Hace tiempo, cuando era estudiante de la carrera de biología en la BUAP, tuve mi primer acercamiento con estos maravillosos y enigmáticos organismos de una manera no muy alentadora, quisiera decir. Estaba tomando una materia en la que teníamos que elegir un proyecto con algún grupo de fauna para después desarrollarlo en el campo, y fue así que por azares del destino al equipo en el que estaba le tocó el proyecto de anfibios y reptiles. Esta gran noticia no me hizo saltar de gusto, es más fue todo lo contrario, pero ¿por qué? Porque en ese momento no conocía mucho de este grupo de organismos, y como dicen por ahí, “uno le tiene miedo a las cosas que desconoce”. Ese tipo de fauna no era mucho de mi agrado, es más me parecían animales feos y sin gracia alguna, pero quién se iba a imaginar que con la realización de ese proyecto universitario me iba a convertir en una fiel seguidora de esta rama de la ciencia, la herpetología. Al conocer sus hábitos, al tenerlos en las manos, al ver cuán extraños y maravillosos son, todo esto me hizo querer aprender más y más sobre ellos.
Después de ese proyecto continúe fascinada con estos organismos ectotérmicos y entré como voluntaria al laboratorio de herpetología “Coatlcalli”, donde tuve la oportunidad de conocer a muchas personas que contribuyeron en mi formación como herpetóloga; seguí trabajando en diferentes proyectos relacionados con esta rama junto a otros compañeros, tanto así que en la X Reunión Nacional de Herpetología, organizada por la Sociedad Mexicana de Herpetología, llevamos el proyecto en el que trabajamos durante un año en el municipio de Tenampulco, Puebla, resumido en un cartel, el cual obtuvo el primer lugar; debido a este proyecto también se obtuvo la publicación de tres notas de ampliación de distribución para tres especies. Son curiosas las vueltas que da la vida y lo rebuscados que pueden ser los caminos que te llevan en direcciones que nunca planeaste, y fue así como la suerte me llevó a la Sierra Norte de Puebla a realizar un proyecto en el Área de Protección de Recursos Naturales (APRN), cuenca hidrográfica del río Necaxa, la cual comprende los estados de Hidalgo y Puebla, en donde el objetivo de éste era evaluar la diversidad de anfibios presentes, es decir cuantificar las especies de anfibios que se distribuyen en la zona que comprende la APRN y realizar densidades poblacionales mediante muestreos mensuales, además de tomar muestras de la piel de estos para realizar pruebas de PCR, para saber si las poblaciones de la zona se encontraban infectados con el hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis) un hongo cutáneo que causa la enfermedad de “moda” en los anfibios y que está acabando con poblaciones enteras en todo el mundo. Fue un año de mucho trabajo, desvelos, caminatas, lluvia, enojos, alegrías pero sobre todo de mucho aprendizaje, ya que ha sido una de mis experiencias más gratificantes. Los resultados del estudio arrojaron la presencia de 16 especies de anfibios, entre salamandras —algunas aún en proceso de ser descritas—, ranas y sapos. Al realizar un análisis comparativo de otros sitios con condiciones similares en la Sierra Norte, se encontró que presenta una similitud con el estudio realizado en el municipio de Tlatlauquitepec. En cuanto a la representatividad de las especies por gradiente altitudinal, se obtuvo que las especies que presentan un mayor rango de altitud fueron el sapo de la costa del golfo (Incillius nebulifer), la rana de antifaz (Craugator rhodopis), la rana del río grande (Lithobates berlandieri) y la rana de árbol orejas chicas (Ecnomiohyla miotympanum). De las especies registradas, siete se encuentran bajo alguna categoría de protección en la NOM-059-SEMARNAT-2010; esta norma está enfocada a la protección ambiental de especies nativas de flora y fauna nativas de México; y finalmente de los muestras (frotis) tomadas a los anfibios, ocho organismos resultaron infectados incluyendo la rana del río grande (Lithobates berlandieri), la rana de árbol orejas chicas (Ecnomiohyla miotympanum),la rana de antifaz (Craugator rhodopis) y la rana chirrionera (Eleutherodactylus verrucipes).
Con esto, aunque con el paso de los años ha aumentado el interés por el estudio de estos organismos, no es suficiente; los anfibios de nuestro país necesitan que pongamos el ojo en su conservación, que no los dejemos fuera, ya que son tan importantes como cada ser viviente en el planeta, pero necesitan más atención, ya que son parte fundamental de los ecosistemas con un sinfín de funciones ecológicas, una de ellas como controladores de plagas.
Pero no todo está perdido; existen muchas personas conscientes de su problemática y que están haciendo esfuerzos desde sus trincheras, pero ciertamente hace falta más difusión, más educación ambiental, más compromiso. Así como estos organismos, todos los grupos de fauna se encuentran amenazados; actualmente como bióloga trabajo en una consultoría de impacto ambiental, realizando estudios de los impactos que podrían generar sobre la fauna proyectos como hoteles, carreteras, complejos habitacionales entre otros, sabemos que si bien el hecho de ir incrementando nuestros índices poblacionales y a las necesidades que requerirán las nuevas generaciones, nos lleva a un deterioro seguro de los ecosistemas en el que los anfibios y el resto de los grupos de seres viviente, bien este tipo de estudios intentan mitigar estos efectos. Mi experiencia trabajando con anfibios y reptiles ha sido muy enriquecedora, me cambió todo el panorama que tenía en cuanto a ellos. Los más odiados por muchos desgraciadamente están desapareciendo día a día a un ritmo acelerado, regresémosles la gloria de antes, cuando eran adorados por nuestros antepasados. Así que si no conoces este grupo o tienes la misma idea que tuve en un inicio te invito a que leas un poco más de ellos, estoy segura que una vez que entres en su mundo, te emocionará tanto darte cuenta de lo fascinantes que son.