Entre caballeros

· Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo” *

· Ilustración: Diego Tomasini “El Dibrujo” *

Atención, queridos amigos, estamos a punto de dar un recorrido por uno de los más fascinantes pasajes de la historia de la ciencia, polémico pero lleno de tratos y términos elegantes entre dos caballeros que, a decir de muchos, revolucionaron el pensamiento científico de la humanidad. Se preguntarán qué tenemos preparado para todos ustedes, qué les parece un clavado a los bemoles alrededor de la historia de la Teoría de la Evolución, muchos de ustedes compartieron o simplemente vieron en redes sociales, el pasado 22 de noviembre, información sobre el día de la Teoría de la Evolución que año con año se conmemora como un día especial, ya que fue un 22 de noviembre, pero de 1859, cuando Carlos Darwin publicó su obra, pero este año tiene un toque especial ya que se festejan 200 años del nacimiento de Alfred Russel Wallace, gran naturalista inglés a quien se le atribuye haber puesto la cerecita del pastel en la mente de Darwin para que este, tras un importante intercambio de cartas con Wallace, logre terminar su gran obra, trabajo que pondría al mundo de cabeza, y solo por decirlo de alguna manera, ya que podemos asegurar que aunque personajes como Erasmus Darwin (abuelo de Carlos Darwin), ya se había postulado a favor de la idea de que las especies presentan un cambio paulatino a lo largo del tiempo y Lamark de la misma forma, ya había filosofado sobre las adaptaciones de las especies, no fue hasta que Darwin comienza a expresar las ideas que revoloteaban en su mente tras haber viajado alrededor del mundo, pero esa historia creemos la conocemos muy bien; sin embargo, en esta ocasión queremos expresar nuestra gratitud al trabajo e ideas de una mente que aunque casi olvidada en el sótano de la historia renace en las letras de muchos historiadores y sí, es de Alfred Russel Wallace de quien hablamos, si bien este naturalista no tuvo las mismas condiciones económicas que Darwin, con menos viajes, menos presupuesto pero con una mente privilegiada llega a las mismas conclusiones que Darwin. Alfred Russel Wallace nace un 8 de enero de 1823, podemos decir que tuvo una infancia llena de carencias pero nos gusta pensar que tuvo la oportunidad como niño de imaginarse un mundo lleno de maravillas y que ello lo llevó a fijarse más en lo que es invisible a los ojos, a los 13 años finaliza sus estudios para trabajar con uno de sus hermanos como aprendiz de carpintero, tiempo después con otro de sus hermanos aprende topografía, ahí es donde seguramente aprende a hacer mapas, ya iniciados sus estudios en teología y en ciencias da cuenta de un autor bastante afamado en aquella Inglaterra victoriana y es en 1844 cuando conoce la obra de Chambers, y es él quien inserta la idea de que las especies progresaban en una escala evolutiva de acuerdo a designios divinos… Es en ese momento que Wallace se da cuenta que para ser un naturalista tiene que viajar como Darwin a lugares remotos y sobre todo a las selvas y ríos tropicales. Después de leer el Viaje del Beagle, Wallace viaja a Brasil en 1848 con su amigo Henry Walter Bates, con el que recorrería los ríos Amazonas y Negro, desgraciadamente en este viaje, el que tiempo después sería considerado el padre de la Biogeografía, contraería malaria, enfermedad que nunca lo dejaría. Un hecho que fue verdaderamente lamentable fue el incendio que sufrió el barco en el que pretendía regresar a Europa, el Helen se incendió y Wallace perdió prácticamente todo, pero el brillante, el naturalista, el explorador no se dio por vencido y en 1854 inicia una nueva aventura en el archipiélago malayo, se dedica a escribir y alcanza aproximadamente las 50 publicaciones, describe más de 20 especies de mariposas. Nuevamente arropado por las islas e instalado en Ternate y Gilolo y acompañado de las ideas de Maltus, influenciado por Charles Lyell, sus pensamientos que le asaltaban como el canto de las aves y una fiebre atroz a causa de la malaria, que a decir de sus biógrafos fue el detonante para que en tan solo dos días Wallace escribió su propia versión de la teoría de la selección natural. Como era de esperarse, nuestro singular caballero envió su manuscrito a Darwin, quien quedó particularmente conmovido por los descubrimientos y la manera en la que Wallace se aventuraba y acertaba con sus ideas en un trabajo que el caballero de larga barba y descendiente de un linaje de naturalistas y médicos había tardado poco más de 18 años en llegar a conclusiones aún incompletas, es por ello que se piensa que al recibir la carta que contiene las conclusiones e ideas de Wallace, Darwin puede concluir su obra y recibiendo ayuda de sus entrañables amigos y grandes caballeros de ciencia Lyell y Joseph Dalton Hooker rescatan un manuscrito no publicado de Darwin y organizan a la Sociedad Linneana de Londres, el resto es historia, una historia digna de conocer ya que antes de invitarles a adentrarse en el fascinante mundo de la historia de la ciencia, les diremos que corría el icónico año de 1860, año en el que Wallace recibe una copia del El origen de las especies, de Darwin, y nuestro caballero manifiesta la gran admiración, afecto y respeto que le tiene a la Teoría y postulados de Darwin, será para 1889 cuando Wallace publicara su propia versión de la evolución en donde acuña el término Darwinismo, lo que quizá fue la razón por la cual durante muchos años Wallace quedara en la antesala del olvido. Darwin y sus amigos logran gestionar una pensión por servicio civil para Wallace por 200 libras desde 1881 y al parecer hasta su fallecimiento un 7 de noviembre de 1913. Los caballeros hablaron, escribieron, estrecharon las manos, pactaron y continuaron sus vidas, dejando huella al natural.

 

 

 

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