La estación de Patna: Gandhi y la otra revolución de 1917

p-05El 3 de abril de 1917, Lenin arriba a la estación de Finlandia en Petrogrado, a bordo del famoso tren “sellado”, decidido a guiar al partido bolchevique hacia la meta de la revolución socialista. Una semana después de este episodio, descrito como uno de los momentos decisivos de la historia del siglo XX, y a miles de kilómetros de distancia, un abogado desciende de otro tren en la estación de Patna, en el norte de la India, procedente de la metrópolis colonial de Calcuta. El objetivo de su visita es realizar una investigación en torno a la explotación por parte de las autoridades coloniales de los agricultores de índigo de la región cercana de Champaran. La violencia y la brutalidad relacionadas a la producción de este cultivo se remontan al inicio de la presencia Británica en el subcontinente en el siglo XVIII, y eran tan conocidas que, ya en 1848, un funcionario colonial afirmaba, de manera sádica, que “todos los cofres de índigo que llegaban a Inglaterra estaban manchados de sangre.”

El nombre del abogado que suda bajo el inclemente sol del Indostán en la mañana del 10 de abril de 1917 es Mohandas Karamchand Gandhi. A pesar de haberse ganado una cierta fama por su activismo en defensa de los derechos de los indios en Sudáfrica, Gandhi es un extraño en su tierra, pues de sus 48 años casi 30 los ha pasado en el extranjero. Tras hacer pública su intención de dirigirse a las aldeas de Champaran para llevar a cabo su investigación, las autoridades distritales le exigen que desista de su objetivo argumentando que su presencia representaba una amenaza al orden público. El abogado se niega y es de inmediato acusado de alterar el orden. Cinco días después, se declara culpable ante un juez de los cargos en su contra, argumentando que la desobediencia civil era el único camino que su concepto del deber le permitía seguir en tales circunstancias. Asombrados por la insólita actitud del acusado, las autoridades coloniales retiran los cargos en su contra, lo cual es aprovechado por el abogado para promocionar su presencia en la región y denunciar los abusos en contra de los cultivadores de índigo. La noticia del hombrecito que hace frente al Estado colonial a través de la no violencia, obligándolo a retractarse, pronto se esparce por toda la India como fuego en una pradera seca. En Champaran, la presión de miles de campesinos reunidos para aclamar a Gandhi y presentar sus quejas contra contratistas y terratenientes abusivos llevaron al pago masivo de compensaciones y al cambio de leyes de impuestos en beneficio de los pequeños cultivadores. La campaña de Champaran representa el primer experimento exitoso de Gandhi con la satyagraha, la desobediencia civil no violenta, técnica que desarrolló en Sudáfrica y que a la postre se convertiría en el pilar de su fama.

El liderazgo de Gandhi se extendió a lo largo y ancho de la India Británica a partir de 1919. Tras la matanza de casi 400 personas reunidas en la plaza de Jallianwala Bagh, en la ciudad de Amritsar en abril de ese año por parte de soldados británicos, Gandhi, cuya fama como símbolo de la resistencia anticolonial no había hecho más que crecer desde la campaña de Champaran en 1917, convoca a la población de toda India a manifestar de manera no violenta su rechazo del Estado colonial a través del boicot económico y la negativa a cooperar con sus instituciones. La respuesta es apabullante. Entre finales de 1919 y 1921, miles de estudiantes abandonan sus estudios, cientos de miles de trabajadores administrativos, abogados y policías se niegan a trabajar, las cárceles se saturan de prisioneros, el sistema de transportes se paraliza y las funciones del Estado se desactivan. Alejándose de la lógica de lucha de clases y del modelo leninista del partido de vanguardia, el programa político de Gandhi enfatizaba la importancia de la resistencia pacífica y la unión oposicional de las masas y las élites frente a un enemigo común: el Imperio Británico.

