¿Qué hace un astrónomo promoviendo la lectura? Generalmente así inicio las conferencias cuando hablo con profesores, bibliotecarios y otros promotores de lectura cuando me invitan a hablar sobre los textos informativos (los que otros llamamos libros de Divulgación Científica), pero la verdad es que no estoy muy seguro todavía de la respuesta, así que haré lo mismo que con ellos; platicarles un poco de cómo llegué aquí.
Todo empezó con la invitación de Alma Carrasco al proceso de selección de libros de las Bibliotecas de Aula, allá por 2003, en el Consejo Puebla de Lectura. Desde el inicio reunimos a científicos de diversas áreas (físicos, químicos, biólogos, etcétera), divulgadores y promotores de lectura, a discutir sobre las características generales que debían tener los libros informativos para ser considerados como los mejores para estar en la aulas de todas las escuelas públicas de nuestro país.
Como no podíamos desperdiciar esta gran conjunción de expertos en diferentes disciplinas, luego de esto generamos otras actividades, relacionadas siempre con la lectura, unas que se han vuelto permanentes y que se han extendido a otras sedes, dentro y fuera del estado, como los Baños de Ciencia, talleres de ciencia para niños, que se llevan a cabo desde 2005. En cada taller se invita a un experto a que exponga brevemente un tema de ciencia, se tiene una actividad manual para reforzar el contenido y se cierra con la muestra de libros sobre el tema, para aquellos que quieren seguir informándose aún sin la presencia del experto.
Entre otras actividades que siguieron, permanentes pero menos frecuentes, se encuentran los diplomados, la edición de libros y la presencia en eventos. Por ejemplo, desde hace varios años en Ferias de Ciencia o eventos masivos de divulgación científica como la Noche de las Estrellas o el Reto México, aparecen bibliotecas, bebetecas y talleres de promoción de lectura mezclados con los de ciencia.
Por otro lado, hemos incluido la lectura en varios de los proyectos de divulgación científica que hemos desarrollado desde el INAOE, los tráileres de la ciencia de Morelos y Puebla, y el Planemóvil de Torreón, además de llevar telescopios y experimentos científicos a diversas poblaciones, llevan también una biblioteca. El planetario de Puebla, luego de la remodelación, cuenta con una biblioteca y un gran espacio de lectura.
Sin embargo, el proyecto de Ciencia y Lectura es sin duda la Feria Internacional de Lectura (Filec), que en su séptima edición en febrero pasado, rompió récord de asistencia, casi 25 mil personas asistieron a las instalaciones del INAOE en Tonantzintla para acercarse a la ciencia y a la lectura. Es la única feria en el mundo que se lleva a cabo en un Observatorio, un espacio ideal para acercar la ciencia a todo público, un sitio único por los telescopios del antiguo Observatorio Astronómico Nacional de Tonantzintla (Oanton), y también donde escritores de la talla de Fuentes o Benítez escribieron algunas de sus obras.
Generalmente los promotores de lectura utilizan más los llamados libros literarios que los informativos, así que hemos buscado relacionar los temas de ciencia con los géneros literarios para fomentar el uso de los informativos. Los cómics, principalmente de superhéroes, han dado buen resultado, pero también hemos explorado la mitología, la ciencia ficción o los clásicos, como La Iliada y La Odisea, donde se mencionan varias constelaciones y en la que, se dice, Francesco Redi se inspiró para atacar la doctrina de la generación espontánea. Contar historias de la ciencia como esta también ha resultado ser un recurso muy atractivo para diversos públicos.
Al elaborar el plan para este número, pensaba que escribiría sobre esta relación, ciencia-lectura, sin embargo, luego de revisar los textos, me pareció que mi mejor contribución sería concretarme a leer, lo cual he disfrutado mucho. Casi todos los autores en este número han sido muy importantes en el trabajo que hemos intentado desarrollar en la promoción de la ciencia y lectura. Todos ellos han tenido gran influencia en mi vida, y no sólo en la académica, son ejemplos a seguir por su dedicación, sabiduría, compromiso, tenacidad y otras muchas virtudes más. Les agradezco, no sólo su participación en este número, sino que hayan dejado entrar a la ciencia en sus dominios, y que me hayan permitido explorar esos dominios.
No quisiera terminar sin remarcar una inquietud, sin remarcar que todos los autores tienen o han tenido que batallar duramente para poder llevar a cabo este trabajo, que en principio es crucial en nuestro país, y que debería ser apoyado sin restricciones para multiplicarlo, pero en pocas ocasiones voltean a verlos. ¿Será debido a que, los libros, como escribió Voltaire en su panfleto titulado Del terrible peligro de la lectura, “disipan la ignorancia, que es custodia y salvaguarda de los estados bien gobernados”?
Seguramente no quedó claro qué hace un astrónomo en la promoción de la lectura, pero lo que sí me gustaría transmitir es que esta labor requiere que se involucren muchos más especialistas: químicos, matemáticos, biólogos, etcétera. Ojalá que los textos reunidos en este número sirvan para motivarlos.