Cada vez que se encuentre usted de lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. Mark Twain.
Qué ocurriría si un día al llegar a casa encuentra una propaganda que anuncia el siguiente curso: “aprende a pensar en 30 días y sin ningún esfuerzo”. Quizá suene interesante, y cabría preguntarse si valdrá la pena el dinero que se gastará para adquirirlo.
Otra posibilidad sería preguntarse ¿aprender a pensar? ¿cómo? Todo mundo piensa. Un curso como éste ofende a cualquier persona inteligente, seguro que quien lo ofrece es el que necesita tomarlo. ¡Es absurdo!
Es posible que en el paso por la escuela se llegue a afirmar que el simple hecho de ser humanos faculta el pensar. La educación debe ir más allá: ha de demostrar que se cuenta con un funcionamiento intelectual aceptable que permita desempeñar las actividades de la vida de forma eficiente.
El pensar propiciará que disminuyan las ocasiones en que se cometen errores o en que se opina de forma incorrecta. Por lo tanto invertir para aprender a pensar puede resultar bastante benéfico, aunque es una inversión a largo plazo que implica reflexionar sobre el tipo de ciudadano que se quiere ser. Entonces, reflexionar requiere de tiempo, que bien invertido, impedirá improvisar y tomar decisiones espontáneas e imprudentes, mismas que podrán resultar perjudiciales porque guían hacia el llamado “pensamiento único” característico de aquellos que quieren imponer sus ideas a los demás coartando su libertad.
En la labor diaria de un buen docente se lucha por formar personas que sean críticas, que ejerzan con responsabilidad su derecho a expresarse libremente y que sean capaces de implementar formas de convivencia más justas, democráticas y humanas. Es el pensamiento crítico una herramienta imprescindible para cerrar las puertas a la censura, al ataque y a la descalificación de los otros atentando contra su dignidad. De ninguna forma el desacuerdo y la discrepancia impiden las relaciones; el verdadero obstáculo es la convicción de que la opinión propia es la única válida y poseedora de la verdad y que las de los demás, son nada más opiniones.
La herencia cultural y social ha determinado patrones muy pesados en la sociedad acerca del pensamiento y hay muchos profesores y estudiantes que muestran las características anteriormente descritas. Resulta entonces imprescindible un cambio radical en la manera de educar. Es factible que, a través de los procesos de formación continua del profesorado, adicionado con una reflexión crítica de su práctica cotidiana, realice los cambios necesarios, concibiendo las clases desde una perspectiva dialógica y no como un monólogo, donde el único que expresa sus ideas es el profesor. Las propuestas siguientes son las que conforman los tips para maestros del presente artículo:
· Renunciar al autoritarismo tradicional que transmite un profesor y establecer relaciones de confianza que para nada están disociadas del mutuo respeto.
· Comentar y analizar las noticias relevantes del día o de la semana para que los estudiantes externen sus opiniones sobre ella y hacerlos conscientes de su realidad social y así sacarlos del abismo de indiferencia que habitan.
· Leer y propiciar leer al inicio de cada clase un cuento o texto breve, y luego hablar de él en un ambiente de desarrollo de la imaginación. Habrá buenas probabilidades de que se genere el hábito de leer, que llevará a los chicos a buscar las fuentes del conocimiento.
· Realizar preguntas agudas y permitir que ellos las formulen, a fin de enjuiciar la información que encuentran por todos lados.
· No afirmar que hay certezas o verdades absolutas, para que la duda y la incertidumbre permitan el avance de la construcción de sus conocimientos.
· Promover la libre discusión de las ideas, a través de debates bien diseñados, ya sea en el salón o en espacios más abiertos y públicos, para confrontar diversos puntos de vista y racionalizar de diferente forma los temas tratados.
Referencias
BAUMAN, Z. (2005). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
FACIONE, P. (2003) “Pensamiento crítico. ¿Qué es y por qué es importante?”, en Mesa Redonda Digital, 1, Santiago de Chile: Universidad Nacional.
MORÍN, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo, Barcelona: Gedisa