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Bibliotecas comunitarias, encuentros con los libros

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“Lo que contenían los libros importaba poco en el fondo. Lo importante era lo que experimentaban (él y su compañero) al principio al entrar en la biblioteca, donde no veían los muros de libros negros, sino un espacio y horizontes múltiples que, desde el quicio de la puerta, los sacaban de la vida estrecha del barrio”

Fragmento de la presentación de Michéle  PETIT* En el Congreso Mundial de IBBY

 

 

Inauguración de la biblioteca Jorge Pedrajo Hernández con alumnos de la primaria, autoridades de la comunidad y coordinadores del CUPS, marzo 2013. Vista Hermosa, Cuetzalan del Progreso.
Inauguración de la biblioteca Jorge Pedrajo Hernández con alumnos de la primaria, autoridades de la comunidad y coordinadores del CUPS, marzo 2013. Vista Hermosa, Cuetzalan del Progreso.

El programa de Bibliotecas Comunitarias del CUPS surge a partir de las inquietudes de los alfabetizadores por dejar materiales de utilidad en la comunidad para que los alfabetizandos pudieran repasar lo aprendido durante la Campaña de Alfabetización. Y, debido a que en las comunidades el acceso a materiales impresos como libros, revistas o periódicos era limitado, se consideró que la creación de una biblioteca contribuiría a continuar con el proceso de alfabetización de los adultos, y al mismo tiempo, facilitaría a los estudiantes jóvenes y niños la realización de tareas e investigaciones escolares, incluso que cualquier persona de la comunidad pudiera tener acceso fácilmente a libros o revistas de temas distintos.

En los orígenes del programa nos preocupábamos principalmente por la cantidad y variedad de libros, por conseguir un espacio adecuado y por encontrar a alguien que se encargara de proporcionar el préstamo de los libros. Ahora, y gracias al enriquecimiento de cada experiencia y la colaboración e intercambio con otras organizaciones, sabemos que esto es tan sólo una pequeña parte ya que se requiere de innumerables actividades en el antes y el después. Porque el fin no es llevar libros a donde no los hay ni poner un lugar para leer, sino construir junto con la comunidad un espacio de participación, de convivencia, de trabajo y sobre todo de enseñanza y aprendizaje.

La experiencia nos enseña que la fortaleza y permanencia de la Biblioteca Comunitaria reside en la capacidad de que la comunidad sienta que le pertenece y hace uso de ella. El inicio de una biblioteca comunitaria lo constituyen los libros acomodados en anaqueles, de ahí el camino se tiene que construir a cada momento, entre todos, universidad y comunidad, de manera organizada.

Es un trabajo largo en el que intervienen muchas personas, y para lograrlo es necesario formar un grupo o consejo con la comunidad. Esta forma organizativa facilita que se realicen las labores de adecuación del espacio de la biblioteca o que se promocionen las actividades brindadas, y favorece la apropiación social del proyecto; más aun, para el funcionamiento y continuidad de la biblioteca, su existencia se vuelve fundamental.

Sumado al consejo de la biblioteca, otra figura importante es la del bibliotecario. Aunque su tarea no es fácil e implica una gran responsabilidad, porque de su desempeño depende en gran medida que la biblioteca funcione, siempre hay personas de la comunidad que se animan y autoproponen para serlo.

 

Un lugar para el encuentro

 

Centro: Alfabetizadores clasificando los libros para la biblioteca.
Centro: Alfabetizadores clasificando los libros para la biblioteca.

Concebimos la biblioteca comunitaria como un lugar de encuentro con otros y con otras ideas; un espacio que favorece la construcción, y el intercambio de saberes y conocimientos por medio de la lectura, la escritura y los libros, en el que todos son bienvenidos y todos podemos aprender y enseñar algo.

Uno de los primeros momentos de encuentro en este proceso sucede cuando se hace la organización de los libros porque la comunidad se reúne poco a poco, en la cancha o en el parque o en la banqueta, para ver y hojear los libros que un grupo de alfabetizadores y otros jóvenes de la comunidad van clasificando y colocando en los estantes. No hay ninguna cita forzosa ni una junta organizada por la autoridad, simplemente aparecen los libros, ahí como unos visitantes imprevistos.

La comunidad siempre muestra un gran interés y curiosidad por los libros o los periódicos que hay; los niños y los jóvenes son los que se animan casi de inmediato y los adultos aunque al inicio tengan ciertas reservas por no querer maltratar o ensuciar los libros o porque ´yo no sé leer bien´, poco a poco entran en confianza con el libro y las ganas de abrir otros, de leerlos de corridito o silabeando y de ver qué más hay, se vuelven más grandes.

Hemos tenido una experiencia interesante con la biblioteca Jorge Pedrajo porque este lugar se ha convertido en punto de reunión para realizar las juntas y las asambleas de la comunidad, y también en lugar para la cantina o el comedor durante la fiesta de la comunidad. Lejos de restringir el acceso o no permitir la realización de estas actividades,  la bibliotecaria y el comité han aceptado su realización, con algunas condiciones, y han aprovechado esos eventos para animar a la gente a conocer los libros. Quienes sostienen esta idea, comentan:

Habitantes de la comunidad de Vista Hermosa exploran los libros de su biblioteca. Fotos: CUPS
Habitantes de la comunidad de Vista Hermosa exploran los libros de su biblioteca. Fotos: CUPS

“Mientras están esperando a que se junte la gente agarran cualquier libro y lo ven, a veces lo hojean un poquito y luego lo cambian y así están un buen rato. Otras se quedan con uno hasta el final de la junta. Cuando terminan ya saben que hay que ponerlos en una caja, al final yo los acomodo.”

“En la fiesta aquí es la cantina, están todos los señores y agarran los libros de los que les queden más cerca, los miran un rato. Sí ha habido veces que se anotan para llevárselos, otras no pero siempre cuando salen me dicen ‘pues sí hay cosas interesantes’ o ‘yo no sabía que había de eso, ahí luego vengo a seguirle’ pero luego no vienen hasta que hay otra cosa.” (Flor de María Hernández Corzo, bibliotecaria).

Es la única biblioteca que se convierte en cantina, pero no es la única en la que bibliotecarios como doña Flor se proponen acercar los libros a las personas que quizás no se animarían para entrar a la biblioteca. Y aunque es probable que después de esa ocasión no vuelvan, el encuentro con los libros y la biblioteca ha comenzado.

 

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