Las mujeres comerciantes de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) “28 de octubre” no se reducen a fuerza laboral. Es una red de sororidad que se apoya en la lucha social, en el trabajo, en la crianza de sus hijos y la vida doméstica. Desde su fundación, hace casi medio siglo, la organización ha pasado a lo largo de su historia por el desalojo sangriento de vendedores del Centro Histórico de Puebla que cobró dos vidas en los años 70.
Después vino el asesinato de Juanita Arenas en 1996, la represión del sexenio morenovallista que encarceló a cinco de sus líderes y persiguió judicialmente a las mujeres, entre ellas la dirigente general Rita Amador López, compañera de lucha y vida del asesor principal de la UPVA, Rubén Sarabia Sánchez, Simitrio, hasta la ejecución extrajudicial de su hija Meztli Sarabia Reyna.
Cada año, la Unión Popular vive un periodo de represión, a veces más cruento que el anterior, que pareciera que se destruye. Pero hasta ahora ha tenido la capacidad de regenerarse, reconstituirse y llegar a ser lo que es hoy: la principal organización social en el estado de Puebla.
Esta fortaleza recae en más de 4 mil vendedoras que, en los momentos de mayor represión sistemática, salieron a marchar a las calles a exigir el derecho humano al trabajo, la liberación de sus presos políticos, así como justicia y freno contra la violencia feminicida.
La dirigente general es Rita Amador López, con el respaldo de su hija Quetzalli Sarabia, y María de la Luz Gálvez Javier Julia y Ana Rosas Porto, esposas de Xihuel y Atl Rubén Sarabia, respectivamente, ambos, hijos de Simitrio.
Rita, junto a sus hijas y nueras, resistieron y lucharon social y legalmente hasta lograr la liberación de sus presos políticos.
Este grupo de mujeres aguerridas vivió en carne propia durante seis años la represión, persecución, ataque frontal del gobierno y el asesinato de sus compañeros. Moreno Valle ha sido el gobernador más represivo contra la UPVA en la historia reciente de Puebla. Dejó solas a las mujeres de la organización para que hicieran frente al conflicto social, mientras los esposos y los hijos estaban en prisión.
A pesar de la embestida, las mujeres de la organización no estuvieron dispuestas a negociar nada, “porque la negociación es una derrota”, afirmó Rita Amador a La Jornada de Oriente.
Rita y el resto de las vendedoras resistieron de pie durante el gobierno del panista Rafael Moreno Valle (2011-2017), quien la quería en la cárcel a como diera lugar. En su contra abrió 26 carpetas de investigación por delitos “fabricados”.
Desde entonces, la dirigente general de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes no ha dejado de luchar, desde diferentes trincheras.
Hay violencia en contra de ellas porque son protagonistas de tantas luchas
A Rita le quedó claro que la política ni los procesos electorales “son la vía para garantizar el trabajo digno”, más que la lucha social en sí misma. Incluso, en el año 2016 rechazó una postulación a la candidatura por la gubernatura de Puebla.
Desde su fundación, dijo que la Unión Popular de Vendedores Ambulantes no ha estado ligada a ningún partido político, pero aclaró que eso no significa que se prohíba a sus agremiados ejercer su derecho al voto.
En su visita al Mercado Hidalgo, bastión de la organización, la feminista italo-estadunidense Silvia Federici, destacó que la lucha social de Rita, en específico, “es muy importante porque no solo es por la vida, su vida, la vida de su familia y su comunidad, sino también por la de todo el mundo”.
En resumen, dijo que atacar a las vendedoras ambulantes es atacar a la comunidad. “Hay violencia en contra de ellas porque son las protagonistas de tantas luchas, y en el éxito de este tipo de luchas se juega la posibilidad de futuro”.
En la última década, por el centro de abastos —que también se transformó en un espacio político y cultural que ha formado ideológicamente a sus agremiados— ha pasado la pensadora feminista Silvia Federici, el periodista Luis Hernández, los embajadores de Cuba y Venezuela, los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, académicos e investigadores universitarios, científicos, escritores, y familiares de presos políticos.
