El alto valor ambiental de los bosques se debe entre otras cosas a su aporte de bienes y servicios ecosistémicos que protegen al suelo, proporcionan oxígeno y preservan la diversidad biológica en el planeta. Son ecosistemas vulnerables actualmente, por lo que se ven afectados por plagas y enfermedades fúngicas en todo el planeta. Se han identificado diferentes géneros de hongos involucrados en enfermedades de pinos como Alternaria, Annulohypxylon, Botryosphaeria, Curvularia, Daldinia, Diplodia, Lophodermium, Meria, Myrmaecium aislados de especies de pino P. arizonica, P. cembroides, P. patula, y P. pseudostrobus. Aunque, la presencia de Diplodia sapinea, Fusarium circinatum y Lophodermium ocasionan los mayores impactos ya que afectan a diferentes especies de pino. La medida de control de los hongos se hace regularmente a través de fungicidas químicos que son altamente peligrosos para el entorno. Sin embargo, se puede hacer uso del control biológico o biocontrol con biofungicidas a base de microorganismos con bajos o nulos problemas ambientales. En el control biológico de hongos interviene uno o varios organismos antagonistas, que poseen el potencial para interferir en cualquiera de los procesos vitales de los patógenos. El biocontrol involucra diversas interacciones basadas en el sistema patológico entre el agente de control biológico, patógeno, hospedante y ambiente que reduce la densidad poblacional o las actividades inductoras de la enfermedad. El biocontrol de hongos es efectivo cuando la acción ejercida de los antagonistas reduce al patógeno a través de alguno o varios mecanismos que actúan contra los hongos como la competencia por espacio y nutrientes, el parasitismo, la producción de metabolitos secundarios (antibióticos, enzimas líticas y compuestos volátiles) y la resistencia sistémica inducida en plantas. La estrategia de biocontrol ha sido ampliamente utilizada en el sector agrícola, y se ha propuesto también para el manejo de las enfermedades forestales, como alternativa al combate químico para conservar y recuperar bosques que se han perdido o degradado por las enfermedades. El género bacteriano del suelo y promotor del crecimiento vegetal más explotado para la producción de biofungicidas es Bacillus, debido a su versatilidad de mecanismos de biocontrol, como la producción de compuestos volátiles, antibióticos, enzimas líticas, sideróforos. B. subtilis ha demostrado su capacidad como biocontrolador de F. sambucinum y promotor del crecimiento de P. elliottii. El biocontrol ha logrado disminuir la alta incidencia y severidad de la infección por F. circinatum en P. radiata y P. muricata. Además, B. simplex a nivel in vitro es capaz de biocontrolar a Heterobasidion annosum y Armillaria mellea, también reduce la incidencia de infección de H. annosum y de A. mellea en plántulas de P. radiata. B. simplex in vitro también presenta actividad antagónica en F. circinatum y disminuye las lesiones de P. radiata. Por otro lado, B. pumilus aislada de P. massoniana puede biocontrolar a Sphaeropsis sapinea, debido a la producción de metabolitos secundarios que dañan al micelio y retrasan la germinación de esporas. Además, otras bacterias han demostrado su efecto biocontrolador de hongos en pinos como Pseudomonas y Burkholderia spp. Y han sido usadas como bacterias biocontroladoras de Fusarium. En el Laboratorio de Microbiología de Suelos de la BUAP se desarrolla investigación encaminada a conocer el efecto que tienen bacterias provenientes de suelos de bosques de la Sierra Norte de Puebla de los géneros Bacillus y Serratia en el control de la caída foliar en Pinus sp. con resultados prometedores ya que se ha logrado disminuir la incidencia y severidad de la enfermedad en Pinus patula lo cual contribuye al cuidado del ambiente y de los recursos forestales.
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