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Entre conspiraciones y la realidad

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Siendo la realidad un fenómeno particularmente complejo, múltiple, algunas veces sujeto al azar, difícil de asumir, entre muchas otras características; resulta mucho más fácil para la generalidad asumir como verdaderas diversas teorías de conspiración y engaños antes que analizar lo que ha sucedido realmente. Esto es particularmente claro con la llegada del hombre a la Luna, en el año de 1969 a través de la misión espacial que tuvo como nombre Apolo 11 y que ha sido objeto de muchas teorías de intrigas que, a pesar de haber sido desacreditadas por pruebas científicas, continúan divulgándose alimentando graves consecuencias que tienen un reflejo en otras áreas del conocimiento que nos afectan como sociedad. Esto se puede percibir en algo tan actual como el supuesto efecto nocivo de las vacunas para Covid-19 y el pensar que este problema de salud es resultado de algún tipo de regulación de la población humana. Asimismo, la teoría el robo de diversos líquidos corporales por parte del personal de salud que supuestamente obtenía ganancias por cada venta de los mismos y un sinfín de teorías caóticas y fatalistas que han surgido y divulgado por redes sociales o aplicaciones de mensajería inmediata.

Lo cierto es que algunas personas sostienen que la llegada del hombre a la Luna fue un montaje cinematográfico realizado por el gobierno de Estados Unidos para demostrar su superioridad en la carrera espacial durante la Guerra Fría. Esta teoría ha sido refutada por una abundancia de pruebas, incluyendo fotografías, videos, muestras lunares y testimonios de astronautas y científicos. A esto se le agrega la cuestión de la bandera estadounidense aparentemente ondeante que, a través del tiempo, permanece inmóvil en aquella superficie lunar. La explicación es que la bandera tenía una estructura interna para mantener su forma y la apariencia de ondear se debió al movimiento que hizo al ser plantada en la superficie lunar.

También hay quienes señalan supuestas inconsistencias en las sombras presentes en las fotografías de la Luna, sugiriendo que se utilizaron múltiples fuentes de luz y que la escena fue creada en un entorno controlado. La realidad es que la falta de atmósfera en la Luna permite que la luz del Sol genere sombras más nítidas y largas. También se ha señalado que en las fotografías de la Luna no se ven estrellas en el fondo, lo que algunas personas interpretan como evidencia de un montaje. La explicación es que, debido a la brillantez del suelo lunar y la exposición necesaria para capturar detalles en la superficie, las estrellas simplemente no eran lo suficientemente brillantes para ser registradas en las fotografías.

También se ha planteado que las huellas dejadas por los astronautas en la Luna deberían haber sido más borrosas o ausentes debido a la falta de humedad y atmósfera para mantener la forma; sin embargo, la composición del suelo lunar permitió que las huellas se conservaran así durante mucho tiempo.

Por último, hay dos regiones con partículas radioactivas llamadas Cinturones de Radiación de Van Allen que, además de perjudicar sistemas electrónicos satelitales, representan un riesgo para la salud de los astronautas que viajan al espacio. Para minimizar el efecto de esta radiación, se eligen trayectorias que merman el tiempo de exposición en el cinturón de radiación y se utilizan materiales protectores para reducir los efectos perjudiciales.

Así surgen ideas y dudas que, pese a la evidencia científica y documental que respalda de manera abrumadora la autenticidad de las misiones Apolo y el hecho de que los astronautas realmente caminaron sobre la superficie lunar, continúan y seguirán generándose en la medida en la que se establezcan mecanismos amplios de divulgación respaldados por alguna información en internet y redes sociales. Será muy difícil contrarrestar estos efectos; sin embargo, constituye un factor importante de control entender todo lo que gira alrededor de estos logros, entendiendo que las misiones espaciales constituyen alcances de lo más destacado en el desarrollo del conocimiento de la humanidad.

La investigación espacial ofrece una amplia gama de beneficios que impactan tanto en el ámbito científico como en la vida cotidiana. Se ha impulsado el desarrollo de nuevas tecnologías que a menudo tienen aplicaciones prácticas en la Tierra. Muchos de los dispositivos y tecnologías que utilizamos cotidianamente, como los satélites de comunicación, la tecnología de imágenes médicas y los materiales avanzados, han sido desarrollados o mejorados gracias a la investigación espacial.

Podemos comprender mejor el universo, desde la formación de estrellas y galaxias hasta la búsqueda de vida en otros planetas. Este conocimiento contribuye al avance de la astronomía y la cosmología, permitiéndonos comprender mejor nuestro lugar en el cosmos.

La microgravedad y otras condiciones espaciales únicas proporcionan un entorno de investigación valioso para entender mejor la fisiología humana y por consiguiente su impacto en la salud. Esto ha llevado a descubrimientos en áreas como la osteoporosis, la pérdida de masa muscular y la prevención de enfermedades, entre otros.

Los satélites espaciales son esenciales para observar y entender los patrones climáticos globales. Proporcionan datos cruciales para el monitoreo del cambio climático, la predicción meteorológica y la gestión de desastres naturales. Además, facilitan las comunicaciones globales, permitiendo la transmisión de datos, llamadas telefónicas y acceso a Internet en todo el mundo, incluso en áreas remotas.

La investigación espacial contribuye al avance del conocimiento en campos como la física, la química, la biología y la geología. Experimentos realizados en el espacio proporcionan datos que no se pueden obtener en la Tierra.

Por último, las misiones espaciales capturan la imaginación de las personas y sirven como fuente de inspiración para las futuras generaciones. También fomentan el interés en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), que es el acrónimo en inglés que hace referencia a Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y que plantea la integración interdisciplinaria de estas áreas de las ciencias en un contexto asociado a la ingeniería y la tecnología.

Por supuesto en general pueden expresarse ideas a favor y en contra del regreso del hombre a la Luna que debemos de tomar en cuenta. En efecto, es digno de considerar que, dentro de la civilización, un aspecto que ha caracterizado a nuestra especie es la expansión de nuestro conocimiento y las contribuciones al avance tecnológico, descubrimientos científicos y mejoría en la calidad de vida; sin embargo, existen retos que debemos enfrentar como el abatir la pobreza, mejorar el nivel educativo y contrarrestar el efecto del cambio climático y las consecuencias de la contaminación, por solamente citar algunos, antes siquiera de pensar en poblar o vacacionar en la Luna.

Establecer prioridades es extremadamente complejo y solamente podremos visualizar el futuro de acuerdo a lo que implica el costo financiero, necesidades de investigación para encontrar beneficios tangibles, orientar esfuerzos para resolver problemas ambientales, establecer conductas humanamente éticas y crear mejores oportunidades sin diferencias entre todos los seres humanos. De aquí deben surgir diferentes perspectivas sobre la exploración espacial, resaltando los desafíos y consideraciones que deben abordarse al planificar misiones de regreso a la Luna u otras misiones espaciales tripuladas.

 

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