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30 años observando desde una isla del cielo

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Quiero aprovechar un espacio en esta columna para recordar que el 8 de septiembre de 1987 se inauguró el Observatorio Astrofísico Guillermo Haro (OAGH). Hace 30 años OAGH se instaló en Cananea, Sonora, en la cima de la Sierra La Mariquita, una de las montañas que forma parte del llamado “Archipiélago terrestre de islas del cielo”. Esta serie de pequeñas montañas con una altura superior a los 2 mil 480 metros sobre el nivel del mar están distribuidas en el sureste de Arizona, noreste de Sonora y parte del suroeste de Nuevo México. Cubiertas de pinos y rodeadas por el desierto, brindan condiciones ideales para la observación astronómica.

El observatorio lleva el nombre de su creador, el doctor Guillermo Haro Barraza, uno de los astrónomos mexicanos más reconocidos en el mundo, quien abrió nuevas áreas de investigación en Astrofísica y realizó varias contribuciones fundamentales, como el descubrimiento de las nebulosas que ahora llevan su nombre: los Objetos Haro-Herbig, estrellas ráfaga y estrellas T-Tauri, nebulosas planetarias, estrellas azules en el halo de nuestra galaxia, y galaxias azules con líneas de emisión muy intensas. Descubrió además estrellas novas, una supernova y un cometa.

El OAGH es otro resultado más del instinto que Guillermo Haro tenía por los proyectos necesarios para el desarrollo de la ciencia en nuestro país. Al darse cuenta que en Tonantzintla se estaba volviendo muy difícil la observación debido al crecimiento de las ciudades cercanas, en 1973 emprende el proyecto, que sería el emblema del recién creado Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica. Como ya hemos mencionado en otros artículos de este mismo suplemento, el OAGH es ampliamente utilizado en proyectos astronómicos nacionales y también en colaboración con muchos países.

 

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