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Alostasis, salud y vejez

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La vida es equilibrio y en la medida en las que éste sea más armonioso, tenderá a prolongar en una mejor forma la existencia de cualquier ser viviente. Sin embargo, en todos los fenómenos biológicos existe una competencia que implica una tendencia a la adaptación que dará lugar a un dinamismo extraordinariamente complejo de entender.

El sabio francés Claude Bernard (1813 – 1878) fue un biólogo, médico y fisiólogo que, dentro de sus aportaciones a la ciencia, destaca un concepto denominado Homeostasia, que si bien no es un término exactamente suyo sino del fisiólogo estadounidense Walter Bradford Cannon (1871 – 1945), planteó las condiciones del medio interno como una serie de mecanismos que buscan precisamente el equilibrio celular, en la medida en la que un ser vivo unicelular, extrae elementos vitales para sobrevivir y al mismo tiempo, desecha partículas que no son útiles. Pero el concepto no abarca simplemente esta noción que en una forma simple se explicaría solamente como dar y recibir en una forma estática. Por citar un ejemplo, si la temperatura del medio extracelular cambia, se deben de llevar a cabo mecanismos extraordinariamente sutiles, a través de átomos o moléculas que modificarán en una forma definitiva, la actividad de un microorganismo o célula.

En los animales como nosotros, conformados por innumerables células, se genera una necesidad de establecer equilibrios de características tan complicadas, que hacen del medio extracelular, nuestro “medio interno”.

Pero Walter Cannon propuso que debe de existir una tendencia a mantener en una forma constante, estas variaciones que Bernard imaginó de una dinámica excepcional. Es decir que el margen de cambio que debe de existir entre el medio extracelular e intracelular debe de ser de un límite muy estrecho. Por eso combinó dos términos griegos: “homoios” que significa constancia y “stasis” que significa posición o estabilidad, dando lugar a la Homeostasis, como un mantenimiento de condiciones celulares internas que pueden sufrir variaciones, pero manteniéndose en condiciones relativamente constantes.

Sin embargo, cuando un organismo es sometido a situaciones de exigencia extrema, la necesidad de establecer un equilibrio que tienda a la estabilidad, considerando las demandas futuras de requerimientos adaptativos que implican la interacción de diversos órganos y sistemas es la Alostasis, planteamiento de Peter Sterling (1940), quien es un anatomista, fisiólogo y neurocientífico que actualmente trabaja en la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos, y cuyos aportes brindan conceptos que nos ayudan a entender cómo se generan los procesos biológicos, que se refieren a la salud y a la enfermedad.

Parte de una serie de principios que afirman que los organismos están diseñados para ser eficientes. La eficiencia requiere intercambios recíprocos. La eficiencia también requiere ser capaz de predecir las necesidades futuras. Tal predicción requiere que cada sensor se adapte al rango de entrada esperado. La predicción también exige que cada elemento que ejecuta respuestas a estímulos, adapte precisamente su respuesta, al rango esperado de demanda; y si bien esta regulación predictiva depende del comportamiento, se dan otros mecanismos que también se adaptan. Así, todas las células de un animal van a responder en una forma coordinada.

La homeostasis es la regulación del cuerpo a un equilibrio, mediante el ajuste de un solo punto, como el nivel de oxígeno, la glucosa o el PH de la sangre. Por ejemplo, si una persona que camina en el desierto está caliente, el cuerpo sudará y se deshidratará rápidamente. La Alostasis es adaptación, pero con respecto a un equilibrio más dinámico. En la deshidratación, el sudor ocurre a manera de un elemento para enfriar, pero esta es solamente una pequeña parte del proceso, con muchos otros sistemas que también adaptan su funcionamiento, tanto para reducir el uso de agua como para apoyar la variedad de otros sistemas que están cambiando para ayudar a esto. En este caso, los riñones pueden reducir la producción de orina, la membrana mucosa en la boca, la nariz y los ojos se secan; la producción de orina y sudor disminuye y las venas y las arterias se contraerán para mantener la presión arterial con un volumen de sangre menor.

Cuando a cualquier médico le lanzamos la pregunta de lo que es la salud, podrá recurrir a una definición muy poco práctica y mucho menos precisa. Pareciera que imaginamos al cuerpo humano como una especie de máquina programada para sobrevivir en un modelo donde todo debe de mantenerse en una forma constante (es decir, en Homeostasis); pero es fundamental considerar que pueden darse procesos de retroalimentación negativa, que corregirá errores con una especie de costo orgánico (lo que implicaría a la Alostasis).

Hay dos ejemplos particularmente ilustrativos de esto. Conforme pasa el tiempo, las arterias como elementos que llevan sangre oxigenada a todas las partes del organismo, se van endureciendo, lo que provoca un incremento de la presión que asegure la llegada adecuada a todas partes; sin embargo, este proceso puede generar una ruptura que puede ser mortal. Se puede retrasar este proceso con medicamentos reguladores; sin embargo, inexorablemente, la hipertensión se agravará hasta llegar a ser una especie de asesino que culminará con la vida, en el peor de los casos y desgraciadamente también, en la mayoría.

Otro ejemplo puede orientarse al riesgo de desarrollar Diabetes tipo II en personas obesas y no existe una respuesta que explique las razones por las que se alteran los controles orgánicamente automatizados para regular el apetito y así, evitar la enfermedad.

Pero en el caso de los seres humanos contamos con el cerebro que, en un proceso integrador, puede establecer una especie de monitoreo que pueda predecir lo que en un momento será necesario llevar a cabo para prolongar la existencia en una dinámica que podría reflejarse en un efecto que nos conduzca a comportamientos que se lleven a cabo, digamos, justo a tiempo. Así, la salud, tanto física como mental, puede entenderse como la capacidad de responder dinámicamente a los cambios en la demanda que nos presiona ambiental y socialmente. Una integración del cerebro con el cuerpo, desde el punto de vista médico, nos puede ser de una utilidad inimaginable para tener como meta ir más allá de los tratamientos con medicamentos que, como todos sabemos, pueden reducir nuestra capacidad de respuesta adaptativa y por supuesto, tener un impacto en nuestra calidad de vida, sobre todo a medida que el tiempo pasa y gradualmente nos vamos poniendo viejos.

No podemos dejar a un lado la recomendación de recurrir con mayor asiduidad a lo natural. Buscar elementos reconfortantes y gratificantes que llenen los grandes huecos emocionales que hemos heredado en la sociedad contemporánea, alejándonos de lo artificial.

“Mente sana en cuerpo sano” es una cita de la Sátira X escrita por el italiano Décimo Junio Juvenal en el siglo I antes de la era común. La frase original en latín es Orandum est ut sit mens sāna in corpore sānō, que se traduce como ‘oremos por una mente sana en un cuerpo sano’.

Me parece verdaderamente inaudito que, en la actualidad, llenos de tecnología, olvidamos estos conceptos antiguos que nunca han perdido su inapreciable validez.

 

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