Se calcula, sin poder conocer el dato en una forma estrictamente real, que el área de la frontera entre México y Estados Unidos alberga alrededor de 15 millones de personas. Durante los últimos años, paralelamente, se ha incrementado la seguridad fronteriza y una entrecomillada guerra contra las drogas. Bajo estas condiciones muchas personas que se han convertido en migrantes son víctimas de una gran cantidad de factores de riesgo para enfermar. Las leyes migratorias de Estados Unidos han disminuido el regreso de migrantes que ya han sido deportados; sin embargo, a nivel federal, no se aplica la ley en una forma estricta, lo que condiciona fenómenos que notoriamente afectan a los migrantes en formas inimaginables. Tras la implementación de las políticas gubernamentales y estatales para reducir la migración de indocumentados, se han incrementado las denuncias de abuso físico y verbal, así como las de situaciones que ponen en peligro la vida.
Aquellos que salieron de México antes de los 14 años tienden a sufrir más problemas relacionados con el alcohol y drogas. La migración entre los 15 y 20 años se ha asociado con una tasa más alta de mortalidad cardiovascular que la migración a una edad más avanzada. Los mexicoamericanos que migraron a una edad más temprana al parecer padecen enfermedades que no se mitigan con el estatus socioeconómico más alto alcanzado por los migrantes tempranos.
Entre los que llegan a Estados Unidos y Europa son frecuentes las enfermedades transmisibles como las infecciones dermatológicas, gastrointestinales y respiratorias. También sobresalen las enfermedades no transmisibles, como hipertensión y diabetes, así como las enfermedades prevenibles por vacunación, ya que a menudo los refugiados no están al día con las vacunas de rutina ni los exámenes de detección de enfermedades crónicas y cáncer. Además, muchos tienen problemas de salud mental relacionados con el estrés, que a menudo no son abordados por los sistemas de salud donde residen. La determinación de las necesidades sanitarias de grupos específicos debería conducir al establecimiento de estrategias basadas en análisis de datos para la prestación de servicios de detección y atención a la salud, tanto en beneficio de las personas afectadas, como en aquellos de los países que los acogen.
Por otro lado, a lo largo del siglo XX la mayoría de los países del mundo experimentaron grandes transiciones humanas en la estructura social, la economía, la política, la educación y el entorno familiar. Debido al dramático aumento de la migración internacional, un número cada vez mayor de personas debe hacer frente a dos o más culturas. Millones de refugiados han migrado a Estados Unidos desde 1975. En los últimos años la migración a Europa ha aumentado drásticamente, debido principalmente a la guerra y la persecución en los lugares de origen.
La mayoría de los países de Europa solo ofrecen asistencia sanitaria de urgencia a migrantes indocumentados, pero con un costo que a menudo es prohibitivo. Además, los factores lingüísticos, culturales y socioeconómicos pueden ser obstáculos para tener un buen acceso a la atención médica. Como consecuencia, su salud física y mental a menudo se deteriora antes de que busquen ayuda. Tienden a vivir y trabajar en malas condiciones, lo que a menudo exacerba problemas de salud. Tales enfermedades pueden haber comenzado en su país de origen o pueden ser consecuencia de su historia migratoria, que puede incluir torturas, abusos y la pérdida de seres queridos. Por lo tanto, un número desproporcionado, incluidos los jóvenes, tiene afectaciones del estado de ánimo, trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión y dolor crónico. Incluso en los países que ofrecen pleno acceso a los servicios de salud, una serie de barreras disuaden a los migrantes indocumentados de acudir al médico. Ello incluye obstáculos lingüísticos, falta de conocimiento del sistema de atención médica y acceso a él, para culminar con altos costos y el miedo a ser deportado.
El movimiento masivo de poblaciones que ha tenido lugar durante los últimos 100 años ha cambiado la faz de muchas regiones del mundo y ha sumergido a comunidades enteras en entornos nuevos y a menudo generadores de ansiedad.
A medida que los grupos de población pasan de entornos agrícolas y rurales a sociedades industriales y urbanas, cambian demográficamente en cuanto al nivel de ingresos, la educación, la organización familiar, los hábitos alimenticios y la actividad física. Si bien la migración se ha convertido en una opción hacia el bienestar económico aceptada y establecida en muchas comunidades y muchos países, el cambio en las poblaciones ha aumentado drásticamente los factores de riesgo cardiovascular y de las tasas de enfermedad.
A medida que las personas migran de las zonas rurales a las ciudades en busca de trabajo, más ingresos y una vida mejor (tanto dentro de su país de origen como en tierras remotas), los cambios en el estilo de vida se convierten en importantes factores predisponentes para el desarrollo de hipertensión e infartos.
Una vez instalados en las grandes ciudades, tienden a una vida más sedentaria, en lugar de caminar ven más televisión, tienen trabajos más pasivos y comen alimentos que contienen más grasas y azúcares. De hecho, algunos investigadores sostienen que sus patrones de alimentación pueden servir como índice del grado de aculturación y los riesgos para la salud asociados. Otros consideran que el estrés asociado con el cambio cultural, reflejado en una presión arterial más alta, tiene un efecto mayor que los cambios en la dieta o la actividad física. Esto se acentúa particularmente por los cambios culturales repentinos de los entornos rurales a los urbanos. Muchos investigadores han encontrado que los efectos de la aculturación sobre la presión arterial son universales y que su magnitud es similar en todo el mundo.
El impacto de la migración en el bienestar y la salud es motivo de preocupación para los gobiernos y las organizaciones internacionales que luchan contra la afluencia de personas que se trasladan de su lugar de origen a un país extraño; sin embargo, las estrategias tomadas para controlar las patologías derivadas de las amplias movilizaciones en estos momentos definitivamente son insuficientes para poder abordarse desde una óptica adecuada.
La migración es un fenómeno complejo y multifacético que presenta desafíos significativos tanto para los migrantes como para las sociedades de origen y destino. Es un fenómeno complejo que plantea desafíos importantes a nivel individual, social y político. Para hacer frente a estos retos es necesario un enfoque multidimensional que aborde las causas profundas de la migración, promueva la integración de los migrantes y garantice el respeto irrestricto de sus derechos humanos.