Luis Hernández enfatizó que la UPVA ha sido refugio y “brújula” de los movimientos sociales en el estado de Puebla.
La represión unió a las mujeres
En febrero de 2014, justo cuando la Unión Popular de Vendedores Ambulantes resentía la presión gubernamental, una declaración de Luis Maldonado Venegas, entonces subsecretario de Gobierno estatal, marcó la pauta de los hechos que sobrevinieron en los tres años siguientes y que cobraron la vida de Meztli Sarabia Reyna.
Según el colaborador morenovallista, en el Mercado Hidalgo estaba el enclave del narcomenudeo de la zona metropolitana.
Tras los señalamientos de Maldonado Venegas, iniciaron los rondines de policías y soldados que registraban todo movimiento de los líderes del mercado, donde tiene sede la agrupación de ambulantes.
Desterrado de la entidad por mandato judicial, después de varios años de ausencia, Rubén Sarabia Sánchez Simitrio, el fundador y asesor principal de la organización, regresó a la ciudad de Puebla.
Su retorno en 2011 —con el inicio del sexenio panista— bastó para crear un frente de movimientos sociales, en los que el gobierno de Moreno Valle, para entonces aspirante presidencial, ejerció represión y encarceló a 366 personas que fueron detenidas injustamente, torturadas y violentadas.
Por la defensa del derecho humano al trabajo, Simitrio y sus hijos Atl Rubén y Xihuel fueron encarcelados y un año después liberados por falta de pruebas. La presión social vino de diversas organizaciones solidarias y el Comité de Trabajo de la Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que concluyó persecución por actividades políticas y el uso de la prisión preventiva como método de control político contra los vendedores detenidos.
Desde entonces, en 2014, inició la embestida gubernamental para buscar el exterminio de la UPVA, para entonces liderada únicamente por mujeres.
Con Moreno Valle, Rita Amador enfrentó el intento de destitución de la organización, por parte de un grupo de choque que encabezó Antonio Ordaz. Resultado del intento de invasión de las áreas del Mercado Hidalgo fue la detención de Fernando Alonso, actual vocero de la agrupación.
La luchadora social reconoció que muchas veces tuvo miedo, se aterrorizaba, por todos los enfrentamientos que tuvo con el Poder Ejecutivo local.
“Por eso le digo a las mujeres que no podemos estar separadas, como pueblo debemos enfrentar todo lo que se viene provocado por la crisis; no es la misma intención cuando se está en la casa, en la cocina, que cuando salimos y luchamos”, resaltó.
Con Barbosa, una relación de respeto
Con el actual gobierno del morenista Miguel Barbosa Huerta, comentó que se tiene una relación de respeto.
A la fecha —apuntó— ni el ayuntamiento ni el gobierno estatal han podido resolver los problemas que tenemos como comerciantes. Hemos sobrevivido y eso es un logro.
Sostuvo que las luchadoras sociales “padecen más que el hombre”, porque no sólo tiene que ir a trabajar, sino también criar a los hijos y atender la casa. Refirió “hay mucha discriminación y misoginia contra el género”.
Al final, Rita Amador afirmó que la lucha no es contra el hombre, sino por el trabajo y el empoderamiento de las mujeres.
Expuso que las mujeres que están en los movimientos sociales cambian drásticamente sus vidas, porque ya no pueden estar sólo para la familia, los hijos o las actividades domésticas. Contrario a ello, dijo, tienen más obligaciones “porque realizamos al mismo tiempo muchas actividades en lo laboral, político, social y en el hogar”.
Resumió que el papel de la mujer como dirigente social es más complejo, porque a las féminas no se les ve como líderes de un movimiento o una organización, se les discrimina.
En la represión más reciente que padecieron del gobierno anterior, dijo que existieron amenazas de muerte y persecución. Lo lamentable, condenó, es que hubo medidas cautelares para hombres, pero no para las mujeres.