Las medidas migratorias impuestas por la administración de Donald Trump en su segundo mandato han exacerbado la crisis humanitaria en la frontera sur de Estados Unidos y han puesto en peligro la estabilidad de millones de familias. Entre sus decisiones más polémicas está la revocación de la ciudadanía por nacimiento, afectando a hijos de migrantes latinos y generando incertidumbre sobre su estatus legal. Mientras tanto, la economía estadounidense continúa beneficiándose de la mano de obra migrante, esencial para sectores clave como la construcción, la agricultura y los servicios. Para entender las repercusiones de estas políticas, entrevistamos a la doctora María Eugenia D’Aubeterre Buznego, antropóloga e investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, especialista en migración y diferenciación social.
Medidas migratorias y su impacto inmediato
DL: Durante su segundo mandato, Donald Trump implementó medidas como la eliminación de la ciudadanía por nacimiento, la reactivación del muro fronterizo, el despliegue de tropas en la frontera y el restablecimiento de la política “Quédate en México”. ¿Cuál es su análisis sobre el impacto de estas políticas en los migrantes latinoamericanos?
D’Aubeterre: Estas medidas, sin duda, han tenido un impacto devastador en las comunidades migrantes, especialmente en los latinoamericanos. La eliminación de la ciudadanía por nacimiento, por ejemplo, es una medida draconiana que atenta contra un derecho fundamental: el de ser reconocido como ciudadano en el país donde se nace. Esto no solo afecta a los migrantes, sino también a sus hijos, muchos de los cuales son ciudadanos estadounidenses. La amenaza de deportar a personas que han vivido toda su vida en Estados Unidos, que han pagado impuestos y contribuido a la economía, es una violación a sus derechos humanos básicos.
DL: ¿Cómo afecta esto a las familias y comunidades de origen?
D’Aubeterre: Las familias migrantes están profundamente interconectadas. Cuando se deporta a una persona, no solo se afecta a ese individuo, sino a toda una red familiar. Muchos migrantes tienen hijos nacidos en Estados Unidos, y la deportación de un padre o una madre significa separar familias, dejar a niños sin sus progenitores y generar un trauma emocional profundo. Además, en las comunidades de origen, estas deportaciones tienen un impacto económico significativo. Las remesas que envían los migrantes son un sostén vital para miles de familias en México y Centroamérica. Si estas remesas disminuyen, las consecuencias son graves: menos acceso a alimentos, educación y servicios básicos.
La relevancia de las remesas en la economía
DL: Usted menciona las remesas. ¿Podría profundizar en su importancia y cómo las políticas de Trump las han afectado?
D’Aubeterre: Las remesas son un pilar económico para muchos países latinoamericanos. En México, por ejemplo, superan los 60 mil millones de dólares anuales, lo que representa una fuente crucial de ingresos para miles de comunidades. Sin embargo, las políticas de Trump han generado un clima de incertidumbre y miedo entre los migrantes. Muchos han perdido sus empleos debido a redadas o al temor de ser deportados, lo que ha reducido su capacidad para enviar dinero a sus familias. Esto no solo afecta a las familias individuales, sino también a las economías locales, que dependen en gran medida de estos flujos de capital.
Las consecuencias de “Permanecer en México”
DL: ¿Y qué hay de la política “Quédate en México”? ¿Cómo ha impactado en los migrantes que buscan asilo?
D’Aubeterre: Esta política ha sido especialmente cruel. Obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México mientras se procesan sus casos, exponiéndolos a condiciones de vida precarias y a riesgos como la violencia, la explotación y el secuestro. Muchos de estos migrantes huyen de situaciones extremas en sus países de origen, como la violencia de las pandillas o la persecución política, y esta política los deja en una situación de vulnerabilidad aun mayor. Además, el sistema de asilo en Estados Unidos está saturado, lo que significa que muchos migrantes pueden esperar meses o incluso años en condiciones inhumanas.
Militarización y criminalización de la migración
DL: Otra medida controvertida es la designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. ¿Qué implicaciones tiene esto?
D’Aubeterre: Esta designación es problemática por varias razones. Primero, estigmatiza a toda una región y a sus habitantes, asociándolos con la violencia y el crimen. Segundo, puede justificar medidas militares y de seguridad que violen los derechos humanos, tanto en México como en la frontera. Y tercero, desvía la atención de las causas estructurales de la migración, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades, que son las verdaderas raíces del problema.
DL: En su opinión, ¿qué consecuencias a largo plazo tendrán estas políticas?
