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La sequía orgánica

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En sentido estricto, el término “sequía orgánica” no se utiliza de manera común ni precisa en el ámbito científico o técnico. Si bien la palabra “orgánico” se asocia con procesos biológicos o relacionados con seres vivos, no existe una definición específica de “sequía orgánica” que describa un fenómeno natural o un proceso relacionado con la escasez de agua; sin embargo, la expresión se podría utilizar de forma metafórica o informal para referirse a una sequía que tiene un impacto negativo en la salud de las plantas, animales, microorganismos y ecosistemas.

Para referirse a la escasez de agua de manera precisa y objetiva, se recomienda utilizar términos como “sequía meteorológica”, “sequía hidrológica”, “sequía agrícola” o hasta “sequía socioeconómica”, según el contexto específico que se esté abordando.

Desde el punto de vista orgánico, debemos de considerar el término hidratación, que se refiere a la cantidad de agua que necesita el organismo de un ser vivo para funcionar de manera correcta. Esta debe de ingerirse diariamente y varía según diversos factores, como el peso corporal, la edad, el nivel de actividad física y el clima.

Existen algunas recomendaciones generales que pueden ayudar a determinar la cantidad de agua que se necesita.

Un método simple es multiplicar el peso corporal en kilogramos por 35 mililitros. Por ejemplo, si un individuo pesa 70 kilogramos, necesitaría consumir 2.450 mililitros de agua al día (70 kg x 35 ml/kg = 2.450 ml).

Otra forma es seguir la regla de los ocho vasos de agua al día. Esta recomendación, aunque no es del todo precisa para todos los casos, puede ser un buen punto de partida para la mayoría de las personas adultas sanas.

Es importante tener en cuenta que estas son solo recomendaciones generales y que la cantidad de agua que realmente se necesita puede variar, de acuerdo con una serie de factores como la actividad física intensa, es decir que, si se realiza ejercicio físico, es importante que aumente la ingesta de agua para compensar la pérdida de líquidos a través del sudor y de la respiración. Por otro lado, en el clima cálido o seco, se pierde más agua a través del sudor, por lo que es necesario beber más líquidos para mantenerse hidratado. Las mujeres embarazadas y lactantes necesitan más agua que las mujeres que no lo están.

Es digno de considerar que algunas enfermedades, como la diabetes, puede aumentar el riesgo de deshidratación y requerir una mayor ingesta de líquidos.

Los factores son muchos, de modo que valorar algo que en nuestra cotidianidad es tan común, se convierte en una situación compleja, problemática, difícil y hasta enredada, que genera interrogantes que deben de culminar en el conocimiento de la hidratación correcta.

Para saber si se está bien hidratado, se puede observar el color de la orina, que si es de color amarillo claro es un buen indicador de que se está bien hidratado, mientras que la orina de color amarillo oscuro o anaranjado puede ser un signo de deshidratación.

En general, es importante beber líquidos de forma regular a lo largo del día. Si se experimenta sed intensa, boca seca, mareos o dolor de cabeza, es importante valorar el consumo inmediato de agua.

El cuerpo humano tiene un sistema complejo para regular la cantidad de agua que necesita y mantener el equilibrio hídrico. Este sistema involucra a varios órganos y mecanismos que trabajan en conjunto para detectar los niveles de agua. El primero es el Hipotálamo, que es una región del cerebro que funciona como un centro de control para la sed y la regulación del agua. Existen también unas células denominadas Osmorreceptores, muy especializadas, que se encuentran en los riñones y también en el Hipotálamo y que detectan cambios en la cantidad de sales y otras sustancias (osmolaridad) que se encuentran en la sangre. Cuando los osmorreceptores detectan un aumento en la osmolaridad de la sangre, envían señales al Hipotálamo, lo que genera la sensación de sed. En ese momento, una hormona llamada Hormona antidiurética (ADH) es secretada por el Hipotálamo en respuesta a la sed y a la disminución del volumen sanguíneo. La ADH actúa sobre los riñones para aumentar la reabsorción de agua de la orina, lo que ayuda a conservar agua en el cuerpo.

Los riñones son los órganos responsables de filtrar la sangre y eliminar el exceso de agua y desechos en forma de orina. La cantidad de agua excretada en la orina está regulada por la ADH y otros factores, como la ingesta de líquidos y la osmolaridad de la sangre.

La piel también juega un papel en la regulación del agua a través de la sudoración. Cuando la temperatura corporal aumenta o se realiza actividad física, las glándulas sudoríparas liberan sudor para ayudar a enfriar el cuerpo. El sudor está compuesto principalmente por agua y minerales disueltos en la sangre y otros líquidos corporales que son esenciales para diversas funciones, como la contracción muscular, la transmisión nerviosa y el equilibrio de la acidez y la alcalinidad.

El cuerpo mantiene un equilibrio cuidadoso de electrolitos, como sodio, potasio, cloro, magnesio, fósforo y calcio. Los riñones y otras glándulas desempeñan un papel crucial en la regulación de los niveles de estas sales.

En resumen, el cuerpo humano utiliza un sistema complejo de mecanismos hormonales, de retroalimentación de receptores corporales y órganos para regular la cantidad de agua que necesita y así mantener el equilibrio hídrico y garantizar el correcto funcionamiento de todas las células y tejidos.

Por último, es posible deshidratarse por beber demasiada agua. Esto ocurre cuando el cuerpo ingiere más agua de la que puede excretar, lo que provoca una dilución de los electrolitos en la sangre, especialmente el sodio, a lo que se conoce como hiponatremia.

La hiponatremia es poco común en personas sanas, ya que los riñones generalmente son muy eficientes para eliminar el exceso de agua. Sin embargo, ciertas personas tienen un mayor riesgo de padecerla, como los corredores de maratón y otros atletas de resistencia que beben grandes cantidades de agua en un corto período, lo que puede generar hiponatremia si no reponen también sus electrolitos.

Las personas con enfermedades como la insuficiencia cardíaca, la enfermedad renal o la insuficiencia hepática también tienen un mayor riesgo de hiponatremia. Así mismo puede ser provocada por algunos medicamentos, como los diuréticos y algunos antidepresivos.

En resumen, si bien es importante beber suficiente agua para mantenerse hidratado, es importante no excederse. Beber demasiada agua puede provocar una condición peligrosa. Hay que cuidar lo que el cuerpo nos muestra. Se debe de beber agua sin aguantar la sensación de sed, especialmente si se hace ejercicio intenso o se suda mucho. Valorando todo lo anterior, en efecto podríamos considerar que la sequía orgánica existe y de darse, es capaz de modificar la regulación del pH corporal, así como los electrolitos que lo componen, lo que desencadenaría un torrente de cambios incompatibles con la vida; es decir, potencialmente letales.

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