La noticia de la muerte del Papa Francisco le ha dado la vuelta al mundo y muchas personas ya han escrito sobre su forma progresista de atender las necesidades de toda una comunidad mundial como líder espiritual y moral de una de las religiones más grandes del mundo. No cabe duda que podríamos dedicar muchas letras al modo tan peculiar de generar reformas hacia el interior de la iglesia católica y su particular manera de pensar; sin embargo, en esta ocasión hablaremos de una de sus líneas de trabajo y que marcó un eje rector en su vida como alto mandatario de la iglesia católica, abordaremos su forma tan distintiva de visualizar los problemas ambientales y exhortar a la población mundial hacia el cuidado del planeta, al que llamó “casa común” o la invitación constante hacia el “cuidado de la creación”.
El Papa Francisco escribió un número importante de documentos sobre la conservación, restauración y cuidado de los ecosistemas del planeta, no omitiremos mencionar que al tomar el nombre de Francisco al inicio de su papado, con él rinde homenaje a Francisco de Asís y su canto, canto del que se desprende el que quizá sea el documento más importante del Papa jesuita y que fue la Laudato si, carta que dedicó al cuidado de la Tierra y que se vuelve un canto que clama por ayuda; esta nos hace recordar un poco la propuesta teórica de Gaia propuesta por James Lovelock y Lynn Margulis y que propone ver a la Tierra como un solo ente vivo el cual logra su autorregulación de manera natural. En el documento escrito por el Papa se exponen una serie de problemáticas ambientales, los porqués, las justificaciones del porqué invitar a la gente a dejar de realizar ciertas prácticas que dañan al planeta, de igual forma expone los grandes problemas a los que se enfrenta la naturaleza en nuestros días (modelos productivos), se notaba la preocupación del pontífice por acercar toda esta información a cada una de las personas que habitamos el planeta sin importar sus creencias religiosas.
Lo anterior detona el inicio de actividades que implican un trabajo titánico con las diferentes comunidades a nivel mundial y la generación de líderes ambientales dispuestos a trabajar para acercar la información, realizar acciones, actividades, charlas y talleres y lo que es más importante realizar mediante procesos educativos (educación ambiental), cambios significativos en los hábitos y formas de vivir en las personas, principalmente miembros del catolicismo. Sin duda existe mucha gente comprometida y con muy buenas intenciones y bien preparada no solo para dictar una charla, impartir un taller o hasta redactar documentos para informar y acercar el conocimiento, pero entonces ¿por qué nuestro planeta cada día se encuentra en condiciones menos favorables? Realicemos de manera separada un análisis. Bien, durante mucho tiempo y desde la década de los 70 la Educación Ambiental ha ido sumando estrategias para lograr la utopía ambiental, utopía que se ve aún muy lejana, ¿pero por qué pasa esto?, quizá sea por las formas tan diversas que existen de dar a conocer la información y hay que tomar en cuenta que estas pueden venir ya sea desde la educación formal o de la educación no formal, esta última tal vez sea la que ve mayor acción y en donde encontramos a la mayor parte de activistas, los cuales, en algunas ocasiones solo se centran en la promoción de actividades pero que abandonan la generación de pensamientos críticos y reflexivos y con ello no se logra un cambio profundo. Existe por otra parte la forma académica de análisis de las condiciones ambientales y de los pasos que deben seguirse (proceso), para que la práctica educativa sea efectiva, pero, aunque este análisis y la reflexión es necesaria y bastante buena, deja a la población a un lado y solo queda la información para grupos especializados.
Actualmente en las escuelas de formación básica (primaria, secundaria y preparatoria), se han generado programas en donde se propone de manera integral acercar a los estudiantes al conocimiento científico, invitarlos a la reflexión, analizar las problemáticas ambientales locales y buscar las posibles soluciones, todo esto de manera transversal y didáctica (aprender haciendo), para lograr un cambio significativo y eso está muy bien; sin embargo en muchos lugares esto se ha realizado durante años y, entonces, ¿por qué no hemos logrado mejorar las condiciones de nuestro planeta? Por poner un ejemplo, existen reportes que algunos profesores y activistas en escuelas utilizan materiales educativos que han sido revisados y puestos a prueba y que involucran el juego como actividad y ha pasado que en algunas escuelas los facilitadores solo se centran en los juegos, lo que no llevará a la reflexión en los participantes, eso sí la diversión no falta.
Por muchos años las personas que se han hecho llamar educadores ambientales han llevado a cabo prácticas que en algunos casos solo comparten información, actividades lúdicas que dejan de lado la reflexión y dejan a la academia metida en un cajón completamente aparte, no queremos con esto meter en el mismo huacal a quienes de alguna manera hacen trabajo de campo, ya que su trabajo es necesario e indispensable y merecen todo nuestro respeto, lo que de alguna forma queremos exponer es que si, dentro del diseño y la práctica educativa olvidamos la teoría y los análisis de la academia, y por otro lado solo nos quedamos con textos académicos, y si en ese proceso olvidamos la parte cultural, ritual, el sistema de creencias, saberes y prácticas que en su conjunto forman al individuo, entonces nunca se generará el cambio en el individuo, ante esto podemos tener sociedades que sí sepan cómo separar residuos y reutilizarlos e incluso hasta reciclarlos, pero nunca cambiarán sus hábitos de consumo y tener una crítica hacia los sistemas productivos, solo seguirán levantando sus banderas verdes. Si leemos a profundidad las disertaciones planteadas por el Papa Francisco encontraremos que buscó hacer ese cambio para llegar a la acción. Ahora toca a los educadores ambientales ser verdaderamente integrales en el pensar y actuar.
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