El éxito arrollador de la movilización paraliza el funcionamiento económico y político del Estado Británico y da inicio a una nueva etapa en la lucha anticolonial India, en la que el reclamo de independencia es adoptado como el fin último de la política nacionalista. Para los jóvenes nacionalistas formados en el ambiente radical de las primeras décadas del siglo, la no cooperación marca el nacimiento de una nueva forma de hacer política en la India alejada de los imperativos de las élites y los altos círculos de poder. A partir de este momento, el programa de la no cooperación es adoptado como el credo oficial del movimiento nacionalista indio, y M. K. Gandhi, quien comienza a ser llamado el Mahatma, se erige como el líder más importante del anticolonialismo en la India Británica.

En los años siguientes, el experimento se repite en distintos lugares de la India, cimentando la estatura casi mítica del Mahatma. A partir de este momento, la figura y las técnicas de desobediencia civil de Gandhi se vuelven el centro alrededor del cual giraría la política nacionalista de la India hasta la década de 1940.

El entusiasmo generado por la Revolución de Octubre entre algunos sectores nacionalistas de la India en los años posteriores a 1917 no es capaz de competir con el impacto del movimiento de no cooperación de Gandhi, el cual se nutre de las premisas nativistas y los sueños de autonomía que impulsaban la política radical de la época. Durante los años siguientes, el comunismo y el socialismo permanecen enclaustrados en los centros urbanos e industriales de la India, mientras que el mensaje de la satyagraha cautiva a los millones de súbditos imperiales de las aldeas y los campos de India. En 1919, el importante periódico nacionalista The Advocate, publica lo siguiente: “Afirmar que los líderes indios están inspirados por los ideales Bolcheviques (…) es una grave perversión de la verdad (…). No existe la más mínima posibilidad de que India cambie el liderazgo de Mahatma Gandhi por el de Lenin.”1

En 1947, se desmantela el Estado colonial británico en la India, dando paso al mayor proceso de descolonización de la historia de la humanidad y abriendo las puertas al fin del imperialismo en enormes territorios de Asia y África y la creación de decenas de nuevas naciones, desde Indonesia hasta Ghana. A pesar de los complejos procesos regionales y globales que la impulsan, la independencia de la India es hasta la fecha asociada con el liderazgo de Gandhi y, en especial, con su defensa de la desobediencia civil y la resistencia pacífica.

Si bien el modelo político Leninista es adoptado a lo largo del siglo XX por innumerables grupos y actores alrededor del globo, no es exagerado afirmar que la política Gandhiana representa un modelo revolucionario que también adquiere un alcance global en este periodo. Al igual que el comunismo, la satyagraha es adoptada como una de las técnicas centrales para la protesta política, la acción de masas y la denuncia de los abusos del poder institucional. Desde las luchas de pueblos oprimidos, como en el caso del Tíbet, hasta las de minorías étnicas en lugares como Estados Unidos —pensemos en el caso del movimiento por los derechos civiles liderado por el reverendo Martin Luther King Jr.— pasando por las protestas como las que marcaron la así llamada Primavera Árabe, la desobediencia civil ha permeado la historia política de las últimas décadas. Al mismo tiempo, no deja de ser significativo que, en tiempos en los que la estrategia revolucionaria del marxismo-leninismo parece haber sido relegada al pasado, no deja de ser sorprendente la recurrente reactivación del arsenal revolucionario Gandhiano en defensa de distintas causas, que van desde la búsqueda de la autonomía comunitaria hasta la denuncia del fraude electoral o la violencia política.

1917 fue un año asombroso en el que se vivió la irrupción de los dos más grandes teóricos y organizadores revolucionarios del siglo. En este sentido, en este año celebramos no solo el centenario del éxito de Lenin, sino  también el del inicio de la era del Mahatma.

 

1 The Advocate, Lucknow, 1919. Citado en Zafar Imam, “The Rise of Soviet Russia and Socialism in India, 1917-1929,” en Nanda, B. R. (ed.). (1972).  Socialism in India. Delhi: Vikas Pubications, p 54.

 

 

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