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Así lo recuerdo…

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 “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.” 
Gabriel García Márquez, Vivir para contarla, 2002

 

Agradezco a Sergio Cortés su invitación a escribir un texto breve, sobre lo que me parece vale la pena recordar durante mi breve gestión, en 1972, como director de la hoy Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En este caso, se trata de un ejercicio de memoria que, irremisiblemente, se pierde conforme transcurre la vida y, con frecuencia, el olvido de un hecho es sustituido por la imaginación. Espero doblegar la imaginación, a cambio de mantener la objetividad.

En 1972, el año de mi gestión, acontecen dos hechos dolorosos: los asesinatos de dos militantes y dirigentes universitarios señeros: el 19 de julio de ese año muere acribillado Joel Arriaga, en una emboscada criminal ocurrida en la 24 Sur y la 2 Oriente. El crimen sigue impune. Ese mismo año, el 19 de diciembre, al llegar a su domicilio Enrique Cabrera, vigoroso dirigente universitario, cae asesinado por la espalda. El crimen sigue impune.

Mi llegada a la dirección de la Escuela de Economía sucedió de la siguiente manera. En 1971 era director de la Escuela el licenciado Salvador Carmona Amorós, cuando de manera sorpresiva envió al Consejo Universitario su renuncia. En la sesión del Consejo en que se conoció la renuncia el licenciado Carmona Amorós intentó retirarla, pero se rechazó su petición, y el Consejo aprobó la renuncia, por lo que se procedió a nombrar a quien ocupara la dirección vacante, distinción que recayó en mi persona.

En mi breve gestión ocurrió un hecho trascendente que dio rumbo a la universidad. Ese año se intensificó la lucha de los universitarios por lograr que el Hospital Civil, administrado por el gobierno del estado, pasara a ser parte de la universidad. La demanda fue apoyada por los universitarios, aunque por supuesto, los más involucrados eran quienes integraban el Área de la Salud.

Al comienzo del año, el 28 de enero de 1972, apoyado por un grupo cercano al PRI, se nombró rector interino al licenciado Martín Carbajal Caro, quien en junio convocó a una sesión del Consejo Universitario con el propósito de apoyar la entrega del Hospital Civil a la universidad. A la reunión llegaron decenas de estudiantes de Medicina invitados para apoyar el asunto del Hospital. Sin embargo, ya en la sesión se agregó un punto al orden del día: designar rector definitivo a Martín Carbajal Caro, lo cual motivó un conato de riña entre los estudiantes, que terminó con el desconocimiento de Carbajal Caro como rector y de Enrique Hernández Salazar como secretario general.

Sin rector, el problema era ¿quién debía convocar a la siguiente sesión del Consejo para nombrar al nuevo rector? La solución fue seguir la línea de sustitución en ausencia del rector establecida en el Estatuto Universitario, y se encontró que esta era cubierta por el secretario general, y la ausencia de este correspondía cubrirla al oficial mayor, cargo que ocupaba el doctor Ernesto Cruz Quintas, quien, en calidad de rector temporal, convocó a la sesión del Consejo Universitario, que resultó fallida, pues siendo el quórum mínimo de 21 consejeros, sólo llegaron 19. En consecuencia, el rector en funciones convocó a una nueva reunión para el 10 de junio. Esta vez llegaron los consejeros necesarios para hacer el quórum y llevar a cabo la reunión del Consejo. En esa sesión se nombró al químico Sergio Flores rector por tres meses; al transcurrir el plazo, el 10 de septiembre, el Consejo Universitario designó rector definitivo al propio Sergio Flores, iniciándose así una etapa de desarrollo y logros del Programa de la Universidad Crítica, Democrática y Popular.

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