El momento social y político que estamos viviendo en México implica realizar acciones planificadas en forma participativa con las comunidades rurales y ciudadanas para la conservación de manchones de selvas y bosques que aún perviven, protegiendo legalmente los predios que las componen y planificando el manejo agroecológico para su aprovechamiento y conservación sustentable, desde una perspectiva del buen vivir y de la economía solidaria.
En esta perspectiva se encuentra el proyecto “Aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y agrícolas en el Totonacapan: una estrategia para la soberanía alimentaria en el centro de México”, el cual ha encabezado inicialmente la Cooperativa RIOS y actualmente acompañados por investigadores de la BUAP, donde el tema prioritario en común es la conservación y el manejo de la biodiversidad y la agrobiodiversidad como una estrategia de aprovechamiento en el Totonacapan, como una estrategia de combate a la pobreza y la marginación, y promoción de la Seguridad y Soberanía alimentaria.
El proyecto ha dado comienzo en el municipio de Tlapacoya, Puebla, con cuatro líneas de trabajo entre ciudadanos, productores, investigadores y estudiantes, donde la idea de formar recursos humanos calificados para tecnologías de producción de alimentos y semillas, control agroecológico de plagas y enfermedades, producción agrícola, pecuaria y forestal sustentable y planeación estratégica y participativa de cadenas de valor cortas, de bajo consumo energético, hasta llegar al consumidor con productos de buena calidad, a un precio bajo, ha dado ya sus primeros pasos.
Las cuatro líneas de trabajo: Bosque y biodiversidad, Sistemas agroforestales y silvopastoriles comunitarios, Casa de la semilla, Organización comunitaria y Buen vivir, están atendiendo la caracterización y clasificación de especies existentes en la región y la definición de los servicios ecosistémicos actuales y potenciales, para crear una figura humana muy importante: los monitores comunitario, los cuales diseñarán, acondicionarán y operarán senderos interpretativos, estrategias de conservación y el aprovechamiento sostenible del bosque, conocimiento y aprovechamiento de la biodiversidad y profundizarán en su propio conocimiento y patrimonio biocultural.
La estrategia está basada en intervención social, donde los habitantes de la región diseñan sus propias soluciones a problemas relacionados, interactuando con diversos expertos y científicos, generando una simbiosis de pericia social y técnica favorables para los diferentes proyectos, propiciando el aprendizaje social, y que la gente desarrolle un nuevo nivel de comprensión de los problemas y de la manera de resolverlos, cambiando comportamientos y alistándose para la acción.
El monitoreo comunitario de la biodiversidad y los senderos interpretativos son un conjunto de actividades que permite a las personas acercarse al medio natural donde aprenden, se recrean, conocen y disfrutan de los valores ecológicos del lugar sin afectar negativamente su conservación como objetivo principal. Esto incluye en forma especial la recreación y el ecoturismo, pero también, deportes, educación e interpretación ambiental, investigación científica, artes como la fotografía o pintura, por mencionar algunas actividades posibles, pero sobre todo, se trata de sacudirse las ideas y los prejuicios de la sociedad capitalista consumista.
Bajo esta perspectiva, se pretende intervenir, modificar y mejorar el sistema agrícola, forestal y ganadero que tienen actualmente, implementando sistemas alternativos que diversifiquen la producción con un enfoque agroecológico, tanto de los recursos que ya utilizan como de los que poseen potencial y se encuentran en desuso. La producción, más allá del autoconsumo, podría mejorar los ingresos familiares comercializando los excedentes y posteriormente dándoles valor agregado a través de agroindustrias rurales.
La estrategia plantea la cohesión social de las comunidades rurales a través del cooperativismo, por lo que se constituyeron desde mayo de 2019 cinco cooperativas, donde los elementos primordiales y la manera de conducir los objetivos son establecidos por la comunidad de acuerdo a sus usos y costumbres, buscando proteger la diversidad de germoplasma nativo que se ha visto en peligro desde la aparición de la revolución verde y hasta el arribo de la biotecnología voraz, lo cual no solo ha repercutido en la pérdida de la diversidad genética sino también a la pérdida de la calidad de vida de los productores de las diferentes regiones del estado de Puebla y del país.
Los proyectos, si bien en este momento son apoyados por algunos especialistas y científicos sociales, se pretende que en un corto plazo sean administrados, alimentados y operados por los propios cooperativistas, previa capacitación y especialización, para que comunidades de la región puedan generar y obtener semillas y material vegetativo de calidad, de especies endógenas y útiles sin ningún tipo de impacto ambiental negativo, sea para producir alimentos, medicamentos, y de otros usos antropocéntricos para el buen vivir, así como para reforestar y desarrollar las comunidades ecológicas de la región.
Establecer un diálogo entre las personas del campo y de la ciudad no es nada fácil, después de 200 años de separación desde el nacimiento del capitalismo, pero pensamos que se puede a través de actividades sencillas pero bien planificadas como cursos de gastronomía tradicional, salud comunitaria, agroindustrias rurales, cosméticos, ganadería y ecoturismo, etcétera, impartidos por compañeras y compañeros de la localidad, que de hecho ya están en macha. Las agroindustrias rurales por ejemplo, consideran temas de cadenas de valor de productos regionales, sosteniendo y perfeccionando la tecnología tradicional, aprovechando mano de obra familiar y permitiendo que la derrama económica se quede en la localidad y en la región. Las cadenas deberán ser cortas, de bajo costo energético (evitando las certificaciones onerosas e innecesarias), enfocadas a nichos de oportunidad, que generen empleos locales y familiares, sin sustancias tóxicas, derivando productos de alta calidad alimentaria e inocuos. Los productos con los que se está comenzando son canela, vainilla, maíz, lichi, cítricos; y a mediano plazo, carbón de bambú y reintroducción de café con manejo agroecológico.
El concepto que más nos gusta es el de turismo comunitario, educativo y responsable, creando zonas de campamento para actividades de ocio, recreación y educación en lugares bellos, cuidando de tener un impacto negativo en el entorno, lo cual implica destruir el concepto del turismo convencional, el de la visión de la naturaleza como mercancía que se consume y se deshecha, por lo que los cursos, talleres, diplomados y trabajo in situ van de la mano para el manejo y conservación del agua, cuencas hídricas, ríos, bosques, conservación y mantenimiento de la biodiversidad, tanto para los socios de la cooperativa como como por invitados de la misma que permitan ir consolidando un modelo educativo de defensores y promotores de la Madre Tierra.