La fundación del Observatorio Astronómico Nacional de Tonantzintla (Oanton) fue en gran medida el esfuerzo de una persona: don Luis Enrique Erro, astrónomo entusiasta. Si bien no tenía estudios formales como científico, era bien conocido como un erudito; escritor, político e innovador. Algunos años antes había tenido la oportunidad de realizar una estancia en el Observatorio de la Universidad de Harvard, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, donde examinó asiduamente las placas del enorme acervo astronómico de ese observatorio para el estudio de la variabilidad de ciertas estrellas.
Algún tiempo después apareció nuevamente en Harvard, ahora con más entusiasmo ya que se había propuesto construir un observatorio en la pequeña colina de Tonantzintla, en Cholula, Puebla, apelando al apoyo del gobierno mexicano así como a la ayuda técnica y científica de Harlow Shapley, el entonces director del Observatorio de Harvard.
En ese entonces mi madre, la maestra Paris Pishmish, le conoció, y gracias a que hizo pareja con el que fuera mi padre, el doctor Félix Recillas (también astrónomo en ciernes y ya asociado al proyecto de Tonantzintla), vino a la Inauguración del Oanton como parte de quienes serían eventualmente los colaboradores de don Luis Enrique Erro.
No recuerdo mucho de esos primeros años de Tonantzintla, puesto que era muy pequeña. Me referiré, por ende, a lo que mi madre, Paris Pishmish, narraba sobre la fundación del observatorio.
Durante los festejos de la inauguración, el 17 de febrero de 1942, el Observatorio de Tonantzintla ya contaba con un telescopio tipo Schmidt, que era en aquel entonces un equipo muy novedoso: construido en los talleres del Observatorio de Harvard y transportado a México e instalado a toda prisa. Uno de los astrónomos que se encargara de traer por tierra las diversas partes del telescopio desde la frontera con los Estados Unidos a Tonantzintla, fue precisamente mi padre, el doctor Félix Recillas.
Para hacer más significativa e importante la creación de este observatorio astrofísico moderno en nuestro país, don Luis Enrique Erro y Carlos Graef Fernández (quien fuera años después uno de los pilares de la Física Teórica en México) organizaron un Simposio con una participación notable de los más importantes astrónomos y físicos extranjeros de esos años encabezados por Harlow Shapley, a quien se le puede considerar como el “padrino” del telescopio de la Cámara Schmidt de Tonantzintla. Cabe decir que, si bien los astrónomos europeos también se habían interesado grandemente por el proyecto, su asistencia se vio mermada por la guerra que entonces se libraba en Europa.
Si bien los primeros tiempos del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla produjeron investigaciones importantes, algunos de los jóvenes físicos habituados a trabajar en problemas teóricos no se adaptaban a las largas noches de observación y dejaron Tonantzintla. Algunos se incorporaron a la UNAM mientras otros marchaban a universidades extranjeras para obtener sus doctorados. Tal fue el caso de Carlos Graef Fernández, Fernando Alba, Félix Recillas y otros más.
Pronto se hizo necesario corregir la imagen de la Cámara Schmidt que no era todo lo nítida que se había pensado. El equipo se completó con un prisma objetivo de la compañía Perkin-Elmer que, asimismo, se encargó de mejorar la imagen. La instalación de un prisma objetivo fue crucial para no solo obtener campos de 5 x 5 grados en el cielo con la cámara en el modo de imagen directa, sino también los espectros de esas mismas regiones con los mismos objetos.
Y a continuación trascribo la apreciación del trabajo que se realizaba en Tonantzintla con las palabras de mi madre: “Alrededor de 1946 fuimos testigos del principio de una época de oro para Tonantzintla. El Observatorio estaba finalmente creándose una nueva reputación. Fueron atacados problemas relacionados con nuestra galaxia, así como en otras galaxias. Fueron descubiertas estrellas de alta luminosidad, extremadamente distantes, estrellas de alta temperatura con líneas espectrales brillantes, nebulosas planetarias y nebulosas galácticas: todos estos accesibles desde el cielo de Tonantzintla. Fue impulsada la investigación sistemática de estrellas variables del Tipo T-Tauri. También se realizó el notable descubrimiento de la primera estrella ráfaga (flare) en Orión. Y pronto Tonantzintla tuvo la primacía en el descubrimiento y estudio de las estrellas ráfaga en otras regiones también. Quisiera resaltar la notable labor de Guillermo Haro en estos estudios. Finalmente, Erro cosechaba el fruto de su ardua labor después de los años de incertidumbre. Es justo decir que la Cámara Schmidt de Tonantzintla es la que ha dado rendimiento mucho más alto que los del mismo tipo y dimensión”. Y aquí termino la cita.
Años después, bajo la dirección ahora del doctor Guillermo Haro, Tonantzintla continuó siendo un Observatorio Astrofísico que produjo otros importantes descubrimientos como fueron los “objetos azules” que se denominan por “Ton” y que ahora se conoce son objetos extragalácticos cuasi-estelares como núcleos muy energéticos o activos de galaxias asociados a agujeros negros y denominados como AGNs, Cuasares, Blazares, Radiogalaxias, QSOs, y Galaxias Seyfert. Los objetos Herbig-Haro reconocidos por primera vez por don Guillermo, resaltan más que ningún otro, la importancia que Tonantzintla reviste hoy, aun a varias décadas de distancia.
Cuando mi madre abandona Tonantzintla, por el Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya, en 1948, se iniciaron en la UNAM los primeros cursos de astronomía. Sin embargo, ella continuaba sus investigaciones observando y utilizando el acervo de placas que aumentaba en el Oanton. Por varios años venía por temporadas largas. En esas ocasiones mi hermanillo y yo la acompañábamos y correteábamos por las laderas del cerro de Tonantzintla procurando no perturbar el sueño de los astrónomos que dormían de día para cubrir los turnos de sus observaciones por la noche. Por supuesto, no siempre lográbamos permanecer tranquilos y ¡en más de una ocasión despertamos a algún astrónomo trasnochado!
Recuerdo muy vívidamente, una mañana, aún temprano, haber espiado al doctor Guillermo Haro en lo que solía ser el “cuarto de placas” en el extremo sur del antiguo edificio del Observatorio (que funcionaba también como las oficinas y como biblioteca). Seguramente impaciente por revisar el trabajo hecho la noche anterior, había colocado una placa de vidrio, en el porta-placas, ¡aún escurriendo agua! No había esperado a que se secara para examinarla.
En la década de los 70´s se instaló en el Oanton, el segundo telescopio óptico más importante en Tonantzintla. La afluencia de astrónomos deseosos de utilizar este instrumento tipo Reflector Cassegrain (1 m) fue notable. Ya éramos una comunidad con astrónomos que habíamos obtenido maestrías y doctorados en Berkeley, Sussex, Yerkes Observatory, Harvard y solicitaban tiempo de telescopio. Pronto se contó (gracias a Harold Johnson) con fotómetros para estudiar los colores de las estrellas y calibrarlas y también se introdujo un equipo de interferometría Fabry-Perot construido por el profesor G. Courtes en Marsella, Francia. Algunas de mis primeras publicaciones fueron realizadas con observaciones obtenidas con este instrumento, instalado en el telescopio de 1 m, que sirve para la medición de campos de velocidad en Regiones HII y galaxias en diversas longitudes de onda. Este instrumento que fue encargado por Paris Pishmish para el Oanton, actualmente sigue en uso en el OAN de San Pedro Mártir. Una muestra más del legado de mi madre a la astronomía mexicana.