La economía mexicana no tuvo sus mejores momentos en el año recién concluido: el crecimiento del producto y de los servicios apenas igualó al de la población; el desempleo, la pobreza y la pérdida de poder adquisitivo aumentaron, al igual que la deuda pública y el déficit comercial. Para colmo, el incremento en los precios de los alimentos básicos, las tarifas de los servicios públicos y los energéticos fue tres veces más alto que la inflación nacional; esta última finalmente se ubicó dos tantos por arriba de la inflación en Estados Unidos.
El crecimiento de la economía en los tres últimos decenios ha sido lento e inestable, con decrementos dramáticos en 1986, 1995 y 2009. El producto por habitante apenas ha mejorado, se crece poco y el saldo migratorio negativo con el exterior se revirtió desde hace un lustro: el ingreso monetario disponible por familia hoy en día es menor al registrado en 2000. A esta precarización económica se suma la inseguridad de las personas, tanto en la vía pública como en sus hogares. Si el parámetro de las políticas públicas fuera la calidad de vida y la dignidad, han fracasado tanto priistas como panistas, es necesario evaluar las estrategias y las políticas públicas que prometieron lo contario a lo observado.
Las percepciones de la situación económica de las familias son concomitantes al rumbo de la economía: cuando no se generan empleos y/o se deteriora el ingreso de las familias, éstas consideran que la marcha de la economía es incorrecta; sin embargo, la renovación de las administraciones públicas genera expectativas positivas de cambio; aún hay esperanzas de un mañana mejor. Los magros resultados de esas administraciones públicas minan cada vez más dichas expectativas y sedimenta la necesidad de un viraje significativo de las políticas públicas.
En el municipio de Puebla y únicamente en los hogares que disponen de teléfono en casa, la percepción de precarización económica de las familias se ha acentuado, y las esperanzas de mejoramiento han decaído. En los tres primeros años de la administración de Melquiades Morales Flores y la de Mario Marín Torres, seis de cada 10 ciudadanos dijeron que su situación económica era peor que la del año anterior, en la primera mitad de gobierno de Rafael Moreno Valle, siete de cada 10 opinaron lo mismo. La expectativa de que el año entrante fuera mejor que el actual fue de 50 por ciento en las dos primeras mitades de Melquiades Morales y Mario Marín y de 44 por ciento en la del actual mandatario estatal. Sin menoscabo de algunos instrumentos o políticas detonantes de crecimiento económico sectorial o regional, el balance de los ciudadanos del municipio mencionado no es nada positivo con las administraciones públicas estatales o federales; es prudente escucharlos y atender sus peticiones; si a esos ciudadanos que reciben los mayores ingresos de la entidad poblana y que tienen un nivel de vida muy superior a la media les va mal, qué decir de aquellos que secularmente han sido excluidos.