D’Aubeterre: Las consecuencias son profundas y multifacéticas. A corto plazo, vemos un aumento en la pobreza y la inseguridad en las comunidades de origen. A largo plazo, estas políticas pueden generar un clima de desconfianza y resentimiento hacia Estados Unidos, no solo entre los migrantes, sino también en los países de origen. Además, estas medidas refuerzan un sistema migratorio que criminaliza a las personas en lugar de protegerlas. Esto no solo es injusto, sino también contraproducente, ya que los migrantes son una fuerza laboral esencial en Estados Unidos, especialmente en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios.
La migración no es un problema, es una realidad histórica y global que debe gestionarse con humanidad y justicia. Las políticas migratorias no pueden basarse en el miedo, la discriminación o el interés político. Deben estar centradas en proteger los derechos humanos y en reconocer las contribuciones que los migrantes hacen a las sociedades de origen y destino. Es hora de dejar de ver a los migrantes como una amenaza y empezar a verlos como lo que son: personas con sueños, esperanzas y un profundo deseo de construir un futuro mejor.
El rol económico de los migrantes en EE.UU.
DL: Trump ha justificado estas medidas argumentando que los migrantes son una carga para el país.
D’Aubeterre: Esta es una narrativa engañosa. En realidad, 83 por ciento de los ingresos de los trabajadores migrantes en Estados Unidos se queda en el país. Pagan impuestos, rentas, servicios médicos y participan activamente en la economía local. Además, las remesas enviadas a sus países de origen benefician indirectamente a la economía estadounidense porque sostienen el consumo de bienes producidos en Estados Unidos. La idea de que los migrantes “quitan empleos” a los ciudadanos locales es una falacia; ocupan trabajos que la mayoría de los estadounidenses no quiere desempeñar.
LD: Si la economía estadounidense depende en gran medida de la migración, ¿por qué existe tanta hostilidad hacia los migrantes?
D’Aubeterre: Porque el racismo y la xenofobia han sido herramientas políticas utilizadas para dividir a la clase trabajadora. Al etiquetar a los migrantes como “ilegales”, “parásitos” o “criminales”, el gobierno genera una narrativa de miedo y exclusión que impide la solidaridad entre trabajadores. Esta fragmentación permite a los empresarios pagar salarios más bajos y explotar la mano de obra migrante sin mayores consecuencias. Además, estos discursos se intensifican en periodos electorales, como hemos visto con Trump, quien usa el miedo al migrante para ganar apoyo político.
DL: En caso de deportaciones masivas, ¿cómo afectaría esto a las comunidades en Latinoamérica?
D’Aubeterre: El retorno forzado representa un trauma económico y social. Muchas de las personas deportadas han vivido décadas en EE.UU., han construido su vida allá y al ser expulsadas se encuentran en un país que ya no reconocen como propio. Para los pueblos y ciudades que dependen de las remesas, esto supone un golpe económico brutal. Sin estos ingresos, muchas familias verán reducidas sus oportunidades de educación, salud y emprendimiento. Además, el desempleo en estos lugares suele ser alto, por lo que la reinserción de los deportados se vuelve extremadamente difícil.
El peligro de la xenofobia como herramienta política
LD: ¿Cómo se han utilizado estos discursos en la política estadounidense?
D’Aubeterre: En este momento, la política migratoria de Trump ha encendido un avispero. Los titulares de la prensa se llenan de información, algunas veces alarmista y otras con fundamentos sólidos. La realidad es que la migración se instrumentaliza políticamente para generar miedo y controlar a la población. Se dice que los migrantes desplazan a los trabajadores locales, pero los datos muestran que 83 por ciento de los ingresos de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos se queda en ese país, contribuyendo al pago de impuestos, rentas y servicios de salud. Solo una fracción de estos ingresos se envía a sus países de origen. La expansión económica en regiones como la costa este estadounidense ha sido impulsada por la fuerza de trabajo migrante. Estados tradicionalmente conservadores como Georgia, Virginia y Carolina del Norte han experimentado un crecimiento económico gracias a la participación de los migrantes en sectores como la construcción y la industria alimentaria. La retórica antiinmigrante ignora que esta mano de obra barata y flexible es clave para el desarrollo estadounidense.
DL: Más allá del impacto social, ¿qué implicaciones tiene la migración en la economía de Estados Unidos?
D’Aubeterre: La migración ha sido un pilar fundamental para la economía estadounidense. Si analizamos la historia reciente, veremos que la recuperación de varias regiones ha dependido de la mano de obra migrante. Por ejemplo, estados como Texas, California y Florida tienen una fuerte presencia de trabajadores latinos que sostienen industrias clave. Sin esta población, muchas empresas no podrían operar a la misma escala. Es un error pensar que los migrantes son una carga; en realidad, contribuyen significativamente al crecimiento económico.