Pese a su corta vida, Alan Turing fue uno de los personajes más influyentes del siglo XX. Algunos de los hitos de su carrera científica son el diseño de una máquina hipotética, la máquina de Turing, con cuya ayuda creó los conceptos teóricos que permitieron la construcción de los primeros ordenadores, y la confección de uno de los ordenadores más rápidos de su época, el Pilot ACE.
Como criptógrafo destacó por conseguir desvelar los códigos Enigma, con los que los alemanes cifraban sus mensajes durante la Segunda Guerra Mundial. Y además realizó investigaciones pioneras con las que sentó las bases de la inteligencia artificial y la biología matemática.
Esta obra se explica, de una forma amena y rigurosa, la naturaleza de estas aportaciones fundamentales para la evolución del mundo contemporáneo.
Bajo este enfoque hemos aunado en un mismo libro elementos propios de un texto de “ciencia recreativa” con otros que son propios de una biografía, demostrando cómo algunos de los hallazgos más importantes de Alan Turing forman parte de nuestra vida diaria. Así, por ejemplo, el libro da respuesta a algunas interrogantes como: ¿qué es un ordenador?, ¿por qué se cuelgan los ordenadores?, ¿qué país inventó el ordenador?, ¿resuelven los ordenadores toda clase de problemas?, ¿qué es un captcha? ¿qué es un sistema de reconocimiento óptico de caracteres (OCR)?, ¿puede haber máquinas inteligentes?, ¿cómo funciona un ordenador cuántico?, entre otras preguntas.
El carácter polifacético de las investigaciones de Alan Turing fue una manifestación más de su genialidad. Su capacidad para encontrar nuevas áreas de investigación y relaciones entre fenómenos o cuestiones aparentemente dispares solo fue igualada entre sus contemporáneos por el matemático húngaro John von Neumann. Con estos dos científicos nació en la década de 1940 el “científico multidisciplinar”, el sujeto sin fronteras en el conocimiento, capaz de abstraer de la biología, la economía, la sociología o la física los elementos comunes utilizando las matemáticas y los ordenadores, con la finalidad de unificar problemas en apariencia distantes, pero en el fondo similares.
Turing es un personaje cuya vida y obra no dejan indiferente. Su vida como científico fue una auténtica aventura intelectual, rica en matices y hallazgos, y su vida privada, marcada por su homosexualidad en una época en la que en Gran Bretaña era considerado delito penal, estuvo repleta de anécdotas que lo convierten en un personaje singular, con una personalidad alejada de lo común. Los problemas derivados de su orientación sexual le provocaron la segunda de las profundas depresiones que padeció y que le llevó a acabar con su vida mediante la ingesta de cianuro, si bien el misterio que rodeó su muerte ha dado pie a otras conjeturas, entre ellas la del asesinato.
Esta obra, que descubre tanto al hombre como al científico, se organiza en cinco capítulos. En el primero, tras un recorrido biográfico por su infancia y juventud hasta concluir sus estudios en la Universidad de Cambridge, se describe detalladamente una de sus principales contribuciones científicas: la máquina de Turing, con las distintas variantes diseñadas por el genio británico y también por otros investigadores. Se describen también algunas experiencias sobre la construcción de máquinas de Turing o su simulación a través de software. El capítulo concluye con cuestiones más concretas, como el problema de la parada, que explica, entre otras cosas, por qué se “cuelga” un ordenador.
En el segundo capítulo se narra cómo el acoso alemán sufrido por el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial llevó a los británicos a crear Bletchley Park, lugar donde los criptógrafos, entre ellos Turing, lograron finalmente descifrar los mensajes interceptados a los alemanes del III Reich. En ese contexto bélico, personajes como Turing, entre otros muchos, desplegaron todo su talento recibiendo un merecido reconocimiento al final de la contienda. Fue precisamente en Bletchley Park donde vio la luz el Colossus, considerado hoy el primer ordenador digital de la historia. La Segunda Guerra Mundial no solo fue un derroche en vidas, sino también de inteligencia. Tras esta estimulante experiencia, Alan Turing fue capaz de dar el salto definitivo desde el mundo abstracto de la máquina que lleva su nombre hasta el mundo real, construyendo un ordenador: el Pilot ACE.
El tercer capítulo aborda una cuestión cuya polémica sigue vigente: ¿quiénes inventaron el ordenador, los británicos o los estadounidenses? Según la última revisión histórica fue el Reino Unido, gracias al Colossus, el país merecedor de este reconocimiento, por la fecha en que fue construido y por ser en aquella época el país más avanzado en el diseño y construcción de ordenadores. Entonces ¿por qué Estados Unidos le arrebató esta industria?
Una vez descritas las características del Pitot ACE, y tras dar una respuesta a estas preguntas, nos adelantaremos en la arquitectura de Von Neumann, esto es, la forma en que desde entonces se organizan a nivel lógico y funcional los componentes de un ordenador, para concluir con los años en que Alan Turing se dedicó a la programación de ordenadores en la Universidad de Manchester.
Ya próximo el final de su vida, Turing puso el colofón con lo que tal vez sea uno de sus proyectos más ambiciosos, sentando las bases teóricas de lo que más adelante se llamaría inteligencia artificial. Continuó con su labor en la Universidad de Manchester, aunque en esta ocasión dio un paso más y se hizo una pregunta realmente ambiciosa: ¿puede haber máquinas inteligentes?, materia de la que trata el cuarto capítulo. Turing diseñó circuitos de neuronas artificiales y creó una prueba aún en vigor, el test de Turing, con el que evaluar si una máquina, por ejemplo un ordenador, se comporta o no de modo inteligente cuando juega al ajedrez, traduce un texto de un idioma a otro o realiza cualquier otra tarea para la que un ser humano utilizaría su inteligencia.
La última etapa de su vida fue tan fértil científicamente como la primera. Fue en sus últimos años cuando utilizó por primera vez un ordenador para el estudio y simulación de problemas biológicos, elaborando modelos matemáticos sobre el crecimiento y la formación de patrones en los seres vivos, al intentar dar respuesta a la cuestión de cómo se forman los patrones de bandas en la piel de las cebras. Fruto de estos estudios es el nacimiento de una nueva disciplina, la biología matemática. En la primavera de 1954, Alan Turing puso fin a su vida tras ingerir una manzana envenenada a la edad de cuarenta años.
Los superordenadores, personales de mesa, portátiles, netbooks, tablets o los que son usados en el teléfono móvil, agenda personal o cualquier otro han sido omitidos en el presente libro. Sin embargo, todas esta máquinas no son más que la evolución natural de la maquina teórica de Turing. El legado de Turing no solo fueron sus aportaciones científicas, sus geniales hallazgos y su contribución a la informática, sino lo que su trabajo sugirió pero dejó sin concluir, y que ha inspirado a generaciones posteriores de científicos. Como ejemplo: el ordenador cuántico, el diseño de modelos de redes neuronales artificiales y su utilización en sistemas inteligentes en la vida diaria, y el estudio del ADN mediante ordenadores, la molécula de la vida, cuya estructura fue descubierta en el reino Unido por Watson y Crick un año antes de su muerte.
Todo un viaje apasionante guiado por una de las mentes más interesantes y geniales del siglo XX, un pensador de máquinas pensantes, la fascinación de cuya figura no hace sino aumentar más de medio siglo después de su fallecimiento.