La sequía es un fenómeno natural caracterizado por la falta prolongada de precipitación, lo que resulta en una escasez de agua en la superficie terrestre. Esta situación puede tener graves consecuencias para el medio ambiente, la economía y la sociedad en general. En México, un país con una geografía y clima diversos, la sequía ha sido una constante preocupación debido a sus efectos devastadores en diversas regiones. De acuerdo con su duración e impacto la podemos dividir en diferentes tipos como: i) meteorológica (déficit en precipitación, menor duración); ii) agrícola (déficit de humedad del suelo); y iii) hidrológica (déficit en la disponibilidad de aguas superficiales y subterráneas, mayor duración). Es notable que dada la definición más simple de la sequía de “déficit de precipitación”, esta tiene que ser un fenómeno recurrente dado que para cualquier periodo de tiempo que definamos, siempre van a presentarse periodos con superávit de precipitación y otros con déficit de precipitación. Esto se observa claramente analizando las gráficas del índice normalizado de precipitación (mejor conocido como SPI en inglés).
En su revisión histórica de la sequía, Domínguez (2016) reportó que, antes del siglo XX, por su extensión e intensidad, las sequías más desastrosas fueron las que afectaron las zonas cerealistas del Valle de México, Puebla, Tlaxcala, entre otras. Estas sequías ocurrieron en los años 1624, 1692, 1740, 1750, 1785 y 1807-1810, y tuvieron graves impactos.
En el siglo XX y XXI, las sequías han continuado afectando diversas regiones del país. Por ejemplo, la de 1949 afectó los estados del centro y norte del país, extendiéndose hasta 1958. Las sequías de los 1960 provocaron una crisis en la agricultura y consecuentes efectos socioeconómicos. Lo anterior provocó que en la década de 1970 naciera el Plan Nacional Hidráulico, aunque en la versión de 1975 no se mencionaron expresamente las sequías, en la versión de 1981 se incluyó una sección dedicada a fenómenos extremos, como avenidas y sequías (Domínguez, 2016).
Ya en el presente siglo, hemos tenido al menos tres sequías de gran magnitud que han afectado nuestro país. Al comienzo de la década de 2000 se hacía referencia a la “sequía de principios del siglo XXI”, en donde Stahle et al. (2009) mencionaron que la sequía severa en México de 1994 a 2008 había igualado en algunos aspectos a la sequía de los años 1950, que es la sequía más severa en el registro climático instrumental de México (1900-2008). A pesar de que los cambios a gran escala en la circulación oceánica y atmosférica contribuyeron a la precipitación por debajo de lo normal, se menciona que el calentamiento global y regional en todo México, parece haber sido agravado por los cambios en la cobertura del suelo, introduciendo un componente antropogénico a la sequía de principios del siglo XXI.
Fue a principios del presente siglo que, en conjunto con EEUU y Canadá, el Servicio Meteorológico Nacional puso a disposición una herramienta muy valiosa para el seguimiento de la sequía, el Monitor de Sequía de Norteamérica. De acuerdo con datos de este producto, la sequía más severa en cuanto a cobertura del territorio nacional fue la presentada en 2011 y que se extendió algunos meses de 2012 (Figura 1, fuente: Monitor de Sequía, 2024). Esa sequía llegó a alcanzar casi 95 por ciento de cobertura en el territorio nacional de la categoría más leve “anormalmente seco” (D0) del monitor de sequía, y hasta 50 por ciento de “sequía extrema” (D3). Sin embargo, en el territorio poblano los efectos fueron considerablemente menores a los estados del norte, dado que la sequía cubrió totalmente el estado “únicamente” de abril a agosto de 2011.
En cuanto a la sequía actual, podemos observar en la Figura 1 que se ha presentado en al menos 50 por ciento del territorio nacional en la categoría de “sequía moderada” (D1) desde principios de 2023 y ha continuado hasta nuestros días. De acuerdo con la información más reciente de abril de 2024 del monitor de sequía, las afectaciones de largo plazo (con afectaciones a la hidrología y ecología) se han dado principalmente en los estados del noroeste (exceptuando la península de Baja California) y centro norte y centro de México,
El estado de Puebla presenta actualmente 89 por ciento de sus 217 municipios con alguna categoría de sequía, con 23 municipios en D0, 100 en D1, 66 en D2 (sequía severa) y 27 en D3. Los municipios de la parte norte centro presentan sequía severa y la parte más norte del estado presenta sequía extrema con afectaciones de largo plazo. Los tres municipios más afectados en la presente sequía son Francisco Z. Mena, Jalpan y Venustiano Carranza, presentando sequía extrema desde mediados de septiembre de 2023. La mayoría de los municipios restantes con sequía extrema la han presentado desde marzo del presente año.
Actualmente, a nivel nacional existen diversos programas para combatir los efectos de la sequía. Dos de los más conocidos son el Programa Nacional Contra la Sequía (Pronacose, 2024), el cual articula diversos instrumentos para priorizar la prevención y reducir la respuesta reactiva ante la sequía. Este programa busca establecer planes y acciones aplicables antes, durante y después de situaciones de escasez temporal de agua, minimizando los impactos ambientales, económicos y sociales. Las acciones están diseñadas para garantizar la disponibilidad de agua necesaria para la salud y la vida de la población, dando prioridad al abastecimiento público-urbano y doméstico, tanto en áreas urbanas como rurales. Para las zonas urbanas se han establecido los Programas de Medidas Preventivas y de Mitigación a la Sequía (PMPMS, 2024) y para el cual la ciudad de Puebla ya cuenta con el propio.
En resumen, la sequía es un fenómeno complejo que tiene profundas implicaciones para México. Las causas de la sequía son multifacéticas, abarcando desde los cambios climáticos globales hasta las actividades humanas locales. Sus impactos son amplios y afectan a la agricultura, la economía, la sociedad y el medio ambiente.
Sin embargo, hay esperanza en las diversas estrategias y soluciones que se están implementando para mitigar los efectos de la sequía. La adopción de tecnologías de ahorro de agua, la reforestación, la participación comunitaria y las políticas gubernamentales efectivas son pasos cruciales para enfrentar este desafío.
Referencias
Domínguez, J. (2016). Revisión histórica de las sequías en México: de la explicación divina a la incorporación de la ciencia. Tecnología y Ciencias del Agua, 7(5), 77-93.
Monitor de Sequía (2024). Monitor de Sequía en México. https://smn.conagua.gob.mx/es/climatologia/monitor-de-sequia/monitor-de-sequia-en-mexico
PMPMS (2024). Programas de Medidas Preventivas y de Mitigación a la Sequía. https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/programas-de-medidas-preventivas-y-de-mitigacion-a-la-sequia-pmpms-para-ciudades
PRONACOSE (2024). Programa Nacional Contra la Sequía. https://www.gob.mx/conagua/acciones-y-programas/programa-nacional-contra-la-sequia-pronacose-299759
Stahle, D. W., et al. (2009). Early 21st‐century drought in Mexico. Eos, Transactions American Geophysical Union, 90(11), 89-90.