anterior, en tanto el PIB aumentó en 1.3 por ciento en el mismo lapso. Es posible que el total de empleos este año no sea mayor a 500 mil, la mitad de los demandados. Con una demanda efectiva contraída; una disminución en la entrada de divisas por concepto de exportación, remesas e inversiones es plausible que la economía no crezca en la magnitud reportada por la SHCP en su Ley de Ingresos de la Federación 2014, sino en un porcentaje más cercano al del año en curso. Por ello es necesario ampliar el gasto público y orientarlo hacia inversión pública con el propósito de reactivar la economía, aumentar la masa salarial y la demanda efectiva. Ampliar el déficit público y no contraerlo es más propicio si se pretende crecer en los términos que dicha Secretaría estima.

La reforma hacendaria del 2014 es regresiva y contraerá aún más la demanda de bienes de consumo no duraderos; las tasas de interés internacional están al alza y es probable que disminuyan los flujos de inversión hacia México, y las remesas siguen contraídas dado el poco dinamismo del consumo en Estados Unidos. Ante este panorama se requiere propiciar crecimientos endógenos, sustituir bienes de consumo no duraderos y aumentar la participación pública en la formación bruta de capital. La ampliación del déficit público puede ser positiva si se orienta hacia esos objetivos.

Contraer el gasto público y la inversión, e incrementar la tributación, es altamente procíclico e injusto, sobre todo cuando los excluídos de siempre tienen un menor poder adquisitivo, son ajenos a la seguridad social y a los sistemas de salud, padecen hambre secular, y no hay garantía ni respeto por sus derechos humanos. En su honor (Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018), el Ejecutivo federal les promete inclusión y el disfrute irrestricto de una sobrada calidad de vida con mejoras inmediatas en educación, alimentación, salud, vivienda y seguridad social y, en el presupuesto, los condena a la indigencia, precariedad y al ostracismo.

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