Hace mucho tiempo había leído que Betelgeuse significaba “el sobaco de Orión”, me parecía un poco raro, pero se ajustaba dada su ubicación en la constelación, sin embargo, más recientemente encontré una liga con la explicación de su etimología en la que mencionan que seguramente hubo un error de transcripción y lo que realmente significa es “el brazo del gigante (Orión)”, lo cual tendría más lógica.
Esta estrella supergigante roja es, generalmente, la estrella más brillante de la famosa constelación invernal, de ahí que se le conozca como Alfa Orionis, aunque dada su alta variabilidad, en diferentes periodos es más débil que Rigel, la segunda estrella más brillante de Orión, y cuyo nombre significa “la rodilla de Orión”.
Betelgeuse es el objeto del mes ya que recientemente se publicó un estudio que explica la histórica disminución que sufrió en su brillo a inicios de 2020: una eyección de masa superficial (SME) que se movió a través de la atmósfera extendida de la supergigante. Esta perturbación inició entre enero y marzo de 2019, avanzó a través de la atmósfera extendida de la estrella durante los siguientes 11 meses y provocó la producción de polvo en la atmósfera.
Las observaciones de enero de 2019 muestran que en las capas fotosféricas hay evidencia de un fuerte choque en nuestra línea de visión, así como de su expansión hasta marzo de 2019, esto es, la estrella se desprendió de una gran parte de su superficie, algo nunca antes visto. En el Sol hay eventos que se denominan eyección de masa coronal (CME), en los cuales se expulsa partes de la corona, pero no se comparan con este evento en Betelgeuse, en el cual se estima que se desprendieron unos ¡400 mil millones de veces más masa!
El evento fue tan violento que la supergigante roja aún se está recuperando, incluso el ritmo de 400 días con que cambiaba de brillo y que había sido monitoreado durante 200 años por astrónomos en todo el mundo, ya no existe. Actualmente el interior resuena como una campana a la que le hubieran dado un martillazo y la superficie sigue rebotando como gelatina. Aunque esto puede ser sólo un cambio temporal ya que los datos espectrales obtenidos por varios telescopios, entre ellos el Hubble, implican que las capas externas se están reconstruyendo.
Betelgeuse es tan grande que su superficie llegaría hasta la órbita de Júpiter. En 1996, con ayuda del Hubble los astrónomos pudieron resolver manchas calientes en su superficie, convirtiéndose en la primera imagen directa de una estrella diferente al Sol.
Estrellas del tipo Betelgeuse terminan su vida de manera espectacular, explotando como una supernova, volviéndose tan brillante como todas las estrellas de una galaxia juntas. En el caso de Betelgeuse se estima que al explotar será visible incluso en el día. Sin embargo, no será mañana, a esta supergigante aún le falta tiempo.
Una eyección de masa, de estas dimensiones, en la superficie de una estrella jamás había sido observada. Tratándose de un fenómeno completamente nuevo, es claro que aún falta mucho para entenderlo.
Con el Telescopio Espacial Hubble ha sido posible obtener observaciones de la superficie de la estrella con detalles sin precedente, al grado que se ha dicho que estamos viendo la evolución estelar en tiempo real. Sin embargo, con el Telescopio Espacial Webb se podrá lograr aún más, ya que, al observar en el infrarrojo, será posible detectar el material que ha sido expulsado mientras continúa alejándose de la estrella, dándonos más información para entender las últimas etapas en la vida de las estrellas.