Puebla y su zona metropolitana es el resultado de un proceso histórico, y no es del todo aventurado decir que se debe a las benéficas condiciones climáticas de la zona. Puebla, localizada entre los trópicos, goza de las ventajas de encontrarse a suficiente altitud como para librarse de las altas temperaturas que le corresponderían por latitud. Se podría generalizar, entonces, que la población suele sentirse cómoda, a gusto con el ambiente que le rodea. Pero ¿qué tan cierto es esto? ¿cómo saber cuál es la época del año más favorable y qué horas del día no lo son tanto? ¿cómo cuantificar las sensaciones del habitante poblano respecto al clima? Y algo muy importante ¿cómo serán en el futuro con el crecimiento de la ciudad, la escasez de áreas verdes y el calentamiento planetario? Diferencias las habrá, seguramente, pero es necesario entonces evaluar las condiciones en un periodo más o menos reciente y las que se proyectan a futuro. Para esto hay que recurrir a métodos que los bioclimatólogos han desarrollado y utilizado para conocer las sensaciones térmicas.
Para hacer una valoración, es necesario abarcar más allá de los registros de temperatura, pues las sensaciones térmicas son el resultado de una combinación de diversos factores tanto ambientales como personales. No es lo mismo estar a una temperatura de 30°C con una humedad relativa de 80 por ciento (alta) y viento en calma, que tener los mismos 30°C con una baja humedad y aire en movimiento. La presencia de alta humedad y aire en calma proporcionarán una sensación térmica de mayor incomodidad por calor, que las condiciones más secas y viento que favorecerán la evaporación del sudor en la piel y, como consecuencia, un descenso de nuestra temperatura, es decir, una sensación más confortable. Esta combinación de factores es lo que miden los bioclimatólogos con diversos métodos, sencillos o complejos, para mostrar si nos encontramos en condiciones de bienestar térmico, o bien esa combinación de factores nos aleja del confort, tanto por frío como por calor.
Al someter a la ciudad de Puebla a un análisis con un método más bien sencillo, el cual toma en cuenta la temperatura ambiente y la humedad del aire, se observa que, en condiciones promedio, más de la mitad del tiempo a lo largo del año, las sensaciones térmicas suelen ser de frescas a frías, sobre todo en las madrugadas y primeras horas de la mañana, incluso en los meses más cálidos. La otra mitad del tiempo en el año, las sensaciones corresponden a una neutralidad térmica (en equilibrio con el ambiente, es decir, en confort) y a cálido en menos de un 20 por ciento del tiempo durante los meses de marzo a octubre en las horas del medio día. Cabe recordar que estas condiciones son promedio y se diluyen, por tanto, los periodos muy cálidos o muy fríos, que hayan podido ocurrir. En resumen, 80 por ciento de las horas en el año son confortables, frescas y frías al aire libre y a la sombra.
Ahora bien, ¿qué cabe esperar, según las proyecciones, para mediados de siglo? Aunque las horas más frescas siguen ocurriendo en las madrugadas, como es de esperar, ocupan ya menos de la mitad en el año (40 por ciento). A cambio de esta reducción, en los meses que suelen ser calurosos (abril a junio) la sensación térmica a medio día es muy cálida, sensación inexistente anteriormente. A mediados de siglo, la sensación de confort, fresca y fría será de poco menos de 70 por ciento. No suena muy amenazador, aunque quizá sea necesario dormir muchas más noches con las ventanas abiertas y posiblemente no sea suficiente para obtener un descanso adecuado.
Una aplicación casi inmediata de las evaluaciones del bioclima humano de las que se ha hablado hasta ahora, es la estimación de los consumos eléctricos domésticos para satisfacer las necesidades de climatización (enfriamiento o calefacción) al interior de las edificaciones. Tejeda y otros** usaron el índice bioclimático conocido como Humidex para calcular los requerimientos de climatización en veinte áreas metropolitanas de México. Para el área de Puebla-Tlaxcala, en promedio para inicios de la segunda década de este siglo, las necesidades de enfriamiento eran mínimas, de alrededor de 400 horas al año en que habría que descender la temperatura un grado centígrado. Si se considera el calentamiento planetario y el efecto de las islas urbanas de calor, estas necesidades para cada habitante se incrementarán en un 20 por ciento para la segunda mitad de este siglo; pero si se considera el crecimiento poblacional, para la zona metropolitana Puebla-Tlaxcala en su conjunto esos incrementos serán de un 60 a un 80 por ciento en el mismo periodo. Es decir, que el consumo eléctrico urbano para climatización de viviendas casi se duplicará pero no tanto por el calentamiento planetario o las islas urbanas de calor, sino por el incremento de la población urbana. El papel de la isla urbana de calor viene siendo modesto, pues representa apenas un 15 por ciento de demanda eléctrica para climatizar y el resto 85 por ciento lo constituyen el calentamiento global y el crecimiento poblacional.
No obstante lo anterior, un resultado no tan malo es que por el cambio climático antropogénico y por la isla urbana de calor, las necesidades de calefacción habrán de reducirse entre 45 y 50 por ciento en el mismo periodo.
Como se ve, el clima benigno de Puebla hace que, en términos del confort bioclimático humano, los efectos de la isla urbana de calor y del calentamiento planetario, sean menores comparados con lo que ocurre y ocurrirá en el futuro próximo en zonas metropolitanas cálidas; es decir, que no en todas partes es válido satanizar la isla urbana de calor.
Notas:
* Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, [email protected]
* Grupo de Climatología Aplicada, Universidad Veracruzana, [email protected]
** Tejeda-Martínez, A., I.R. Méndez-Pérez, y D.A. Cruz-Pastrana. «Domestic electricity consumption in Mexican metropolitan areas under climate change scenarios», Revista Atmósfera (UNAM), en prensa (2021).